Nacida en Puerto Rico, Laura Delgado López trabajó durante más de una década en política espacial, centrando sus investigaciones en esa área con énfasis en programas espaciales emergentes y cooperación internacional. Hoy se desempeña como becaria visitante del Programa de las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por su sigla en inglés).
En una entrevista que brindó a La Mañana, la especialista conversó sobre la importancia del espacio, las políticas en torno al mismo y sus retos a futuro.
¿A qué se debe la importancia del espacio en el escenario mundial actual? En un artículo reciente usted menciona que a pesar de las diferencias económicas entre los países miembros de los Brics+, todos comparten un interés en la exploración espacial. ¿Por qué cree que esta convergencia en el ámbito espacial es significativa?
Las aplicaciones espaciales impulsan aspectos claves de nuestra sociedad moderna. Sus derivados contribuyen al desarrollo de la transportación, comunicaciones, salud pública, defensa y manejo de desastres. Cada vez que hacemos una transacción financiera, usamos programas de navegación o revisamos el pronóstico del tiempo, nos valemos de aplicaciones directamente relacionadas a la actividad espacial.
Dado su rol integral, el desarrollo de capacidades para analizar información geoespacial, la operación de satélites nacionales avanzados o el desarrollo de vehículos de lanzamiento representan hitos importantes para los gobiernos nacionales. Ya sea para mantener una posición de liderato global, como en el caso de Estados Unidos, o para impulsar el desarrollo económico y social, como en el caso de Brasil, los países buscan establecerse en este sector.
Esta convergencia es resultado de lo que se ha conceptualizado como la “democratización” del espacio, proceso que se produjo en gran medida por el mayor acceso a tecnología que solía ser sumamente costosa. La proliferación de nuevas aplicaciones espaciales contribuye a desarrollos prometedores, pero también presupone mayor complejidad en la toma de decisiones sobre cómo manejar recursos vitales –y limitados– responsablemente.
Usted hace referencia al potencial de los Brics+, una alianza que hasta ahora no ha tenido un gran significado concreto, indicando que una eventual asociación para trabajar en el espacio podría darle una significación real. ¿Podría profundizar al respecto?
En vez de pretender analizar el significado de la alianza político-económica que es Brics, mi intención es subrayar que a pesar de que esta y otras alianzas se forman fuera del ámbito espacial, pueden impactar los desarrollos en este campo tan crítico.
Los proyectos de colaboración internacional son complicados, y dada la brecha tan amplia que existe entre los programas espaciales de los países miembros de Brics+ –que se ampliaría a 11 si los nuevos miembros se adhieren formalmente–, me parece poco probable que el grupo entero busque establecer nuevos proyectos espaciales. Sin embargo, ya hemos visto nuevas actividades conjuntas entre algunos miembros, lo cual se puede atribuir, en parte, al esquema de organización que propone dicha alianza. Aunque no tengan que ver con el tema espacial directamente, alianzas como Brics pueden motivar relaciones más estrechas entre instituciones claves. Dado que el tema espacial es de prioridad para los miembros, no me sorprendería que surgieran nuevos esfuerzos bilaterales o se reforzaran lazos existentes como por ejemplo entre China y Argentina en materia espacial.
Afirma también que la expansión de los Brics+ puede tener un impacto en la gobernanza espacial. ¿De qué manera podría darse ese efecto?
Algunos miembros de Brics+, como Brasil, han comunicado su interés en utilizar la alianza para ejercer presión y transformar instituciones multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La ONU representa un foro clave para las discusiones espaciales y allí se han visto los efectos de posturas que responden más a asuntos propios de la política exterior. Como resultado de estas alianzas es posible una dinámica más compleja en las votaciones sobre resoluciones en materia espacial. Por un lado, el cálculo de países miembros de Brics+ cuyos programas espaciales sean incipientes puede incluir la atracción de proyectos colaborativos a corto plazo con gigantes espaciales como China. Por otro lado, países como los Emiratos Árabes Unidos, cuyos programas están bastante establecidos, pueden enfatizar la flexibilidad a largo plazo para no obstruir posibles colaboraciones con potencias espaciales fuera de la alianza.
A menudo los temas discutidos en los foros internacionales espaciales se estudian de forma aislada. Mi intención es centrar el análisis en un contexto más amplio donde consideremos también otras dinámicas, como la evolución de relaciones bilaterales o multilaterales. De igual forma, los expertos siguiendo desarrollos internacionales a nivel macro deben tener en cuenta las discusiones sobre gobernanza espacial ya que no están desasociadas de temas importantes. Esto lo vimos, por ejemplo, ante el debate sobre el uso de tecnología espacial comercial en la guerra en Ucrania.
¿Cuáles son los principales desafíos regulatorios del espacio?
La democratización del espacio ha dado pie a usos sumamente innovadores con el potencial de avanzar en metas importantes para actores públicos y privados. Cuando se sentaron las bases legales a principios de la era espacial, era imposible prever estos usos. Al igual que en otros campos tecnológicos, el marco regulatorio ya no cuadra y es necesario actualizarlo para balancear la innovación y el uso responsable.
Al considerar las actividades espaciales se añade el cambio dramático en quién participa e influencia esta área. Consideremos que además de más países, hoy participan actores tan diversos como las compañías multinacionales y equipos de estudiantes universitarios. Por otra parte, hay decenas de planes para expandir las actividades espaciales en la luna y otros destinos en el sistema solar. Aunque los principios básicos –como el uso pacífico y la transparencia en las actividades– seguirán vigentes gracias a los tratados internacionales existentes, debemos tener presente que cada ambiente trae nuevas preguntas que hay que abordar dentro de un marco político y legal.
Por otro lado, ¿cuáles son los riesgos y las oportunidades de que el ser humano esté interactuando en el espacio?
Llevamos décadas aprendiendo cómo utilizar el espacio para beneficios importantísimos en la Tierra. Además, hay mucho por descubrir y los avances científicos posibilitan investigaciones sumamente emocionantes, tanto en el universo como en nuestro propio planeta. Sin embargo, el espacio no es infinito y sabemos que las prácticas que adoptamos pueden impactar nuestro uso en el futuro. Definir cómo balancear los intereses de distintos actores, proteger el acceso de generaciones futuras a las órbitas espaciales y evitar el conflicto figuran entre los principales retos con relación al uso del espacio.
¿Cuál es la actividad espacial en Latinoamérica?
Hay actividad espacial en Latinoamérica tanto en el ámbito tecnológico como en el desarrollo de capacidades relevantes. Destaco la Asociación Latinoamericana de Derecho Aeronáutico (Alada), que recién cumplió 60 años, y la Red Latinoamericana y del Caribe del Espacio (Relaca Espacio), que conecta a universidades e instituciones desde el 2016.
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