Gabriela Bordabehere es la embajadora de un país que puede producir cuidando a la tierra y a las personas que la trabajan.
El mundo está cambiando y Uruguay es un universo de oportunidades para incorporarse a ese nuevo orden. La historia de vida de Gabriela Bordabehere, relacionada con el medio rural y su pasión por la producción ovina, recorrió el mundo y es clave para entender hacia dónde va esa nueva forma de cuidar el planeta. Desde hace 32 años está al frente del establecimiento ganadero La Soledad, en la zona de San Gregorio de Polanco.
Este establecimiento en el departamento de Tacuarembó, que produce todo el ciclo completo en lanares y en la cría de vacunos, funciona como piloto de la agricultura regenerativa de la cual también forman parte Lanas Trinidad y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria. Aunque aún se encuentra en fase cero, el proyecto tiene una duración de cinco años y su foco principal está puesto en el cuidado de la tierra, el bienestar animal, el aumento de la biodiversidad, “el cuidado de la gente que trabaja con nosotros y el apoyo a las comunidades locales en las cuales nos movemos”, explica Bordabehere.
La propuesta particular para La Soledad es dejar descansar por más tiempo los potreros y plantar montes nativos en ciertos lugares determinados por el programa, entre los que se destacan las márgenes de las cañadas para protegerlas de la degradación. Gabriela contó que ya se están desarrollando algunas de estas plantaciones propuestas. La ingeniera agrónoma sostuvo que en Uruguay el impacto de estas medidas no tendrá mucha visibilidad debido a que en el país no hay mucho que regenerar, como sí sucede en otras partes del mundo.
Gracias a este proyecto y, sobre todo, a la pasión con que Gabriela trabaja y vive en el medio rural surgió la posibilidad de un pequeño video que mostrara el estilo de vida y la forma de trabajo en La Soledad. No solo lo vio todo el mundo, sino que la marca internacional Gucci se interesó con la posibilidad de un vinculo comercial para adquirir lanas uruguayas. “Lo más importante de mi experiencia” en Milán, dice Gabriela, es cómo las grandes marcas están poniendo el foco en historias de vida reales para comercializar sus prendas. Muestra de ello fue la auditoría que Gucci hizo en La Soledad. Vinieron a ver “si yo tenía todos los empleados en caja, me pidieron los recibos de un año para atrás, vieron en qué condiciones estaban viviendo, entrevistaron uno por uno y les preguntaron cómo los trataba yo, cómo es la comida acá, cómo son las condiciones de vida”.
Además de verificar las condiciones sociales y de trabajo de los colaboradores del establecimiento, Gucci financió un programa de incentivo a proyectos de mujeres, jóvenes y hombres en la zona de San Gregorio. Representantes de la firma estuvieron en la ultima jornada y se mostraron muy satisfechos por la adhesión. “No importa si vamos a vender nuestro producto, que es la lana, sino lo importante es que estamos poniendo un granito de arena para mejorar el mundo”. Ese es el concepto más importante que dejó la historia de vida de Gabriela, que abre las puertas para que el mundo ponga sus ojos en la producción local y en la forma en que la gente de campo hace de la producción una forma de vida.
Actualmente Bordabehere brinda charas motivacionales a otras mujeres que ven en ella un ejemplo a seguir y una forma de salir adelante sin atender los obstáculos que la vida y los tiempos que corren les ponen en el camino.
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