Las marcas uruguayas de ropa y alimentos son hoy parte del ambiente en shoppings, supermercados y calles de Asunción, la capital paraguaya. En menos de una década, se hizo notable la presencia de exportaciones e inversiones provenientes de empresas con sede en Montevideo. Tiempo atrás, la prensa local reportaba la presencia de inversores uruguayos en busca de tierras para la producción agropecuaria, pero la acción empresarial se ha extendido al desarrollo inmobiliario, la construcción, el comercio al menudeo de prendas femeninas de vestir y los servicios de software y marketing.
Las inversiones uruguayas, según cifras oficiales del Banco Central de Paraguay, rebasaron los 100 millones de dólares a mediados de 2018, lo que ha sido acompañado de un incremento constante en las exportaciones hacia el país mediterráneo. El último salto se dio de 2017 a 2018, al pasar de 104 millones a 137 millones.
La cantidad puede parecer poco significativa para el valor total de las exportaciones anuales uruguayas, que en 2018 fueron de US$ 9.000 millones (incluyendo las ventas de zonas francas), según Uruguay XXI, la entidad gubernamental responsable de supervisar el comercio exterior del país. Pero si se considera que en 1999 las ventas de Uruguay a Paraguay cerraron apenas en US$ 68 millones, entonces se observa que en 20 años el valor se duplicó y sigue en ascenso.
El monto de las exportaciones uruguayas a Paraguay se ha puesto al nivel de las chilenas, aunque todavía está muy por debajo de las ventas brasileñas y argentinas, de acuerdo con las estadísticas del Banco Central de Paraguay (BCP).
Los productos uruguayos no solo son leche y quesos, dos de los tradicionales productos uruguayos de exportación, sino también cemento, pinturas, calentadores eléctricos de agua, abonos, pañuelos desechables, papel higiénico y anticonceptivos, entre otros.
Viejos anhelos de una mejor relación económica entre Uruguay y Paraguay se han venido cumpliendo de a poco y sin hacer mucho ruido en los medios de comunicación. Hace 50 años, las exportaciones uruguayas a Paraguay no alcanzaban siquiera el millón de dólares.
Uno de los momentos relevantes -aunque poco espectaculares- en este proceso de integración económica ocurrió en octubre de 2015, cuando los bancos centrales de ambos países adoptaron un “sistema de pagos en moneda local”, uno de cuyos propósitos fue el de animar la actividad de medianos y pequeños empresarios para que realicen operaciones a través de bancos locales, prescindiendo del dólar estadounidense.
El triunfo de Luis Lacalle Pou en las elecciones presidenciales de noviembre pasado renovó las expectativas de un mayor intercambio económico entre uruguayos y paraguayos.
La balanza comercial entre Uruguay y Paraguay ha sido de altibajos, favoreciendo últimamente al país mediterráneo. Además de la yerba mate, muebles, cerámica, manufacturas de aluminio, hierro y vidrio, sombreros, paraguas, calzados, vestimenta, papel y cartón, en 2013 el BCP comenzó a registrar la venta a Uruguay de vehículos de navegación, un campo de larga tradición en los astilleros paraguayos. Este tipo de compras no es siempre constante. Apareció en 1995 con un monto total de 195 mil dólares, pero de 2013 a 2017 acumuló 86 millones de dólares.
Tras la elección uruguaya, el presidente paraguayo Marió Abdó Benítez hizo público su mensaje de felicitaciones a Lacalle sin hacer referencias a algún tema de la relación bilateral o, al menos, a las afirmaciones del mandatario electo sobre el fortalecimiento de las relaciones comerciales con Paraguay y el Mercado Común del Sur (Mercosur).
El 21 de marzo de 2017, en su calidad de senador, Lacalle afirmó que Paraguay “es un país que avanza, produce y se tecnifica”, que cada vez está mejor posicionado en los mercados internacionales y atrae inversores.
En una reunión con el entonces presidente Horacio Cartes (2013-2018), Lacalle también destacó la importancia de un convenio firmado el 29 de mayo de 1981 por Uruguay, Paraguay y Bolivia, el Urupabol, para “mejorar las condiciones de navegabilidad en sus ríos”.
“Aquel viejo Urupabol sigue vigente y cada vez cae más necesario para el Paraguay y para nuestro país, que tiene vocación de ser el puerto y el lugar donde entran y salen mercaderías a este Cono Sur”, dijo Lacalle en una conferencia de prensa.
Los antecedentes del Urupabol se remontan a 1963, cuando los tres países pactaron actuar de manera conjunta en el Banco Interamericano de Desarrollo, en favor de acuerdos subregionales de cooperación e integración económica y cultural. En 1976, Uruguay acordó con Bolivia y con Paraguay la facilitación de una zona franca en los puertos de Montevideo y Nueva Palmira para fines de almacenamiento de mercaderías y operaciones de comercio internacional. Sin embargo, el depósito no tuvo la atención debida y quedó prácticamente fuera de uso en 1995.
No todo es color de rosa
Por iniciativa de empresarios uruguayos y paraguayos, el gobierno de Cartes lanzó en 2017 un proceso de licitación para reactivar los servicios portuarios en beneficio del comercio internacional paraguayo.
La concesión fue obtenida por el consorcio denominado Gate Paraguay en diciembre de 2017, con lo que los exportadores paraguayos estarían mejorando tiempos de carga, trazabilidad de las mercaderías y una ventanilla única de trámites oficiales. A dos años de haber activado el proyecto, las áreas destinadas a facilitar la anhelada salida al mar están fuera de operación.
“¿Qué fue lo que ocurrió?”, preguntó Álvaro Rodríguez, director del consorcio en entrevista con La Mañana. “No encontramos eco acá en el Uruguay; no entendieron que éramos un actor de lujo para mover la carga”, lamentó el empresario, que también se quejó de la falta de cumplimiento de las autoridades paraguayas respecto a condiciones establecidas en el contrato con el consorcio.
“Si bien Paraguay tiene una serie de bondades, cuando llegas a la parte operativa encuentras irregularidades”, dijo el empresario al advertir sobre las dificultades que han experimentado empresarios uruguayos.
Una relación estratégica
Paraguay se ha convertido en un imán de inversiones extranjeras en el último decenio. La Comisión Económica para América Latina confirmó en su informe de 2019 sobre inversión extranjera directa la constante llegada de capitales a territorio paraguayo, alcanzando niveles nunca antes vistos en el país, no obstante que sigue siendo de los más bajos en la región.
A partir de los cambios políticos en los países de la región, el investigador adscrito a la Universidad de California en San Diego, Nicolás Albertoni, advierte que Paraguay podría consolidarse como un aliado estratégico del Uruguay.
“Lacalle Pou ha mostrado una visión interesante de cercanía a la región, pero que no implique anclarse aquí. Hay gobiernos que ven a la región como un tobogán. Yo quiero sugerir -por el contrario- la figura de un trampolín, que usemos para coordinar y salir (a los mercados internacionales). Y no dudo que el presidente electo y su equipo estén en esa línea”, dijo en entrevista el autor del libro de reciente publicación Uruguay como solución (Editorial Taurus).
“Somos parte de una región, eso es incuestionable, pero podemos ir juntos hacia afuera”, apuntó Albertoni. “El tema portuario, previendo nuestros intereses, es un ejemplo de algo que ya existe, pero podemos fortalecer aún más”.