Cada 23 de febrero, desde hace tres décadas, se celebra el Día del Enfermero Militar, dedicado a aquellos profesionales que protegen, rehabilitan y cuidan a los ciudadanos dentro y fuera del país. Que se conmemore esta fecha en Uruguay es gracias al impulso del enfermero y Sargento (retirado) Walter Díaz, quien repasó la historia que enorgullece a estos trabajadores de la salud militar.
El 6 de agosto de 1991, el enfermero especializado en aparatos de yeso Sargento (retirado) Walter Díaz Portuguez, presentó una propuesta a la dirección del Hospital Central de las Fuerzas Armadas (Hcffaa) que impulsaba la creación de un día del enfermero militar, ya que había notado que en algunos países del mundo estos funcionarios eran reconocidos en una fecha especial, algo que, hasta ese entonces, no se había propuesto en Uruguay.
La iniciativa de Díaz llegó al director general del Servicio de Sanidad de la época, general Raúl Mermot, quien tomó la documentación y comenzó el proceso que, posteriormente, permitió cumplir con el proyecto. La fecha elegida para celebrar el Día del Enfermero Militar fue el 23 de febrero, en homenaje a la aprobación del reglamento de enfermeros de la sanidad militar en el año 1921.
“Cuando ingresé al hospital, busqué en diferentes bibliotecas y no existía el día del enfermero del Hospital Militar, y como siempre fui bastante curioso, comencé a buscar, tomar nota y vi que tampoco había una fecha concreta de la creación en la escuela de enfermería. Seguí hurgando y pude obtener una cantidad de historias sobre la enfermería militar y, por eso, elevé la inquietud al director de ese momento”, explicó Díaz en diálogo con La Mañana.
Recordó que los directores lo estudiaron y, de esa manera, fue tomando forma el expediente, hasta llegar a la fecha representativa del 23 de febrero. “En la carrera militar, antes de ese reglamento, no existían los cursos de enfermería, se aprendía en los cuarteles”, explicó.
Posteriormente y luego de diversos trámites, en 1994, el documento ingresó al Parlamento y se aprobó por decreto de ley por el Ministerio de Defensa, según Decreto 447/994, en octubre. “Luego de eso, al principio, estuvimos en el anonimato porque la celebración desde el hospital no se realizaba, pero seguí golpeando puertas, entonces, cada año, el director general de turno me recibía y yo le comentaba sobre el Día del Enfermero para que lo tomaran en cuenta con la idea de felicitar a esos trabajadores”, sostuvo el entrevistado.
A casi treinta años de aprobarse la fecha especial, y con un arduo trabajo de por medio, Díaz continúa buscando el reconocimiento de los trabajadores de enfermería militar, y es por eso que elevó una inquietud por escrito para solicitar al Correo Uruguayo un sello conmemorativo por el aniversario de la fecha. “Creo que lo vamos a tener pronto, aún estamos a la espera”, indicó.
Calidad de salud a la familia militar
Las diferencias principales entre un enfermero tradicional y uno militar, es que el segundo debe ser funcionario militar, además, cumplir funciones que otro enfermero no, porque debe salir en maniobras, hacer otro tipo de trabajo, y tiene que estar especializado para terrenos diversos según el servicio. A su vez, muchos participan en misiones de paz y se deben adaptar a diferentes costumbres e idiosincrasia de cada país al que llegan.
“Cuando el director general del hospital de la época me preguntó por qué había que reconocernos en un día especial, le dije que nosotros brindamos calidad de salud, junto con el médico, a la familia militar. No somos diferentes que otros, solo que la capacitación teórica y práctica del Hcffaa es muy elevada, se nos especializa más para otro tipo de escenarios”, detalló.
El reconocimiento no sumó mayores ingresos económicos, “nos sumó a nivel moral tener nuestro propio día para poder celebrar”, dijo Díaz. Comentó que aún falta mucho trabajo para reunirse cada 23 de febrero, “porque hoy las personas llevan una vida muy acelerada, y las instancias de reuniones implican disponer de un tiempo exclusivo para eso”, apuntó.
Actualmente, en conversación con el director Nacional de Sanidad de las Fuerzas Armadas, el general Hugo Rebollo, le comentó a Díaz que este año se desea realizar un evento diferente, una actividad más vistosa. “Hablé con casi todos los comandantes en jefes, jefe de centros de atención periférica de las Fuerzas Armadas, sanidad de la Fuerza Aérea, de la Escuela Militar y otras unidades, porque casi todos los 23 de febrero se hace una reunión, se realiza un balance de cómo viene la formación en la Escuela de Sanidad y el desarrollo de cursos”, expuso.
Una vida dedicada al Ejército: entre la música y la enfermería
Díaz llegó a Montevideo en 1975 en busca de trabajo, con la idea de ingresar en la Escuela de Músicos del Ejército, ya que tocaba en una orquesta en su lugar natal: Paso de León, Artigas. En esa época si no se contaba con una recomendación de un oficial o alguna autoridad, no daban ingreso a la escuela de música.
“Al no poder ingresar como alumno, seguí buscando y encontré una unidad que me permitió ingresar, y luego a su banda de músicos, entonces comencé a tocar en la Banda Militar de la Brigada de Infantería número 5, luego en la Escuela Militar. Fui instructor de la primera banda lisa combatiente de la Fuerza Aérea con el maestro de banda Walter Miño”.
Luego como bastón mayor de la banda de parada de la Armada, “tuve el orgullo de bajar el bastón mayor en el acto de la vuelta a la democracia en el año 1985, con la marcha diana General León de Palleja”, rememoró. “Tengo una historia muy linda dentro de la vida militar”, dijo. Luego de tocar en la banda de la Armada, se incorporó al Hospital Militar porque un jefe le sugirió que, por ser enfermero, fuera a trabajar allí.
“Cuando llegué al hospital hacía tantos años que había hecho el curso de enfermería que lo único que sabía era que la jeringa tenía una punta, pero siempre que me propongo algo le pongo alma, corazón y vida, y me propuse ser buen profesional. Recorrí todas las policlínicas del hospital y pedí hacer pasantías, lo hice en todas, aprendí el manejo de todo el Hospital Militar. Me fui enamorando de la enfermería poco a poco, luego intenté en diferentes especialidades hasta que opté por traumatología e hice el curso de yeso. Le debo mucho al hospital”, señaló el entrevistado.
Aseguró ser un “amante de la enfermería” porque implica empatía y dedicación, aunque “a veces nota que se está perdiendo”, lamentó. “Cuando tengo un paciente siempre trato de conversar, porque considero que la empatía es parte del tratamiento y de la cura. No me gustaría que se siga perdiendo la calidad humana”, subrayó. En ese sentido, comentó que tiene la sensación de que hoy se ha perdido un tanto la vocación, y que, a veces, con las nuevas tecnologías se disminuye el contacto médico-paciente.
Díaz llegó con ganas de hacer cosas y por eso empezó a investigar lo del día del enfermero militar, por eso, también, tomó la iniciativa de la creación de un sello conmemorativo. Aún activo con treinta años en el Hospital Policial y el sanatorio Crami en su profesión de técnico en aparatos de yeso, se encuentra en la búsqueda de la creación de la Asociación Nacional del Enfermero Militar de Uruguay para intercambiar sobre la especialidad con el mundo.
“Entiendo que hay momentos en los que te encontrás peleando solo en un desierto, porque no todos tienen tiempo de encarar asuntos como este, pero considero que hay que discutirlo, al menos, porque este es el camino para dejar nuestra profesión en lo más alto”, reflexionó Díaz, quien hoy sigue dividido entre la música y la enfermería, ya que es el bastón mayor de la banda de viejos camaradas retirados.
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