En diálogo con La Mañana, el reconocido economista Carlos Steneri, quien este miércoles será homenajeado por la Academia Nacional de Economía, señaló que el Banco Central del Uruguay (BCU) debería bajar la tasa de referencia, que hoy es “muy alta”, a niveles “más acordes” con la inflación actual. En otro orden, recordó su experiencia en la crisis del 2002 y analizó la situación de la economía nacional.
Este miércoles la Academia de Economía le rendirá un homenaje por su trayectoria. ¿Cómo lo toma a nivel personal?
Nunca me lo imaginé. Me siento sumamente honrado y emocionado. Lo entiendo inmerecido. A uno lo hace recordar tantos episodios de la vida profesional, muchos de los cuales ocurrieron fuera del país. Y si la Academia de Economía entiende que a través de mi profesión pude hacer algo por el país, bienvenido sea. Es lo máximo y creo que excesivo, pero estoy muy contento.
En esa reconocida trayectoria tuvo un papel muy importante en la crisis del 2002. ¿Qué reflexión le merece haber estado en un momento como ese, que marcó la historia del país?
Siempre en estas cosas hay una dosis de casualidad. Me tocó a mí estar actuando en esa época. Quizás desde el punto de vista profesional fue el momento más importante tanto en lo que hace a mi gestión como en lo personal. Fue una experiencia única y espero que irrepetible para el país. Ojalá nunca estemos en una situación similar, pero también creo que sirvió para consolidar y refundar temas que están insertos en el funcionamiento de nuestra sociedad como el cumplimiento de los contratos, la plena vigencia de la ley.
Yendo a la actualidad del país, ¿cómo ve la economía uruguaya?
La veo estabilizada, obviamente que me habría gustado que se hubiera consolidado más desde el punto de vista macroeconómico. De vuelta el déficit fiscal se nos ha escapado, no a niveles preocupantes, pero sí a niveles que generan distorsiones y problemas en la economía. Tener un déficit fiscal alto y un gasto muy elevado tiene impactos negativos, pone un lastre muy importante a la actividad productiva y genera pérdida de competitividad al país, porque implica altos impuestos. Por otro lado, produce distorsiones que tienen un efecto que no se ve en el corto plazo, pero en el largo plazo nos vamos acostumbrando a que el gasto público sea parte del funcionamiento y que eso esté bien, pero no es así, acá hay mucho gasto público innecesario que de alguna forma está tironeando al sector productivo.
Y un gasto público elevado que imagino que estando cerca de las elecciones no se puede pensar en una reversión.
Por supuesto, por distintas razones, y no es porque la administración actual no intente mantenerlo en regla, pero hay una vocación de la sociedad que uno puede ver en el sistema político con leyes y propuestas que se van planteando, que fueron aprobadas o están en vías de aprobación, que hacen que el gasto público vaya aumentando lentamente.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, reformas de las cajas paraestatales que requieren recursos del Estado, son cientos de millones de dólares que se agregan al gasto público, no instantáneamente, pero se van agregando a lo largo de los años. Tenemos colectivos que entienden que el Estado, que en definitiva es el bolsillo de todos los contribuyentes, tiene que solucionarles o aliviarles un problema particular, y eso va alimentando el gasto público. Si uno mira lo que ha pasado los dos o tres últimos años, se van agregando pequeñas capas, una arriba de la otra, que son cargas fiscales que después crean este tipo de problemas. Esto viene desde antes, es un crecimiento muy pequeño año tras año, pero que siempre crece, nunca ocurre lo contrario.
En una entrevista con La Mañana en abril, usted dijo: “La reversión de la política del BCU va en la dirección correcta, porque con lo que estaba haciendo generaba efectos negativos”. En ese momento la autoridad monetaria había bajado la tasa de interés. ¿Tendría que seguir por ese camino?
La baja de la inflación más potente que la que esperaba el propio BCU indica un aflojamiento de la política monetaria, no estoy diciendo un relajamiento, pero sí bajar la tasa de referencia a niveles más acordes con la inflación que tenemos. Si estamos en un nivel de 4% y la tasa de política monetaria anda en el 9 o 10%, es una tasa de interés real muy alta, por lo tanto, tiene que haber una baja de la tasa en las próximas reuniones del Copom.
La economía también se ha visto afectada por los efectos de la sequía. ¿Cómo lo analiza y cuáles son las perspectivas para el negocio agropecuario?
La sequía tuvo un impacto instantáneo en algunos rubros como la agricultura, mientras que en otros, como la ganadería, tiene efectos que se ven a un plazo más largo por atraso en producción de terneros, por distorsiones en la estructura del rodeo vacuno. La agricultura puede pasar de un estado malo a uno bueno instantáneamente, como se espera este año tener una buena cosecha de cultivos de invierno y hay expectativas de que la producción de soja va a ser mejor que la del año pasado, por lo tanto, va a haber una recuperación si no ocurre nada extraño. En cuanto al endeudamiento, el sector está mejor que en otros años y hay un manejo más prudente del financiamiento del endeudamiento. El sistema bancario y en particular el Banco República, tuvieron una actitud muy proactiva para ayudar a los productores, aliviarlos de los efectos de la sequía y permitirles continuar con la actividad. Lo que antes podía haber sido un problema, es un tema que está mucho mejor manejado.
Algo que afectó también a la economía fue el desvío de consumo hacia Argentina, que impacta directamente sobre los comerciantes de frontera. El Gobierno ha tomado ciertas medidas con el objetivo de mitigar estos efectos. ¿Cómo evalúa esta realidad? ¿Se podrían tomar otro tipo de acciones para contrarrestar esos impactos o excede lo que puede hacer el Gobierno?
Lamentablemente, yo creo que excede lo que puede hacer el Gobierno. Si estamos en una economía abierta, libre y hay una diferencia de precios tan alta con Argentina, obviamente vamos a sentir los efectos por más barreras que pongamos. Hay dos consecuencias, primero, recibimos menos turismo, y segundo, tenemos un turismo saliente que va a un destino muy barato y de paso hace compras que luego deprimen el mercado doméstico. Es una realidad. No digo que haya que bajar los brazos, pero hay que tener en cuenta que no se puede hacer demasiado y mi percepción es que esto va a continuar por lo menos un año más. Tendremos que adaptarnos y es parte de vivir en este vecindario.
¿Cómo ve el tipo de cambio, que estuvo bastante planchado y actualmente está en un proceso de aumento? ¿Es una buena noticia para el sistema productivo?
Toda evolución del tipo de cambio que haga que nuestra economía sea más competitiva, es bienvenida. Ahora, es muy difícil saber cuál va a ser la trayectoria. El déficit fiscal financiado con deuda externa genera una sobreoferta de dólares que de alguna forma deprime el tipo de cambio. Por otro lado, si estamos recibiendo mucha inversión extranjera, que es bienvenido, eso tiende a deprimir el tipo de cambio. Por lo tanto, es la sumatoria de una cantidad de efectos, algunos de los cuales son factores positivos para el país como la inversión extranjera, pero tiene al mismo tiempo ese problema. Somos una economía pequeña, abierta en lo financiero, y obviamente que todo impacto que recibamos del exterior tiene efectos en el tipo de cambio tanto en su apreciación como en su depreciación. Lo que ocurre ahora es bienvenido, pero no me animo a dar ningún tipo de proyección hacia adelante.
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