Hace unos años, dando forma a un libro sobre el pensamiento y las reflexiones de treinta periodistas uruguayos, tuve el gusto de entrevistar a Julio Villegas Piaggio, fallecido recientemente a sus 87 años, sin duda exponente del mejor periodismo radial del Uruguay. Nos recibió con la amabilidad que le era tan propia, en su acogedor apartamento de Boulevard Artigas, donde vivía junto a su mujer, Raquel Echevarría, y donde crecieron sus cuatro hijas, Soledad, Magdalena, Ximena y Alejandra.
Nada es casualidad. En su formación profesional, que inició a los 17 años gracias a un concurso convocado por radio Sarandí para un cargo de conductor de un programa, fueron claves, nos dijo, la experiencia en su pasaje por radioteatros en radio Centenario, las transmisiones de ciclismo en radio Sport, donde desarrolló el manejo de la voz y su trabajo en una agencia de noticias, lo que le permitió definir su técnica de redacción. Así fue construyendo lo que podemos denominar “el estilo Villegas”, que rompió con el muy formal que existía en los años sesenta, que se impuso y generalizó desde entonces y que el definía como natural, desacartonado, coloquial.
Fue figura en radio Sarandí y luego en El Espectador, donde una fiel audiencia lo escuchaba cada mañana en un programa que llegó a ser emblemático “A las 6, Villegas”, que planificaba todos los días desde las 3 de la mañana.
Con ese rigor y esa trayectoria, este comunicador, con más de 50 años de hacer radio y que llegó a ejercer la docencia en la Universidad Católica, nos habló de unos medios de comunicación que concebía como social y culturalmente responsables.
Él sabía que, aunque no diera opinión en forma directa, en cierto modo, al seleccionar las noticias, estaba opinando. Y consideraba que, a raíz de la cantidad enorme de información, que ahora está a disposición de todo el mundo, los medios necesitan gente calificada que “seleccione, sepa priorizar las noticias, que las filtre”. Esa era para él la función fundamental del comunicador radial. “¡Villegas no se va!”, queda su ejemplo.
Era un profesional con ética. Afirmaba que “muchos titulares de los medios no saben la responsabilidad que tienen. Cuando se habla de los temas, es necesario buscar los aspectos positivos, constructivos, en cada caso”. Y agregaba “no se trata meramente de la denuncia o de dar el hecho policial, sino de ubicarlo en un contexto social determinado, y, a partir de allí profundizar si se quiere. Esa es la función social. Pero lo que prevalece es la caja registradora, lamentablemente. Es así”.
Por eso es importante recordar hoy el pensamiento de aquellos comunicadores que, como Julio Villegas, marcaron un camino. Y dar a conocer sus reflexiones con plena vigencia en nuestros días. Como por ejemplo su afirmación de que “al haber sido beneficiados con una onda que no les pertenece, lo menos que pueden hacer, la obligación que tienen frente a la sociedad, es volcar, como compensación de eso elementos que la ayuden a mejorar. Y salvo excepciones, no es así. Se ha perdido el sentido que tuvo antes de solidaridad social”.
Así era Julio Villegas. Creía que el periodismo debía rescatar el papel y la función social que siempre tuvo en el Uruguay. Sin mezclar información, con posición política, la que debía “quedar en los marcos de las páginas editoriales”. Y pensaba que en la televisión “hay un afán de buscar lo morboso”.
Por todos estos recuerdos es que queríamos hacerle este homenaje. Se trató de un comunicador que sentía una gran responsabilidad, que encaraba cada día como si fuera el primero. Por eso decía que era muy exigente cuidando hasta el menor detalle, y que tenía y demostraba una gran preocupación por no defraudar. Un comunicador con principios y valores.
*Lic. Estudios Internacionales, comunicadora y docente
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