El país acaba de salir de una sequía que tuvo consecuencias desastrosas para la producción agropecuaria. El Estado reaccionó con prontitud, apoyando a los productores con diversas medidas que, si bien no solucionaron todos los problemas causados por la falta de lluvias, les permitió sobrellevar la crisis sin tener que tomar medidas drásticas que pusieran en peligro la continuidad de sus negocios. No fue necesaria mucha argumentación frente a las autoridades nacionales para que dispusieran esa ayuda, porque la notoriedad del problema hablaba por sí sola. Y superada la sequía, hoy el sector agropecuario encara una etapa de recuperación, con la esperanza de volver lo antes posible a sus mejores épocas. Se trató de un adecuado manejo de la situación, donde la conjunción del interés privado con el público permitió tender un puente sobre el vendaval que todo lo arrasaba y que amenazaba con destrozar la principal industria exportadora del país. Así, la crisis va en vías de superación.
…de turistas en el litoral
Hoy el Uruguay vive una crisis similar en otra de sus principales industrias, la turística, pero según denuncian los operadores, el Gobierno no está atendiendo su problemática con el mismo rigor con que atendió a la agropecuaria.
Alertan sobre una “sequía de turistas”, fundamentalmente en el litoral, que se viene extendiendo desde hace muchos meses y que tiene causas externas, como es la diferencia cambiaria con la República Argentina, de donde procede el mayor caudal de turistas, pero también causas propias de nuestra política económica, como es el atraso cambiario, que ha eliminado el mercado interno para transformarlo en un mercado emisor, estimulando a nuestros compatriotas a viajar fuera del país, y no solo a Argentina, sino también al Caribe y a Europa entre los principales destinos.
Empresarios vinculados al sector turístico insisten en la necesidad de disponer de apoyos más “contundentes”, que les permitan transitar estos tiempos de graves dificultades sin tener que deshacerse de sus empresas, como ya ha empezado a ocurrir en el sector hotelero. Hay una larga lista de opciones presentadas a las autoridades, que hasta el momento no ha sido atendida más que muy parcialmente y “si esta situación se prolonga, son muchos los que quedarán por el camino”, advierten.
Los reclamos
Tanto el sector gastronómico como el hotelero del litoral arrastran todavía las consecuencias provocadas por la pandemia, que paralizó por completo la industria turística durante varios meses. En ese entonces, el Gobierno dictó medidas que permitieron salvar cientos de empleos a través del llamado “seguro parcial de desempleo”, y tendieron el puente de los “préstamos Siga” que dieron aire a las empresas para sobrellevar la difícil instancia.
Pero antes de que llegara la recuperación del sector turístico, la moneda argentina se derrumbó estrepitosamente, alejando de nuestro país al principal mercado que proviene del otro lado del Río. La esperada rehabilitación del sector se vio entonces postergada y las empresas quedaron endeudadas por la ayuda recibida y sin posibilidades de obtener recursos para afrontar una nueva “sequía de turistas” debida, otra vez, a factores exógenos.
Y a la falta de turistas argentinos se sumó el éxodo de nuestro mercado interno, que alentado por la baja del dólar y el altísimo costo país, abandonó los destinos nacionales para volcarse fundamentalmente a un turismo de compras y placer en la República Argentina. Se calcula que cuando finalice el año, más de tres millones de uruguayos habrán viajado al vecino país en 2023.
Las colas de autos en los puentes fronterizos hablan a las claras de la atracción que ejerce la diferencia cambiaria, mientras el sector hotelero –fundamentalmente en los departamentos del litoral– se desangra rápidamente pagando salarios e insumos en pesos sobrevalorados y cobrando las pocas tarifas que pueden facturar, en dólares depreciados por nuestra política económica.
El gobierno está dictando medidas para aliviar esta situación, pero los operadores opinan que no se hace ni con la rapidez ni con la profundidad que la situación exige. El Ministerio de Trabajo acaba de restablecer de aquí a fin de año el llamado “seguro parcial”, que beneficia tanto a trabajadores como a las empresas, “permitiendo conservar horas de trabajo que con el seguro total se pierden”, pero aún no ha restablecido prórrogas a los límites establecidos en la ley de seguro total, para evitar despidos en masa de quienes quedarían fuera de esta norma.
Patrimonio e IVA tasa cero
Pero esta medida no se considera suficiente frente a la gravedad de la crisis. Hay empresarios gastronómicos y hoteleros que piden una exoneración temporal del Impuesto al Patrimonio, pues se trata de un “impuesto ciego”, desacoplado del nivel de actividad de las empresas; vale decir, que cuando se produce una crisis –como la actual– se cobra con la misma rigurosidad que en épocas en que la actividad es normal.
También reclaman “IVA tasa cero” para el turismo interno, o sea, para los residentes en nuestro país, lo que les permitiría descontar el IVA de sus compras de insumos, cosa que no sucede con la exoneración de IVA, que aunque suene similar a oídos legos, convierte el IVA compras en un costo para las empresas. Esta medida, se aduce, estimularía siquiera en parte el turismo interno, hoy limitado a su mínima expresión por el atraso cambiario, que mantiene al Uruguay con un dólar situado entre los valores más bajos de los mercados internacionales.
Igualdad en la competencia
Ya en anterior oportunidad el Gobierno decretó el IVA cero para la hotelería, pero discriminando a los hoteles de mayor porte, pues exceptuó de ese beneficio a aquellas empresas que facturasen más de 10 millones de unidades indexadas por año.
Esta excepción causó malestar en los hoteles con mayor cantidad de habitaciones, pues alegaron que eran ellos precisamente quienes ofrecían mayor número de puestos de trabajo, quienes consumían mayor cantidad de insumos de origen nacional, quienes pagaban mayores impuestos y por cierto que eran quienes más sufrían la crisis, pues debían sostener empresas con gastos fijos de mayor magnitud. “Se confunde facturación con ganancia”, se alegó, antes de entrar en otro tipo de consideraciones.
Otras consideraciones
Se estima que el apoyo del gobierno implementando nuevamente la garantía “SIGA”, que tanto ayudó en épocas de la pandemia, permitiría al Banco de la República, al igual que a todo el sistema bancario, tender manos que, sin suponer un costo para el país, permitan dar aire a las empresas para superar una crisis pasajera como la que se está viviendo en materia turística y que afecta en forma sustancial a la economía nacional.
Empresarios del turismo de nuestro país consideran que los gobiernos no valoran en su justa medida los aportes que esta industria hace a la economía uruguaya. Se considera que el Ministerio de Turismo debería tener, si no voto, por lo menos voz en todas las decisiones que de una forma u otra influyen en la atracción turística del Uruguay en los mercados internacionales y en las vivencias para hacer más satisfactoria la estadía a los visitantes extranjeros.
Es ejemplo inevitable las colas de autos de turistas que pretenden entrar a nuestro país en épocas de vacaciones, que se extienden por varios kilómetros, cuando medidas tan simples como un carril exclusivo para extranjeros facilitaría el ingreso de quienes pretenden venir a gastar sus dólares en Uruguay.
El costo país y el atraso cambiario son igualmente ineludibles al considerar el tema, pero también otros puntos que han aparecido últimamente, como evitar la coincidencia de las vacaciones estudiantiles uruguayas con las argentinas, como tradicionalmente se había hecho.
Una mayor incidencia del Ministerio de Turismo en la planificación de las carreteras se reclama, entre otras muchas decisiones cotidianas del Gobierno, para ayudar a mejorar la hospitalidad que nuestro país ofrece a los extranjeros y a promover un mayor movimiento en el turismo interno, tan escaso hoy en día.
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