En un artículo titulado “Milei y la casta global”[1], el analista político Leonardo Orlando analizó recientemente lo que el presidente argentino denomina “la casta”, pero a nivel global.
¿Quiénes la integran? Según Orlando, no solo los políticos, sino todos aquellos que tienen alguna cuota de poder basada en el dinero, en sus cargos políticos o burocráticos en gobiernos u organismos internacionales, en la cultura, en la academia o en los medios de comunicación.
¿Cuál es el denominador común entre todos ellos? Son profesionales con título universitario. Citando a Michael Lind, Orlando concluye que “los diplomas universitarios son los nuevos títulos de nobleza”.
A priori, parecería saludable que el gobierno del mundo occidental esté en manos de la aristocracia intelectual. El problema es que hoy –dice Orlando–, la universidad “pone en peligro a las democracias liberales”. ¿Por qué?
El experto afirma que las universidades actuales “no incrementan los conocimientos, ni mejoran las aptitudes técnicas o las facultades de razonamiento de los graduados”. Solo garantizan que sus egresados tengan un mínimo de inteligencia, disciplina y capacidad de encajar en el molde ideológico en boga. La universidad del siglo XXI –dice Orlando– produce “mentes frágiles” que se ofenden fácilmente: son “intolerantes ante el disenso” y, para colmo, han “sacrificado la realidad y la ciencia en el altar de la ideología. […] “El caso paradigmático de este fenómeno es el de los ‘estudios de género’, verdadero movimiento sectario disfrazado de disciplina académica, que considera la biología como un enemigo y promueve una negación desinhibida de la realidad”.
La universidad ha dejado de ser el gran faro cultural de Occidente, para convertirse en su más radical enemigo: aborrece la cultura occidental y la culpa de todos los males del mundo. Por eso, ha ido eliminando progresivamente de los programas de estudio “todo el patrimonio cultural occidental, desde las artes hasta la filosofía y la literatura”.
Poco antes de que se publicara la nota de Orlando, Juan Manuel de Prada escribió una columna, “La involución de las especies”[2], que permite augurar el fin de esta casta global. ¿Por qué?
Según él, es falso que esta sea “la generación mejor preparada de la Historia”. “Los títulos universitarios que hoy se expiden –dice– son todo fantochería e impostura, montadas para halagar la vanidad de sucesivas generaciones que están siendo pastoreadas alegremente hacia la caverna platónica (¡qué digo caverna, jaula!). […] Nuestras almas se desecan, atrapadas en esa jaula donde solo son alimentadas con un tráfago de banalidades y un acopio de ideología de garrafón”.
“Los índices de ‘comprensión lectora’ […] resultan propios del australopiteco; […] si a esas promociones estudiantiles se les diese a leer a cualquier maestro del pasado no entenderían ni papa, pues sus capacidades intelectivas han sido jibarizadas por los manipuladores sociales que promueven una secreta ‘involución de las especies’”, dice De Prada.
Es indudable, por tanto, que una casta global de profesionales universitarios maneja el mundo. Pero también es cierto que el poder puede cambiar de manos. Una casta pobremente preparada, cuyas habilidades se reducen a obedecer ciegamente los diecisiete objetivos de la Agenda 2030, pronto dejará de ser “la nobleza” para convertirse en “los siervos de la gleba”.
¿Quién sustituirá a esta casta? En todo Occidente están surgiendo proyectos educativos que enseñan a pensar fuera de la caja. El homeschooling y la educación clásica, parecen estar volviendo por sus fueros. Hay universidades como la de Austin Texas[3], cuyos fundadores se comprometieron a “establecer una institución de educación superior que defiende la búsqueda de la verdad, la investigación científica, la libertad de conciencia”. Y hay centros de estudio auténticamente católicos como el Thomas Aquinas College de California, o la Universidad Franciscana de Steubenville, de los que hoy salen numerosísimas vocaciones. Quizá no lideren el ranking de las más prestigiosas según los estándares políticamente correctos, pero como se empeñan en cultivar santos, seguramente encabezan el ranking de Dios…
¿Saldrán de aquí los líderes del futuro? Dios quiera. De lo contrario, es difícil vislumbrar algo llamado “futuro”.
[1] https://seul.ar/milei-casta/
[2] https://portaluz.org/opinion/958967146/La-involucion-de-las-especies.html
[3] https://www.uaustin.org/our-principles
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