Con motivo de las protestas de agricultores europeos contra el Pacto Verde de la Unión Europea (UE) que reglamenta –entre otras cosas– la cantidad de emisiones de CO2 que la actividad agrícola y ganadera puede generar, La Mañana se entrevistó con un productor rural alemán que lleva varias generaciones en el sector agropecuario en la zona del sur de Baviera. Gerhard Ringler se refirió a las leyes medioambientales cada vez más estrictas de la UE, los costos de producción y la excesiva carga burocrática que se aplica por parte del Estado a los productores.
Gerhard Ringler (padre) dirige con su hijo una explotación agrícola mixta de unas 140 hectáreas ubicada en Langerringen, una comunidad de tres mil habitantes en el sur de Baviera, Alemania. Hace cinco años decidieron terminar con la explotación ganadera que anteriormente consistía en el engorde de toros y cría de cerdos. Desde hace dieciocho años la atención de los Ringler se centra en el biogás, así como en el cultivo de cereales, remolacha azucarera y maíz para la planta de biogás. En ella producen alrededor de 4,5 millones de kilovatios hora de electricidad al año que inyectan en la red eléctrica pública, recibiendo a cambio un precio determinado por el Estado.
El tamaño medio de las explotaciones agrícolas en Alemania es de ochenta hectáreas, mientras que en Baviera es de cuarenta. Todavía hay alrededor de 120 mil empresas agrícolas en la región. Para conocer desde cerca la realidad de la problemática del sector La Mañana dialogó con el productor Ringler al respecto.
El lunes 26 de febrero un convoy de al menos novecientos tractores bloqueó Bruselas para expresar su descontento con las decisiones políticas tomadas por la UE. ¿Cómo se ha llegado a esta situación del sector agropecuario?
Las causas son muchas, son una acumulación de problemas, y las últimas decisiones políticas han hecho insoportable la situación para los agricultores. Uno de los problemas, por ejemplo, son los bajos precios del mercado mundial para la mayoría de los productos agrícolas, a lo que se suman las leyes medioambientales cada vez más estrictas de la UE, y también las nacionales.
En cuanto a los costos de producción, por ejemplo, un litro de diésel cuesta 1,5 euros; la situación también es difícil en el plano de los costos laborales: el salario mínimo estatal es superior a doce euros por hora. Por otra parte, genera preocupación la firma de nuevos acuerdos de libre comercio, por ejemplo, con el Mercosur.
En ese sentido, Vía Campesina (una confederación de sindicatos y organizaciones que representan a los campesinos de pequeña y mediana escala y a personas que trabajan en agricultura) se ha declarado claramente en contra del acuerdo. ¿Qué peligros supone para los agricultores de la UE?
Europa es una región de exportación de muchos productos industriales y, por lo tanto, quiere fronteras muy abiertas sin barreras comerciales. Pero los agricultores temen un aumento de las importaciones de productos agrícolas de los países del Mercosur. La principal aprensión es que ya no seremos competitivos aquí si los bienes importados se producen bajo estándares ambientales más bajos, por ejemplo, con el uso de hormonas en la producción de carne de vacuno o en la agricultura, mientras que aquí se prohíben cada vez más pesticidas químicos.
Durante la reunión que mantuvieron en Bruselas los ministros de Agricultura de la UE, los agricultores de varios países del bloque se congregaron en los alrededores para exigir un pacto rural que atienda los reclamos del campo. ¿De qué se trata este pacto?
Hasta el día de hoy, en Europa, por ejemplo, no se nos permite cultivar plantas genéticamente modificadas y, por lo tanto, estamos perdiendo competitividad en comparación con otras regiones del mundo. Esta política ideológicamente motivada es también la razón de la decisión –política- de reducir el uso de pesticidas químicos en la UE en un cincuenta por ciento dentro de diez años. Aunque hoy nadie puede decir con realismo qué impacto tendrá esto en los rendimientos y la seguridad del suministro de nuestra población, era absolutamente necesario decidirlo ahora. Esto tiene una motivación puramente ideológica.
¿Para qué tenemos una formación universitaria técnica agrícola de varios años? Muchos tienen un certificado de maestro artesano o formación en ingeniería y tienen que dejar que las autoridades gubernamentales les digan cómo deben dedicarse a la agricultura. La gente de la administración no conoce nuestras granjas, no conoce nuestros suelos -donde hay muchas diferencias- y no tienen en cuenta el clima de ninguna manera. Por eso muchas veces estos criterios fijos no son compatibles con la práctica.
La Federación de Jóvenes Agricultores afirmó que Europa debe contar con “los medios para alcanzar sus ambiciones, dotando a la Política Agrícola Común de un presupuesto adecuado que permita a los agricultores obtener ingresos” por los esfuerzos que realizan por el medioambiente. ¿Se pone en duda que los agricultores sean una herramienta para cuidar el medioambiente? ¿Se piensa que sería mejor eliminar esas unidades productivas?
Europa tiene un alto nivel de vida y mucha prosperidad. El ciudadano está tan saturado que ahora muchas personas solo tienen un problema: el peligro del cambio climático, cómo mantener un medioambiente perfecto y envejecer de la forma más saludable posible y mantener un alto nivel de vida. Son objetivos nobles y puedo apoyarlos todos. Pero muchas personas han perdido una conexión realista con nuestra ganadería y nuestras áreas naturales.
Ahora quieren que todo lo que los rodea sea perfecto, pero ya no saben cómo es la realidad o simplemente no quieren verla. Tenemos muchos ideólogos en los medios y en diversas instituciones políticas. Cada vez más decisiones políticas se toman por motivos ideológicos y ya no se basan en principios técnicos o científicos. Esto es un fiasco en general, no solo en el sector agrícola.
En Alemania nos estamos expandiendo y creemos que hemos hecho algo bueno por el clima y nuestra naturaleza. Lamentablemente es un error muy grande. En Europa tenemos los más altos estándares medioambientales y rendimientos garantizados gracias a suelos en su mayoría muy buenos. Queremos renunciar a este potencial mediante la extensificación y luego creer que tenemos nuevamente un mundo ideal. Para ello, se talan nuevamente los bosques tropicales en Brasil, Bolivia o en otros lugares para llenar nuestro vacío nutricional.
Vía Campesina hizo un llamado a la Comisión Europea a “alejarse de los dogmas liberales si quiere garantizar un futuro a las exportaciones agrícolas y a los agricultores que alimentan a la población europea, cuyo número disminuye rápidamente”. ¿Cuál es la situación de la desaparición de los campesinos europeos?
Aquí en Baviera, donde la agricultura rural es todavía muy pequeña, cada vez más agricultores se ven obligados a cerrar sus empresas porque ya no pueden hacer frente económicamente al progreso técnico.
En Alemania, la llamada agricultura biológica se ha desarrollado aún más en los últimos cuarenta años. Hoy en día, alrededor del diez por ciento de nuestras empresas –a menudo pequeñas empresas– operan según estas estrictas directrices orgánicas, evitando en gran medida el uso de pesticidas químicos y fertilizantes comprados. Alemania ha tomado ahora la decisión –nuevamente motivada ideológicamente– de que la proporción de agricultura orgánica aumente al treinta por ciento para 2030. Nadie sabe si hay suficiente demanda entre la población.
También hay que saberlo: los rendimientos por hectárea en la agricultura ecológica son aproximadamente la mitad que los de los agricultores convencionales. Hoy ya tenemos un nivel de autosuficiencia de poco menos del cien por ciento. Por lo tanto, planeamos reducir aún más nuestro nivel de oferta. El consumidor alemán no lo notará. Tiene dinero para comprar los alimentos que le faltan en el mercado mundial.
¿Cuál es su experiencia con las exigencias administrativas para llevar adelante su actividad?
Ese también es un problema principal: la burocracia. Los requisitos administrativos son cada vez mayores. Por ejemplo, solo para nuestra empresa, mi hijo tiene que trabajar alrededor de quinientas horas en la oficina cada año para cumplir con todos los requisitos gubernamentales en materia de impuestos, documentación, por ejemplo, por cada aplicación de productos químicos. Los productos fitosanitarios y todas las medidas de fertilización están documentados específicamente para cada campo.
La Comisión Europea informó que lanzará una encuesta dirigida a los agricultores para identificar sus principales motivos de preocupación. ¿Cuáles son los mayores obstáculos gubernamentales a los que se enfrenta el sector?
Cada año recibimos nuevas directrices gubernamentales sobre lo que podemos hacer en nuestros campos. Por ejemplo, en octubre obtuvimos nuevas reglas sobre qué podemos arar y cuándo. Estas reglas no fueron publicadas específicamente, mi hijo las leyó –más bien por casualidad– en internet. Ya no se nos permite arar toda la tierra cultivable en otoño, es decir, en octubre. A algunos solo nos permiten arar a partir del 15 de noviembre, a otros a partir del 15 de enero, a otros a partir del 15 de febrero y solo nos permiten arar un campo dos días antes de volver a sembrar. Todo esto causa mucha frustración. Los agricultores nos sentimos impotentes.
“Nuestra buena tierra de Baviera”
El productor agrícola alemán Gerhard Ringler compartió con La Mañana imágenes de su establecimiento y producción, reflexionando sobre algunos temas, como el hecho de que también los agricultores sienten los efectos del cambio climático: “Nuestro bosque, dañado por condiciones climáticas extremas como sequías y fuertes tormentas” puede verse en las imágenes enviadas.
En cuanto a los rendimientos, el productor manifestó: “Cosechamos diez toneladas de trigo por hectárea en nuestra buena tierra de Baviera y ocho toneladas por hectárea de cebada cervecera”. También compartió imágenes de su planta de biogás donde elaboran biomasa con maíz o pasto para generar electricidad y calor. “Nuestro principal fertilizante, el sustrato de biogás, se añade directamente al suelo para evitar las emisiones de nitrógeno al aire”, explicó. En el material compartido también puede observarse la cosecha y el transporte de remolacha azucarera, así como la siembra de trigo y la cosecha de maíz.
“Nuestra gran fiesta rural es en junio” y en 2023 se celebró junto a los 150 años del cuerpo de bomberos de Langerringen” donde “las esposas de los granjeros de nuestro pueblo decoran la corona de Acción de Gracias”.
Ringler compartió la vida autóctona de la región y manifestó: “El mundo animal también se siente como en casa en nuestra agricultura intensiva: como los milanos reales, en nuestros campos con ciervos felices, el milano negro, las cigüeñas. También el cervatillo en la cebada de invierno y el kibitz pone sus huevos en el maizal”.
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