El músico uruguayo actualmente radicado en Ibiza Emil Montgomery, que en 1991 presentó su primer concierto combinando efectos visuales y sonoros en el Teatro del Anglo y en 1995 su hito Por la paz y la tolerancia en las escalinatas del Palacio Legislativo, vuelve a nuestro país a compartir una nueva experiencia surgida en 2018 a partir de su viaje a la Antártida.
Para conocer más acerca de este artista, que compone, produce y materializa creativamente las ideas mediante el lenguaje musical y la experiencia visual, desde Cultura de La Mañana entablamos el siguiente diálogo con él, previo a sus presentaciones del 1° y 2 de marzo en el Planetario de Montevideo.
Tu actividad artística en los últimos años se viene desarrollando principalmente en Uruguay, Mallorca e Ibiza. ¿Qué te aporta cada lugar?
Por ahora me siento cómodo en las Baleares. Me fascina su mezcla de naturaleza y mitología fenicia. Esto me ofrece suficiente inspiración como para darle continuidad al proyecto en el que estoy embarcado ahora, Aura, que propone sentir distintos espacios emblemáticos de nuestro planeta través de la música que produzco conectándome con ellos. He podido llevar a cabo intervenciones en fortificaciones musulmanas antiguas, como el Baluard de Sant Pere en Mallorca, y en fantásticas calas de Ibiza. Como dicen por aquí, la isla te atrapa. Pero soy un artista inquieto, en constante movimiento, en constante búsqueda. Por ahora me siento completo en Ibiza y viajando de tanto en tanto a Uruguay para compartir nuevas producciones con mi público.
A Uruguay vuelves el 1° y 2 de marzo, esta vez al Planetario, con Aura. ¿Es la misma obra que presentaste el 20 de mayo de 2022 en la Sala Nelly Goitiño y el 8 de agosto en Sa Caleta, en Ibiza?
No. Aura es el nombre del proyecto, pero voy produciendo distintos episodios dependiendo del concepto que estoy planteando. Por ejemplo, el que presenté en mayo 2022 en Uruguay se llamó Aura-La voz de la Tierra, porque presentaba la experiencia que viví en la Antártida en 2018. Aura nació allí, cuando fui a realizar una serie de intervenciones al aire libre. Tomé muestras sonoras de varios lugares y en un estudio bastante rudimentario que pude instalar en la base uruguaya Artigas produje una serie de paisajes sonoros que luego reproduje con mis instrumentos musicales en tres distintos espacios al aire libre. Todo esto fue registrado por una productora de cine, con cámaras sofisticadas y drones.
En Ibiza presenté otro episodio, interviniendo en las calas y proyectando imágenes gigantes vinculadas a la mitología fenicia. En Mallorca tuve la oportunidad de hacerlo interviniendo el gran Baluard de Sant Pere, la fortificación medieval que defendía la ciudad de Palma. Este nuevo episodio se llama Aura-Soundscapes, y propone un concierto lleno de paisajes sonoros, texturas y música en ciertos tramos bastante experimental, que se muestra como una avant première de lo que estoy preparando para fines de 2024.Un homenaje a mi querido Uruguay, interviniendo ahora distintos puntos emblemáticos naturales e históricos.
“Me fascina llevar adelante proyectos que parecen utópicos”, expresaste alguna vez. Por lo visto eso no ha cambiado en ti. Tus producciones implican gran trabajo de coordinación de sonidos, luces, imágenes, etcétera. ¿Cómo las solventas? ¿Qué apoyos tienes?
Soy un ferviente creyente de que absolutamente todo es posible. De que si lo creas en tu mente se puede materializar. Pero no alcanza con imaginarlo. Ese es el punto de inicio. Lo que realmente lo hace posible es que te enamores de tu idea. Así, todo el poder, la pasión, la suerte, el destino o como quieras llamarle, se pone de tu lado. Porque cuando estás en este estado, arriesgas todo por tu sueño. Así es que he ido solventando mis proyectos. No hay otro secreto.
Sucede que hay personas que se contagiaron de mis ideas, y desde distintos roles me han apoyado Y no solo en lo económico, sino en múltiples ámbitos. A modo anecdótico, recuerdo una de mis conversaciones con el gran Jean-Michel Jarre. Me preguntó quién había conseguido el dinero para producir aquel épico concierto en las escalinatas del Palacio Legislativo en 1995. Cuando le respondí que yo mismo, me miró con una expresión que no voy a olvidar, y me dijo: “Estamos vendiendo viajes a la Luna. Si se ponen a pensar un segundo lo que están haciendo, se darían cuenta de que es una locura”.
La vida se trata de eso, para mí. De materializar tu locura, de llevar adelante lo imposible. No podría vivir sin esa aventura. Me sentiría vacío. Por eso siempre digo lo mismo a quienes buscan mi opinión: “Enamórate de tu idea, de tu propuesta. Si no te enamora no es para ti. Luego ve y dalo todo por ella. No necesitas nada más”.
¿Cómo es tu rutina de trabajo? ¿Tienes un equipo de técnicos a cargo o tú con tu set de teclados, sintetizadores y un ordenador haces casi todo?
Todos los días compongo en mi estudio. Es un momento de conexión, de meditación. No importa qué esté sucediendo afuera, yo creo. Trabajo solo. Es un espacio muy personal. Compongo con un sistema de ordenadores sincronizados, varios instrumentos reales y otros virtuales. Con esta combinación puedo crear de todo.
“Space Is a Dream”, popularmente conocida como la Candomarcha, ¿cierra siempre tus espectáculos?
En ocasiones sí. La gente siempre la pide. Es mi hit. Pero muchas veces no, porque el concepto del show no tira para ese lado. Cuando el viaje es más ambient, suelo cerrar con otras cosas que se unan mejor al momento
Tus conciertos multitudinarios más recordados, como el de la escalinata del Palacio Legislativo, el del Hipódromo de Maroñas y en Punta del Este, donde te nombraron ciudadano ilustre, te colocan ante el público como un músico, artista, productor y performer bastante atípico dentro del panorama artístico nacional. ¿Qué sientes al respecto?
Sinceramente no me detengo mucho a pensar en todo eso. Siempre estuve atento a no distraerme con mis logros, porque cuando realizas hitos de este tipo es muy fácil sucumbir ante el ego, y el ego es el peor enemigo de la libertad. Una vez que compras tu propia referencia, basada en tus logros, empiezas a competir contigo mismo para mantener tu status quo y eso te aleja de tu libertad. Y la libertad es fundamental para evolucionar como artista y persona. No siento la necesidad de empoderarme a través del reconocimiento, pero lo agradezco humilde e infinitamente, de corazón. A las personas que me apoyan y a la vida misma.
TE PUEDE INTERESAR: