En dialogó con La Mañana habló acerca de su visión sobre cómo es posible contribuir a la disminución del sobreendeudamiento de cientos de miles de uruguayos. Por un lado, destacó la educación financiera como pilar, por otro, planteó que es preciso ir al núcleo del problema, que tiene que ver con el acceso al mercado de trabajo “en condiciones razonables”.
Actualmente el sistema bancario privado capta el equivalente a veinte mil millones de dólares en depósitos, de los cuales presta solo catorce mil millones al sector privado no financiero. Lo restante está colocado mayormente en el Banco Central y en instrumentos de deuda pública. ¿Qué explica este “encaje” autoimpuesto tan alto?
Son dos cosas las que explican, principalmente, esta diferencia. Por un lado, la confianza en el sistema bancario uruguayo hace que el nivel de depósitos sea elevado y, por otro lado, en Uruguay, históricamente el crédito como porcentaje del producto es muy bajo. Según datos del Banco Mundial, el crédito como porcentaje del PBI es de veintiséis por ciento en Uruguay; después de Argentina, es el más bajo de todos los países de América Latina de los que se tienen datos, y menos de la mitad que en países con un PBI per cápita similar al uruguayo. Esto hace que se preste menos de lo que se puede prestar y se dé esta diferencia.
Los principales bancos de plaza son a la vez propietarios de algunas instituciones de intermediación financiera que ofrecen prestamos amortizables en cuotas a tasas de interés consideradas muy altas. ¿Por qué se da esta diferencia?
Hay varias decenas de empresas que ofrecen créditos al consumo que están registradas en el Banco Central y otras que están en proceso de ser registradas, porque hasta este año no tenía obligación de estarlo. De todas estas decenas de empresas solo un puñado pertenecen al grupo de algunos de los bancos, la mayoría no. Quiero hacer una precisión: en la ABPU están representados las siete instituciones bancarias que operan en el país y no tenemos que ver con las compañías de créditos al consumo ni las representamos.
Desde el punto de vista conceptual es posible explicar por qué existe esta diferencia de tasas de interés. La principal razón es que el público al que prestan las compañías de créditos al consumo es bien diferente al público bancario, en general tiene menor calificación crediticia o, directamente, no tiene calificación, por lo que son créditos más riesgosos. Es por esto que la tasa a la que se presta necesariamente es más alta.
Adicionalmente, en general, son préstamos por montos reducidos. Como hay costos fijos asociados al otorgamiento de un crédito, este mayor costo como porcentaje del crédito se traduce en una mayor tasa. Si, por ejemplo, ese costo fijo fuera de tres mil pesos, es bien diferente cuando el crédito es de diez mil pesos que si es de 150 mil pesos: los tres mil de costos fijos representan porcentajes muy diferentes dentro de un monto de diez mil o de 150 mil, por ello préstamos más chicos conllevan mayor tasa para compensar los costos operativos.
Estos dos factores, junto a un mayor costo de fondeo, son los que hacen que las tasas sean mayores. Para bajarlo a tierra podemos ejemplificar con que la morosidad promedio en el crédito al consumo de los bancos es del tres por ciento aproximadamente; sin embargo, la morosidad promedio de las compañías de crédito al consumo supera el veinte por ciento, incluso algunas llegan al cincuenta por ciento. Si una compañía tiene una morosidad del treinta por ciento, solo para recuperar el capital invertido en términos nominales debe cobrar una tasa del 43 por ciento. A esto se suma, por otro lado, los costos de las tasas que cubren costos operativos, la que va para el propio costo de fondeo, los impuestos y una ganancia, porque todas las empresas buscan tener rentabilidad. Nos encontramos con tasas que efectivamente son elevadas, pero cuando se mira en detalle se ven las razones.
Esta modalidad se considera responsable, en parte, de los altos niveles de incumplimiento que, a su vez, han llevado a un sector de la población a una situación de exclusión del sistema financiero. Usted ha sugerido la educación financiera como acción preventiva y señala que en otros países existen mecanismos que permiten a las familias salir de esta situación. ¿Podría explicar esta idea?
La causa de los problemas de sobreendeudamiento no es por la elevada tasa, que más bien es la consecuencia, es un síntoma del problema. La verdadera causa de sobreendeudamiento de algunas personas y familias es la vulnerabilidad económica –no acceder al mercado de trabajo en condiciones razonables– y la falta de educación financiera. Las elevadas tasas agravan el problema de endeudamiento, pero no son la causa.
A nivel macro no tenemos un problema de sobreendeudamiento, las cifras muestran que el crédito como porcentaje del producto en Uruguay es muy bajo, y el crédito al consumo como porcentaje del producto también es muy bajo en la comparación regional y mundial con los pares comparables. Claramente hay un problema a nivel de determinadas familias y empresas, pero no a nivel macro. Entonces, sí tenemos un problema en grupos puntuales, pero es importante identificar la causa para idear soluciones adecuadas, porque una solución que no ataca el núcleo podría generar un problema mayor. Es un tema muy complejo y multicausal, y no es sencilla ni evidente la solución, si lo fuera el problema ya estaría resuelto.
La falta de educación financiera es una de las causas y una de las herramientas claves para resolver el problema. Es un tema en todo el mundo, no solo en Uruguay hay falta de educación financiera. En parte, es porque el problema del endeudamiento es un tema nuevo, nuestros abuelos no tenían complicaciones de sobreendeudamiento porque no había crédito disponible: primero ahorraban y después gastaban. Al ser un tema moderno, estamos aprendiendo.
La educación financiera se refiere a que las personas puedan identificar cuándo tomar deuda y cuándo no, que sepan evaluar diferentes opciones de créditos disponibles y escojan la más apropiada, que tengan el conocimiento y la disciplina para organizarse de forma de hacer frente a sus compromisos, que entiendan las consecuencias a las que se enfrentan cuando se incumple el pago de la deuda.
Cuando se repasan algunas comparecencias al Parlamento de autoridades de la Unidad de Defensa al Consumidor del Ministerio de Economía se ven algunos ejemplos en los que se detalla que una persona se compró un bien y no pudo afrontar la cuota. Claramente hay personas que se endeudan por comprar medicamentos o alimentos, pero hay otro tanto que si lo hubieran pensado con más herramientas no hubiesen hechos algunas comprar. Las decisiones se deben tomar con información, y para tomar decisiones financieras informados es importante tener educación financiera, pero esto lleva tiempo. La Administración Nacional de Educación Pública ha dado un paso muy importante, porque a partir de este año empiezan a impartir educación financiera a nivel nacional. Este tipo de educación se precisa en todas las edades. Creo que cada vez hay más interés de los comunicadores en hablar de estas cosas, cada vez más foros, estamos mejorando en este tema, aunque aún hay mucho por hacer. Es algo que se resolverá en el muy largo plazo.
¿Se podría hacer algo en el corto plazo?
En el corto plazo se puede generar mayor información. El crédito es una relación que inherentemente conlleva una gran asimetría de información, lo que significa que cuando se presta dinero a alguien, quien pide el crédito sabe mucho más de su capacidad y voluntad de pagar en tiempo y forma que quien presta. Concretamente, si voy a prestar dinero a alguien que facilita su información de cómo paga, por ejemplo, luz, agua, teléfono, impuestos, alquiler, tengo un mejor panorama de si podrá pagar un crédito o no. Como ese ejemplo, hay muchas formas de incorporar mayor información para que quien presta pueda identificar quién tiene mayor probabilidad de pagar. Cuanto más se preste a malos pagadores, más se cargará a los buenos pagadores con mayor tasa para compensar el riesgo de incumplimiento. Otra medida puede ser bajar los costos, porque Uruguay es un país caro y con alta carga impositiva. También se podrían pensar mecanismos de garantías, por ejemplo.
Lo que está claro es que el tema de las tasas altas tiene múltiples causas y no es poniéndoles topes como se resuelve este problema, más bien se empeora la situación porque hay una razón económica por la que determinadas empresas cobran tasas altas y un determinado contexto que lleva a eso. Si en lugar de atacar las causas, se ataca el elemento visible (las tasas altas) lo que pasa es que un segmento de la población no podrá acceder al crédito formal y se irán al informal, y ese crédito tiene tasas altísimas, hablamos de decenas de miles por ciento.
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