El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) tiene registrados más de 20 laboratorios que realizan análisis de suelos, entre los que se encuentra el Laboratorio Analítico Agroindustrial (LAAI), una empresa de capitales nacionales con la sede central en Paysandú y sucursales en Durazno y Santa Lucía (Canelones).
Uruguay, al ser un país cuya mayor riqueza está en la agropecuaria, tiene en sus suelos la base de su economía y al mismo tiempo de su riqueza, valga la redundancia. Por eso mismo, La Mañana consultó al director ejecutivo del laboratorio, Ing. Quim. Guillermo Pérez, quien comentó que hace 23 años que LAAI está operativo y cuenta con 59 técnicos en el personal fijo del laboratorio.
El técnico comentó que “somos un laboratorio de control de calidad, trabajamos básicamente en la producción primaria y de productos de exportación”, realizando análisis que incluyen “insumos y todo lo relacionado con granos, lácteos, carnes, suelos, semillas, fertilizantes”; y también “controles de calidad de productos terminados vinculados con la exportación”.
LAAI es el mayor laboratorio del país en análisis de suelos con el 70% del mercado nacional, e incluso realiza servicios para el exterior.
“Dentro del análisis del suelo hay dos áreas bien definidas, uno relacionado a la nutrición, es decir pensando en agricultura y evaluando los niveles de nutrientes en el suelo como fósforo, nitrógeno, potasio, azufre, todos los macro y micronutrientes involucrados con la producción; y otra área más involucrada con lo ambiental” y consiste en “análisis de suelos con una matriz ambiental”.
En base a esos análisis, el Ing. Pérez comentó que “en términos generales, en Uruguay, el estado de los suelos es aceptable, bueno, con un buen control sobre ellos desde que se puso en práctica el plan de uso de suelo que rigen las rotaciones que se hacen con los cultivos, que antes de hacerlas tienen que ser aprobadas por el Ministerio de Ganadería. Eso ha favorecido y ayudado a la preservación de los suelos, y en términos generales no tenemos problemas por desgaste o mal uso”, por el contrario, “la gran mayoría están con muy buenos niveles sanitarios y de uso”.
La clave está en las buenas prácticas productivas
En Uruguay “el mayor riesgo potencial es la agricultura continua con el aporte de fertilizantes de forma sistemática”, y si allí “no se hace una buena rotación de distintos tipos de cultivos con incorporación de pasturas, se lleva a una acidificación”, o sea que “los valores de pH bajen y hagan que ese suelo sea menos fértil y menos interesante desde el punto de vista productivo. Lo mismo con el tema de materia orgánica, si las rotaciones no son las adecuadas y no hay un buen manejo del recurso suelo los niveles de materia orgánica van bajando y eso actúa en detrimento de la producción”, explicó.
Sin embargo, la normativa hace que el manejo del suelo “esté muy controlado y hay mucha conciencia por parte de los productores que se debe cuidar el suelo porque es el recurso principal de nuestra producción primaria. Se ha asumido que cuidar la sanidad del suelo es muy importante”, subrayó, “y más allá de los controles que realiza el Ministerio, hay una real conciencia del uso correcto de los suelos y de su preservación”.
Es verdad que hay una superficie importante de Uruguay que trabaja sobre arrendamiento, pero “tenemos un componente muy importante en producción en tierras propias” lo que ayuda a un mejor cuidado porque si eres el dueño de la tierra y la usas para producir, tu mayor interés es cuidar el recurso, más que sacar un pico de producción, porque es el recurso tierra el que te va a dar continuidad”.
Pérez preciso que “ningún cultivo” se destaca por ser más perjudicial para los suelos, sino que “todo depende de las prácticas, las malas prácticas son más peligrosas que el tipo de cultivo, por eso son buenas las rotaciones, porque un campo en el que estemos haciendo soja-trigo de forma permanente seguro que vamos a tener problemas, pero esas son cosas que es difícil que pasen”, por la conciencia de los productores y porque hay control de las autoridades.
Consultado sobre la soja y cómo impacta en el suelo, el químico subrayó que el cultivo de soja en sí no genera prejuicio en la calidad de los suelos, e insistió que los problemas se dan cuando hay mala rotación o uso excesivo haciendo el mismo tipo de extracción. “Además hay cultivos que podrían ser más perjudiciales en cuanto generan mayor extracción de nutrientes por el volumen de biomasa que generan como por la cantidad de kilos de granos que se pueden sacar. Medidos en esos términos el maíz puede ser más perjudicial que la soja, pero reitero que el tema está en el manejo”.
Ganadería y campo natural
En los rubros ganaderos, carne y lechería, “hay un componente importante” que es “la producción de pasturas lo que facilita la rotación entre agricultura y pasturas, que es un buen sustento para el suelo”, pero son actividades de “menor riesgo para la calidad del suelo porque el propio sistema de producción está pidiendo la pastura y se facilita la rotación”.
Sobre el campo natural dijo que se logra por “un equilibrio de muchos años entre nutrientes, microorganismos, son suelos prácticamente sin intervención y que están en equilibrio sano porque la propia naturaleza los ha ido ordenando con el pasar de muchos años. Pero dependen del tipo de suelo, no es lo mismo un suelo con potencial agrícola que aquel que no lo tiene, pero siempre volvemos a los mismo: lo importante es el manejo y la realización de agricultura donde los suelos lo permitan”.
A su vez mencionó las malezas contra la cual “hay una lucha continua”. Hoy se trata de combatirlas “poniéndoles mejor manejo y menos agroquímicos, es decir que se busca el control de las malezas no solo con las aplicaciones sino usando rotaciones adecuadas”.
Bajo tierra
El Ing. Pérez fue consultado sobre lo que hay debajo del suelo y que no está a la vista, pero que es sabido tiene vida propia, a lo que contestó que “hay una tendencia” que lleva a que “cada vez haya una mayor evaluación y se le da más importancia” en cuanto se “relaciona a la vida microbiológica más allá de los nutrientes fósforo, nitrógeno, potasio”.
“Al evaluar la salud del suelo se analiza qué tipo de microorganismos están presentes y cuántos hay. Esos microorganismos no se ven pero juegan un rol fundamental en la sanidad del suelo en relación a la producción, son los que nos permiten transformar la materia orgánica en nitratos, entre otras cosas”.
“Los microorganismos juegan un rol muy importante y se va generando mayor conocimiento” sobre ellos.
En otro orden, y teniendo en cuenta la variabilidad climática, con períodos de sequía o exceso de precipitaciones, Guillermo Pérez dijo que “cuando hay un exceso de lluvias hay nutrientes que se pierden, bajan los niveles de azufre, de nitrato; pero en períodos de seca ocurre lo contrario”, y por ejemplo “suben los niveles de nitrógeno”.
“El suelo no es ajeno” a los cambios climáticos que se están observando en todo el mundo.
Finalmente, el profesional destacó los beneficios de contar con un laboratorio que actualice a los productores sobre el estado de los suelos: “Lo primero es que se va a evaluar el nivel de nutrientes disponibles”, y al haber decidido qué cultivo trabajar, también se sabrá cuáles son sus requisitos para un mejor resultado. “Con esos datos se hace la cuenta: necesito tanto nitrógeno, pero tengo tanto, por lo que se debe agregar tal cantidad de fertilizante”.
“Es necesario analizar el suelo para no usar fertilizante de más ni de menos, porque si pongo demasiado gasto dinero de más y genero un impacto ambiental negativo, pero si me quedo corto van a faltar nutrientes”. De cualquier forma, en Uruguay está muy difundido que al hacer un cultivo siempre debe de hacerse un análisis de suelo previo.
La riqueza que nos da la diversidad
El Ing. Quim. Guillermo Pérez, director ejecutivo de Laboratorio Analítico Agroindustrial (LAAI), dijo a La Mañana que la diversidad de suelos que posee Uruguay “son una riqueza”.
Comentó que “a pesar de que la superficie de Uruguay es relativamente chica, tenemos una variabilidad importante en los tipos de suelo, y por eso hay distintas producciones.
“Tenemos suelos buenos como los agrícolas que básicamente están en el litoral y sur; otro suelo de basalto más superficial que no nos permite hacer agricultura, más bien son suelos más apropiados para la ganadería; por otra parte hay suelos no muy fértiles y no aptos para la agricultura, esos son los que están dentro de la prioridad forestal; hacia el noreste están los que tienen problema de drenaje pero son muy buenos y muy aptos para el arroz. O sea que tenemos una variedad de suelos que nos permite tener una producción bastante diversificada”, explicó.
Esa variedad de suelos “es una riqueza” y es positivo en cuanto “nos permite diversificar la economía del país, y así tener alternativas y opciones respecto a los rubros de producción. Eso es bueno en momentos de tan cambiantes en cuanto a lo productivo y los precios” internacionales.
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