Es el momento de los directores técnicos. Mientras se terminan las temporadas de fútbol profesional en Uruguay, Argentina y Brasil, los que llevan estadísticas manejan que los cambios de entrenadores de los clubes van de 31 a más de cuarenta por liga. Cada vez duran menos y en la misma Eliminatoria sudamericana ya han caído varios en las primeras fechas.
Nuestro fútbol no podía ser ajeno a ese fenómeno. En el caso de Peñarol, pasaron Alfredo Arias, Darío Rodríguez y ahora el técnico es Diego Aguirre, tras un par de suplencias de Juan Manuel Olivera. Por el lado de Nacional, el año comenzó con el argentino Ricardo Zielinski, prosiguió con Álvaro Gutiérrez y ahora llegó el turno del Chino Recoba.
Mientras tanto el mundo del fútbol se vio convulsionado tras la victoria de Argentina sobre Brasil en Maracaná, cuando en conferencia de prensa Leonel Scaloni fue algo ambiguo dando a entender que no se sentía con fuerzas para seguir al frente del seleccionado campeón mundial.
El caso Broli-Aguirre
Fue muy comentado. Es cierto que los resultados y sobre todo el fútbol que mostraba Peñarol dirigido por Darío Rodríguez dejaban mucho que desear. Pero el tema polémico no fue el cese del entrenador ni la llegada de Aguirre, sino la forma. Peñarol venía de perder gran parte de su ventaja en la tabla anual y comprometer su chance en el Clausura cuando unos días antes del acto eleccionario cesó a Darío. Si bien podía haber temas futbolísticos, llamó la atención un cambio de entrenador a poco del final de un campeonato que ya tiene asegurada la presencia carbonera en la definición.
Todo indica que ante la paridad existente antes de las elecciones, el presidente Ruglio supo interpretar el descontento de un sector de los socios, que se vieron contemplados por su decisión y aún mucho más con el anuncio inmediato de que el técnico, después de las elecciones, pasaría a ser nada menos de Marcelo Broli.
La victoria electoral de 44 sobre 39 por ciento parecería indicar que tenía que ver con una noticia que generaba consenso en todos los peñarolenses: en algún momento debía ser el turno de que Broli llegara a la primera de Peñarol. Nunca está de más recordar que fue el conductor del Peñarol campeón de la Libertadores sub-20 en 2021 y luego campeón mundial con la Celeste en el Mundial sub-20 de Argentina.
Lo insólito fue que Peñarol con el interinato de Olivera perdió el domingo, al otro día de las elecciones, y el lunes se reunieron Ruglio y Broli. Cuando la negociación no estaba aún cerrada porque la oferta era bastante menor que el pedido del representante del DT, sin mediar más avisos, se le ofreció el cargo a Aguirre.
Broli quedó molesto. Todo indica que la estrategia era “partir la diferencia”, pero la ansiedad del club por tener el DT en cancha el mismo martes, o a más tardar el miércoles para encarar el partido del viernes ante Plaza Colonia, llevó todo a precipitarse.
El debut de Aguirre fue con un empate incoloro ante el casi descendido Plaza y el regreso a la victoria tras cinco partidos ante Fénix, sin brillo alguno pero con poco para reprocharle. Diego está en la historia grande del club por su gol en la Libertadores de 1987, pero también como DT supo ser campeón cada vez que pasó por el club.
Quedó flotando la sensación de que se utilizó la imagen de Marcelo Broli como campeón del mundo para definir la elección y luego no se fue del todo generoso en la propuesta económica. El tiempo dirá si las decisiones tomadas por unos y otros fueron las acertadas.
El caso Recoba
Nacional no esperó a Zielinski, quién duró muy poco. Álvaro Gutiérrez llegó con la aureola de ser un experto en apagar incendios. El Guti hizo una buena Libertadores, compitiendo de igual a igual con clubes poderosos como Inter de Porto Alegre y Boca Juniors, pero en el plano local falló. Y la gente comenzó a ponerse en su contra, por lo que el club lo cesó y confirmó al DT de la tercera como técnico principal. El Chino es un ídolo del club y se le ofreció un contrato hasta fin de 2024. Sin embargo, la gente lo mira con una lupa especial, desconfiando de lo que podría ser su inexperiencia en el cargo. Nadie se anima a asegurar que ese contrato se cumpla en su totalidad.
Los primeros partidos no fueron buenos, la críticas comenzaron a caer, y el clásico que estuvo a punto de ganar pero terminó en empate en el Gran Parque Central movieron la interna.
Parecería que en el último partido comenzó a enderezarse y lo que se está viendo es raro. Nacional sufre haber abandonado toda lucha por el campeonato demasiado temprano y estas fechas suenan a partidos donde hay mucho más para perder que para ganar. De resultados que no sirven de mucho dependerá o no la continuidad de Recoba al frente del primer equipo. Merece algo más de tiempo y además poder armar su plantel para 2024. Agarró, como se dice, un fierro caliente.
El caso Scaloni
Si bien Argentina acababa de infligirle a Brasil su primera derrota de local por Eliminatorias en toda la historia, quienes saben ver fútbol pueden ubicar ese partido en su justa medida. El encuentro fue mediocre, con dos equipos que distan de un rendimiento acorde. Ambos venían de ser superados por Uruguay en forma incuestionable.
Lo de Brasil es peor. No tiene DT definitivo ya que la changa la está haciendo Diniz, el campeón de la Libertadores con Fluminense, mientras se espera concretar la llegada del italiano Ancelotti. A pesar de las estrellas que posee, acumula un empate oprobioso con Venezuela de local, dos derrotas ante Uruguay y Colombia de visitante, y el consabido vejamen sufrido una vez más ante los argentinos en el frágil Maracaná, en donde no se hizo fuerte ni cuando lo inauguró en 1950, como todos saben.
Ante ese Brasil el equipo de Scaloni ganó, en medio de una batalla que incluyó que Messi se llevara a los suyos al vestuario al ver incidentes en las tribunas que hicieron peligrar la realización del juego. Argentina no hizo un gran partido, pero cuando sos campeón del mundo y ganás un clásico de visitante nada debería importar.
Sin embargo… Scaloni dio a entender que se iba, dejando más dudas que certezas en la conferencia.
Se sabe poco, pero habría tres razones que juntas o separadas podrían haber sido clave. Por un lado, una fiesta programada por los futbolistas en la misma noche de la derrota con Uruguay, con mensajes en redes ofreciendo 1500 dólares y pasajes a modelos e influencers argentinas, mostrarían que faltaba concentración, ya que pocos días después viajarían a Río.
Otro tema sería la disconformidad con el salario demasiado terrenal del DT campeón mundial, justo cuando, por ejemplo, su compatriota Marcelo Gallardo firmó en Arabia Saudita por un año a cambio de veintidós millones de euros. Serían 22 veces más que lo que gana Scaloni, que sabe que con su currículum conseguiría lo mismo o más en diez minutos de negociaciones en el Golfo Pérsico y adyacencias. Por si fuese poco, trascendió que aún no cobraron los premios del Mundial, cuando ha pasado un año. Es que los cuarenta millones de FIFA y los diez millones de Conmebol si entran a la Argentina bajan a la mitad, fruto del sistema cambiario imperante y nadie quiere hacerse cargo.
Lo último, y no por eso menos importante, habría sido la presión recibida por el oficialista (hasta el 10 de diciembre) presidente de AFA, Claudio Tapia, para que Scaloni se sacara una foto con el candidato Massa la semana anterior a la elección que ganaría Milei.
Todo esto forma un combo perfecto para que el meritorio técnico argentino, al que nadie quería hace dos años, se haga desear y especule con nuevos y suculentos horizontes.
Mientras tanto, Marcelo Bielsa encamina a una estupenda generación a mostrarse como la mejor selección del continente. Para confirmarlo habrá que esperar la Copa América 2024 y luego proyectarse al Mundial 2026, en donde, como ya he escrito en está página antes del mundial anterior, Uruguay se encamina a ser firme candidato.
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