“Mis padres decidieron que sería una genia antes de que naciera”.
Judit Polgár *
Un grupo de científicos británicos siguió durante un tiempo el devenir de casi todos los niños nacidos en Inglaterra, Escocia y Gales a lo largo de una determinada semana. Con una lupa finísima recolectaron, en cada pueblo, barrio y esquina de las islas, información sobre embarazos y partos y toda clase de datos sobre los primeros años de vida de los pequeños.
También recogieron muestras de placentas, mechones de cabello, recortes de uñas, dientes y ADN, y con el mismo escrutinio minucioso, siguieron las trayectorias vitales, familiares y sociales de los niños. El ambicioso objetivo del proyecto era entender como esta compleja mezcla de factores biológicos, culturales, económicos y ambientales encauzaba el desarrollo de una vida.
El resultado principal de este trabajo enciclopédico pone de manifiesto hasta qué punto se ignora el fortuito derrotero de nuestra existencia, tal es así que “la primera lección para una vida exitosa es: elija a sus padres con mucho cuidado. En particular evite nacer en la pobreza o en una situación de desventaja, porque de ser así aumentan las probabilidades de que su paso por la vida resulte mucho más complicado” (Sigman Mariano, El poder de las Palabras)
Este ambicioso experimento reveló que la suerte de nacer dónde uno nace es el factor más decisivo en la geometría del destino. Cuando se pregunta a alguien las razones de sus logros, generalmente se explican por el esfuerzo, la capacidad, perseverancia, riesgo o influencia de mentores. Rara vez se menciona el decisivo argumento de la suerte.
A partir del año 1989 en la Universidad de Londres, se estudiaron los casos de los niños huérfanos que habían estado en los orfanatos de la Rumania comunista de Ceaucescu. Hacia fines del año 1980, se calcula que entre sesenta y cinco mil a cien mil niños vivían en orfanatos.
Los niños pasaban hasta veinte horas por día sin tener atención. A partir de la caída del dictador comunista, se realizaron campañas en todo el mundo para adoptar a dichos niños. Al momento de ser adoptados, los niños mostraban severos déficits de aprendizaje y exhibían alteraciones marcadas de su conducta. Cuando las familias adoptantes le brindaron dietas adecuadas y mucho afecto, los niños mostraron una gran mejoría. Estos resultados demostraron que el estímulo positivo actúa sobre el cerebro, el que por su flexibilidad puede adaptarse a un destino más conveniente, es decir, más feliz.
Esta experiencia en la Rumania comunista es la demostración más trágica y contundente de la fuerza de la compasión. Las primeras personas que llegaron a esos orfanatos comunistas cuentan: “había un silencio absoluto, la falta de afecto y compasión llevó a que los niños perdieran el habla, los bebes estaban tirados todo el día en camastros, abandonados hasta que viniera alguien a darle comida o cambiarles los pañales, ni una palabra, un gesto amable, ninguna caricia, desamparo absoluto. Todos tuvieron problemas cognitivos severos, cerebros anormalmente pequeños, fracturas a lo largo de la materia gris, atrofia cortical”.
Este estudio demuestra que el afecto es el combustible vital para el desarrollo normal del cerebro, la ausencia de afecto es la fuente primordial de estrés. (Sigman Mariano, Op. Cit).
* Judit Polgár uno de los casos más emblemáticos de niña prodigio, es la más extraordinaria ajedrecista de todos los tiempos.
Rafaél Rubio
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