La COP28 en Dubái puede analizarse en función de muchas aristas y posibles resultados, pero en la actualidad, cuando el tema climático es central en la agenda global, teniendo claridad en relación con los objetivos y necesidades, el centro del problema son los recursos para financiar la imprescindible y urgente transición verde.
Uno de los mayores obstáculos para avanzar en el combate al cambio climático es el financiamiento de la transición verde, que requiere una cantidad de recursos enormes y cambios en las matrices de producción en todos los niveles. Estos volúmenes de recursos en los tiempos que corren –con dificultades en crecimiento, altas tasas de interés e incremento en los niveles de deuda– generan mayores complejidades a las que el propio financiamiento verde requiere. Pero alcanza con analizar los mercados de hidrocarburos con identificar posibles disponibilidades.
La necesidad de financiamiento ha tomado tal magnitud que se ha puesto como el principal desafío de la propia Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28). Para que esta sea considerada un éxito tendrá que lograr un avance, que se necesita con urgencia, en materia de financiación climática. Hasta el momento se vienen haciendo esfuerzos en la búsqueda de fondos y herramientas por desarrollar en este sentido, tanto en el plano multilateral como de los gobiernos nacionales y a menor escala. En este gran evento se plantea concretar un mecanismo que proporcione al Sur Global al menos un billón de dólares al año para invertir en desarrollo y mitigación y adaptación al cambio climático. Para ello lo primero es identificar las fuentes para generar estos recursos entre los que hoy se piensan como parte de los que más afectan al medioambiente. Entre ellos, los propios grandes productores de hidrocarburos deberían ser quienes se comprometan en aportar parte de las ganancias y recursos provenientes de su actividad a disponer de un fondo que facilite la transición verde, principalmente a quienes disponen de menos recursos y son los más afectados, el Sur Global. En este sentido, se afirma que los petroestados deben tomar la iniciativa en materia de financiación climática.
La adaptación al cambio climático requiere numerosos recursos financieros. Lo cierto es que los existentes, o al menos disponibles hoy, no alcanzan para cubrir las necesidades de adaptación que tienen los países. En este sentido, se vienen generando propuestas y búsqueda de alternativas que implican al menos tres temas: primero, la identificación y generación de recursos necesarios para este tipo de inversiones y que los mismos sean coherentes con lo que se proponen; segundo, la creación de los mecanismos para concreción de los fondos y su uso; y tercero, los criterios de distribución de esos fondos, ya sea desde la captación hasta la asignación.
Si comenzamos por el tercer elemento, se ha generalizado el apoyo al principio de una distribución justa de la carga. Esto significa, como señalan recientemente en un artículo en Project Syndicate Ban ki Moon, Vaira Vike Freiberga y Laura Chinchilla Miranda, que “los países y sectores que históricamente han contribuido más a las emisiones de gases de efecto invernadero y cuentan con los ingresos per cápita más altos deberían soportar una mayor parte de los costos de la acción climática global”. A esta escala, con un formato impositivo no alcanza, si bien es un componente necesario. Se requieren otros instrumentos, como elevadas garantías de emisores históricos y actuales que también tienen la responsabilidad de pagar su parte en esta lógica de distribución justa.
En cuanto a la existencia de recursos, ¿existen? La crisis energética ha tenido como resultado importantes ganancias en estos negocios, tanto de privados como de Estados que están en el negocio de los grandes productores de hidrocarburos. Entidades como la Agencia Internacional de Energía muestran el incremento de ingresos petroleros, con aumentos de hasta cuatro billones de dólares en 2022, muy superiores a los promedios de los años anteriores, estimados en 1,5 billones aproximadamente.
En términos comparativos, en el propio artículo que mencionamos se destaca que estos montos son al menos veinte veces la ayuda exterior de los donantes oficiales en el pasado 2022, más de treinta veces las asignaciones de todos los bancos multilaterales de desarrollo, y mucho más de lo que destinan los países ricos al tema. Hasta el momento se ha visto aportes que obtenidos de empresas privadas, pero en los hechos falta seguir reforzando estos mecanismos que permitan captar mejor desde las ganancias adicionales en actividades que no contribuyen hacia actividades que sí lo hagan. Pero falta reforzar la generación de mecanismos con los que se obtengan fondos de las empresas estatales que controlan parte importante de la producción de petróleo y que son actores fundamentales y de mucho poder en este mercado. Estos también vienen haciendo crecer sus ganancias en el contexto actual del mercado de hidrocarburos, se estima que en al menos en 55 por ciento entre 2021 y 2022.
Finalmente, en segunda observación. La creación de los mecanismos para concreción de los fondos y su uso es el desafío. Esto sería lo que permita concretar que estos fondos identificados se hagan disponibles, lo que implica la voluntad de los que deben estar involucrados. En este sentido, se ha puesto como un posible punto de inflexión la propia COP28 hasta el límite de ser lo que pueda determinar el éxito o no del encuentro más allá de las declaraciones finales.
La Conferencia 2023 en Emiratos Árabes Unidos, uno de los grandes petroestados, podrá ser considerada un éxito si logra el compromiso de destinar recursos de las ganancias de la propia actividad de hidrocarburos a mecanismos que permitan acelerar y concretar la transición verde en el Sur Global. Esto no termina de dejar de ser un hecho geopolítico relevante, en el que los líderes mundiales y en particular de los productores de petróleo y referentes del Sur Global serán claves para el posible avance, haciendo que quienes más han acelerado el sobrecalentamiento global y el cambio climático paguen su deuda justa y sean el camino que viabilice la necesaria transición verde.
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