Con dos décadas de experiencia como consultor internacional en seguridad pública y privada, Martín Verrier se desempeña como profesor de Estrategia de Lucha Contra el Crimen Organizado en el George C. Marshall European Center for Security Studies (Alemania) e investigador en seguridad internacional del King’s College London y del Royal United Services Institute (Reino Unido). En una entrevista que brindó a La Mañana, el experto profundizó acerca de las amenazas a la seguridad que enfrenta la región y explicó cómo funciona la convergencia criminal, que es donde tiene puesto el foco de investigación.
Usted es un argentino graduado de la Escuela Superior de Guerra del Ejército de Argentina, licenciado en Relaciones Internacionales y especializado en seguridad, que hoy está trabajando para Inglaterra. ¿Cuál es su actividad y en qué se enfoca?
En 2019, tras cuatro años en funciones, culminé mi mandato como subsecretario de Lucha Contra el Narcotráfico de Argentina durante la administración de Mauricio Macri. Convencido de que el narcotráfico y el crimen organizado son fenómenos globales que deben ser atacados no solo de forma integral sino también transnacionalmente, accedí a una beca Chevening que me llevó a estudiar inteligencia y seguridad internacional en King’s College London y a sumarme como investigador asociado a dicha universidad y al Royal United Services Institute, desde donde analizamos las principales tendencias, actores y rutas utilizadas por estas organizaciones criminales. Mi foco, ahora radicado nuevamente en Argentina, está puesto en la convergencia criminal, que apunta a entender cómo estas organizaciones establecen alianzas estratégicas entre sí y con otros actores, incluyendo algunos Estados, a nivel global.
¿Cuáles son los principales desafíos de seguridad del Cono Sur?
El Cono Sur se enfrenta hoy a tres amenazas a la seguridad nacional de los países. En primer lugar, la superproducción de cocaína en Colombia ha generado una presión sobre las rutas de tráfico hacia el sur, principalmente para la cocaína peruana y boliviana. Este corrimiento ha sido explotado por organizaciones criminales locales y regionales como el Primeiro Comando da Capital (PCC) brasilero para fortalecerse, lo que ha generado graves problemas de violencia criminal en algunos lugares de la región como Pedro Juan Caballero, Rosario o Montevideo. En segundo lugar, la depredación de recursos naturales, especialmente de flotas pesqueras extranjeras operando al límite de las zonas económicas exclusivas y el peligro de que este tipo de operación se extienda a la depredación de otros recursos en tierra firme. Este fenómeno no solo acarrea graves problemas ambientales por depredación y contaminación, sino también gravísimos perjuicios económicos a los países costeros, que se trasladan a tasas altas de desempleo e inestabilidad económica y política local. Finalmente, la seguridad de la gobernabilidad. Varios países de la región enfrentan obstáculos al momento de asegurar el control soberano de su territorio, lo que es explotado no solo por organizaciones criminales sino también por actores extrarregionales en su propio beneficio.
¿Qué aspectos y conclusiones destacaría de su trabajo “From regional to global. The consolidation of criminal convergence in South America”, elaborado junto a Keith Ditcham?
En ese estudio, en el que incluyo trabajos de campo, pudimos comprobar que el crimen organizado en la región se estaba volviendo cada vez más sofisticado, interconectado y adaptable. Este proceso incluye la creciente convergencia criminal en tres niveles: entre las organizaciones criminales, en las rutas que utilizan para traficar bienes o servicios ilegales y, finalmente, quizás la más peligrosa de las convergencias, la que se da en los lugares donde los Estados carecen de control soberano, creando así “zonas fallidas” que facilitan el surgimiento y el establecimiento de alianzas criminales que terminan disputándole al Estado el control del territorio.
¿Podría explicar cómo las actividades ilegales, en particular el tráfico de drogas, van debilitando las democracias en Sudamérica a nivel nacional, regional y de las ciudades? ¿Qué es lo que caracteriza el debilitamiento de la democracia? ¿Cuáles son los signos que hay que observar para evitarlo?
Se suele decir que el crimen organizado tiene por fin último el beneficio económico. Este precepto descarta que el crimen organizado pueda tener ambiciones políticas. Sin embargo, lo que hemos visto es que el narcotráfico comienza cooptando voluntades políticas, pero luego se territorializa y empieza a disputar poder con el Estado. Tuvimos un caso en Argentina, en Itatí, en la frontera con Paraguay, donde el intendente, la policía local y fuerzas federales estaban involucradas en el tráfico de drogas, convergiendo así política y crimen organizado. Ahora, cuando vemos situaciones en las que el narcotráfico hace públicas sus demandas, como las narcomantas en México o los ataques a balazos a los tribunales en Rosario, es que el crimen busca ya incidir en la política mayor en esos Estados.
Usted habla de que las organizaciones utilizan diversas redes para el negocio del narcotráfico y otros negocios ilegales, y se refiere a una convergencia. ¿Cuál es la caracterización de esa convergencia? ¿Cuáles son los peligros y las lecciones en términos de represión de los negocios ilícitos?
El crimen organizado descubrió que podía maximizar ganancias y mejorar su resiliencia ante los embates del Estado generando redes. Esa convergencia criminal es la que vemos por ejemplo entre el PCC y la ‘Ndrangheta italiana o entre el primero y organizaciones criminales locales. Es por ello que la principal lección que aprendí estando a cargo del área en Argentina es que hay que atacar todos los pilares del negocio criminal: restringir la oferta, disminuir la demanda, reprimir el lavado de dinero y, por último, pero más importante, generar un medioambiente adverso para el negocio criminal.
¿Cuáles son los nodos centrales de esas redes? ¿Qué las caracteriza? ¿Qué deberían buscar los Estados, los organismos, los bancos, en materia de represión de las actividades ilícitas? ¿Con qué actividades legales se pegan las ilegales para poder disfrazarse? Usted menciona el ejemplo del negocio de la madera, que sirve para encubrir estas actividades. ¿Podría ser un riesgo en el caso de Uruguay? ¿Tendríamos que estar atentos?
La particularidad, y lo que hace resilientes a estas redes, es justamente que no cuentan con nodos. Es decir que la conexión es totalmente transversal, y la pérdida de uno de los elementos, como podría ser un proveedor de cocaína, no altera la estructura del negocio porque es fácilmente reemplazada por otro. Como dije, atacar el lavado es crucial y hay que prestar atención a aquellas actividades difíciles de fiscalizar, ya sea la extracción de madera, oro o servicios financieros.
Habla también de la organización de Hezbollah y los vínculos con la región. ¿Cuáles son esos vínculos, sobre todo en el Cono Sur y la hidrovía? ¿En qué elementos hay que estar atentos en ese sentido?
La operación “Cassandra” de la DEA, llevada a cabo hace unos 10 años, demostró cómo Hezbollah utiliza el narcotráfico como vehículo de financiamiento de sus operaciones. Los beneficios de esta actividad ilegal son lavados mediante esquemas de trade based, como la exportación de automóviles, pero también en casinos locales, como quedó demostrado en una investigación que llevamos a cabo en 2019, donde eran blanqueados fondos en el casino de Iguazú. En este contexto, la hidrovía, desde donde han salido en los últimos años los mayores cargamentos de cocaína de la historia europea, es un medio complejo ya que se encuentra sujeta a un tratado internacional y por ello su fiscalización se hace complicada. Los países miembros de ese tratado deberían avanzar con prontitud en una modificación que habilite el control de buques que la atraviesan.
En definitiva, la única forma de enfrentar esta creciente convergencia criminal es creando equipos multiagenciales, con uso intensivo de inteligencia criminal y con la máxima cooperación internacional posible. Solo así podremos enfrentar estas amenazas con el mismo grado de adaptación y flexibilidad que ellas demuestran.
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