Hace poco más de un mes, murió a los 92 años en Montecarlo el artista colombiano Fernando Botero. Fue una figura de vasta y controvertida trayectoria, pero con una vida entregada al trabajo de artista pintor. Sirva este pequeño comentario para reconocer su gran valía por su aportación de un estilo propio a la Historia del Arte.
Nacido en Medellín en 1932, se siente desde muy niño atraído por el arte del dibujo y la acuarela. Se inicia desde muy joven con el dibujo y a los 15 años comienza a trabajar como ilustrador en el diario El Colombiano. A los 19 años hace su primera exposición en la galería Leo Matiz de Bogotá.
Las influencias que recibe de su ciudad natal ubicada en una región rica en arte precolombino se mezcla con el arte popular, especialmente el folklore, la música y la artesanía de Colombia y de Latinoamérica en general. Recibe la influencia de muralistas mexicanos, como Diego Rivera o David Alfaro Siquieros, y también de los retablos del barroco colonial.
En 1951 se traslada a Bogotá, donde alcanza el segundo puesto del Salón Nacional de Artistas. A continuación, viaja a Italia, donde descubre las obras del Renacimiento, Giotto, Masaccio o Piero Della Francesca, que le marcaran un camino que siempre estará patente en su obra.
En 1955, a su regreso a América, pinta obras con técnicas y temáticas heredadas de aquel arte, como los caballos a imitación de las batallas de Paolo Ucello. Fue por esos tiempos que Botero pintó una versión voluminosa de la Mona Lisa que en 1961 fue adquirida por el MOMA.
A continuación, reside en México y Estados Unidos, donde toma lo que sería su camino en el arte de figuración: la mezcla de arte clásico con las obras contemporáneas. De aquellos años es Mandolina sobre una silla una de las primeras obras. En ella ensaya la desproporción física dando paso a la creación de figuras volumétricas y redondeadas, confiriendo a sus personajes una sensualidad exuberante, no exentas de ironía y con una placidez y una expresión feliz, moviéndose en escenas cotidianas en los cafés, o en cualquier evento social bailando alegremente, o acompañadas o no de músicos callejeros. Enaltece la vida diaria de los individuos de cualquier condición invitando a una aceptación. Utiliza colores vivos que reflejan vitalidad y que ayudan a captar la psicología del retratado…muchas veces difícil por la neutralidad plasmada en los rostros bondadosos que suele representar. Son figuras alegres y provocativas que se han hecho populares y cercanas que son reconocibles para el gran público.
Botero utilizó desde entonces este estilo en obras donde dibujaba escenas cotidianas en las estaciones de tren colombianas por un lado y también satirizaba a los dictadores, la jerarquía eclesiástica o la clase política, como en La familia presidencial. También reflejó su pasión por los clásicos, reinterpretando obras como el caso del Matrimonio Arnolfini de Van Eyck.
En las últimas décadas de su carrera sintió la necesidad de comprometerse a través del arte de temas de denuncia como la violencia del narcotráfico, que tan cerca había vivido por el secuestro de una hija en su país, que luego fue liberada mediante el pago exigido. Retrató a Pablo Escobar, la guerrilla o las torturas durante la guerra de Irak…
La escultura fue una etapa muy importante dentro de su producción artística marcada también por el volumen y la sensualidad. En 1973 se trasladó a París, donde realizó sus primeras esculturas, pero fue en Pietrasanta, ciudad de la Toscana donde pasó largas etapas de su vida hacia los años ochenta y donde emerge con fuerza esta manifestación artística.
Botero en el mundo
A lo largo de su dilatada vida, Botero vivió en muchas ciudades, Nueva York, Madrid, Paris, Florencia y, por último, en Mónaco, donde falleció. Sus obras se encuentran repartidas por los museos de todo el mundo y sus esculturas forman parte de los espacios urbanos de las principales ciudades. Un hecho determinante fue en 2015 y 2016 cuando realizó su primera gran exposición en el National Museum of China de Pekín, ubicado en la plaza de Tiananmen, y el China Art Museum de Shanghái. Hombre generoso, donó muchas obras en las ciudades en las que vivió. Su ciudad natal, Medellín, se convirtió en museo al aire libre con docenas de esculturas donadas por el artista. El Museo Botero, que guarda la colección más completa de su obra, fue creado en 1998 con la donación que hizo al Banco de la República de 123 obras de su autoría y 87 de artistas internacionales.
En España sus esculturas se pueden encontrar en Barcelona donde se exhiben El gato del Raval y El caballo, ubicado desde 1992 en la terminal 2 del aeropuerto de El Prat. En Madrid pueden contemplarse La mujer del espejo, en la plaza de Colón; La mano en el paseo de la Castellana, y El rapto de Europa, en la terminal 1 de Barajas.
Botero empezó a exponer en los años sesenta en EE.UU. y en 1969 en exposiciones de éxito en la galería Claude Bernard de París, y en 1972 en la Marlborough Gallery de Nueva York. Le seguirán Berlín (2007), Londres, Madrid, México, Bilbao, etc. y Pekín, donde celebró en el 2015 su primera exposición retrospectiva.
Horas antes de que se confirmara su fallecimiento, se inauguró en Murcia (España) en el Centro Cultural Las Claras de Fundación Cajamurcia, la exposición”Sensualidad y melancolía”, que muestra la evolución artística de Botero a través de obras de diversas épocas que van desde los años 70 hasta creaciones más recientes.
Reconocimientos
A lo largo de su carrera, Botero ha recibido numerosos premios y reconocimientos internacionales. El Premio Guggenheim International en 1957, que le permitió exponer el Museo Guggenheim de Nueva York, la Orden de Andrés Bello en 1976, la Gran Cruz de Plata de la Orden de Boyaca en 1977, el Premio Nacional de las Artes de Colombia en 2000, el Premio Américas 2002, la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia en 2004, La Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (2007) de España, y el título de Embajador honorario de Colombia ante la Unesco. Sus obras han protagonizado millonarias subastas, como en 2022, cuando la escultura Hombre a caballo logra en Christie’s US$ 4,3 millones.
Fernando Botero retrata la cultura, la sociedad y la política poniendo énfasis en temas como la sensualidad, la violencia y la religión. Se valora su capacidad de provocar la reflexión y la crítica. Se ha ganado el reconocimiento como uno de los artistas más importantes e influyentes de América Latina.
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