En nuestro tiempo, hay quienes critican duramente a los que aún creen en dogmas de fe porque, según ellos, el dogmatismo cierra la mente al afirmar que existen verdades absolutas de las que nadie puede dudar. Probablemente estas personas no se den cuenta de que también existen hoy una cantidad de “dogmas paganos”, que muchos creen a pies juntillas, como si fueran verdades absolutas. El problema es que los dogmas paganos, a diferencia de los dogmas de fe, o bien son claramente falsos o bien son verdaderos solo en algunos casos. Veamos algunos ejemplos.
Todo es relativo. Es cierto que muchas cosas son relativas. Pero decir que todo es relativo, es una afirmación absoluta y contradictoria en sus términos. Lo cierto y lo concreto es que, entre muchísimas cosas relativas, hay verdades absolutas. Por ejemplo, que 2 + 2 = 4, que el agua moja, que el fuego quema, que la Tierra se mueve.
Todas las opiniones deben ser respetadas. Todas las personas deben ser respetadas, porque en cuanto tales, tienen idéntica dignidad. Pero ello no implica respetar todas las opiniones de todas las personas. Hay personas que tienen ideas interesantes, constructivas y geniales, y hay quienes opinan que disfrazarse de perros o gatos y dormir en una jaula es lo más normal del mundo…
La mujer es mucho más libre ahora que antes. Algunas quizá lo sean; pero buena parte de las mujeres ha tenido que agregar a las tareas del hogar el trabajo fuera de casa. Quizá tengan más independencia económica, pero ¿son más libres? Antes no tributaban: ahora sí. Antes criaban a sus hijos como mejor les parecía: hoy se los adoctrina el Estado. Creo que se lleva razón cuando se afirma que “el feminismo está mezclado con la idea tan absurda de que la mujer es libre si sirve a su jefe y esclava si ayuda a su marido”. Y también cuando se ironiza: “Diez mil mujeres desfilaron un día por las calles de Londres al grito de ‘¡No queremos que se nos dicte!’… Y poco después, se convirtieron en mecanógrafas”. Y es que la libertad no consiste en ser totalmente independiente, sino en asumir –porque nos da la gana– compromisos con la familia, con la patria, con Dios…: No hay mayor libertad que la de quien se compromete por amor.
Justicia es aplicar la igualdad para todos. Justicia es dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde. Una cosa es repartir una torta de cumpleaños –cuando justicia es cortarla en partes iguales– y otra cosa es dar la misma cantidad de dinero a fin de mes a quien se esforzó por ganarlo y a quien no movió un dedo. La igualdad de oportunidades está muy bien, pero a partir de allí, lo justo es que a cada uno se le reconozca lo que puede lograr con sus talentos y virtudes. La justicia muy raramente se alcanza a través del igualitarismo.
La Edad Media fue una época oscura. Muchos han utilizado este dogma como arma arrojadiza contra la Iglesia. Entre ellos, Umberto Eco en El nombre de la rosa. Son muchos también los que se han tragado la pastilla de que todos los monjes medievales eran malos, burros y feos. Ahora bien, ¿cómo puede ser oscura la época en la que se construyeron templos tan maravillosos como los de Notre Dame, Chartres o la Sainte Chapelle, por mencionar solo la punta del iceberg? ¿Cómo puede ser oscura la época donde nacieron los hospitales y florecieron las universidades, las artes y el maravilloso canto gregoriano polifónico, capaz de elevar el alma más allá de los chapiteles góticos? ¿Cómo puede ser oscura la época en que los monjes, copiando letra por letra, palabra por palabra y página por página, rescataron la cultura antigua para la posteridad? Poner un poco de pienso, a veces no viene mal.
La tolerancia es el valor máximo. La tolerancia es un valor muy importante para la convivencia, pero los valores máximos son los trascendentales: unidad, verdad, bien y belleza. Así, la unidad, en cuanto comunión de personas que, fundadas en la verdad, van en busca del bien y la belleza, es mucho más perfecta que la tolerancia. Pues tolerar es, de acuerdo con la Real Academia Española, “Llevar con paciencia. Permitir algo que no se tiene por lícito sin aprobarlo expresamente”. O sea, soportar algo que no es bueno, bello o verdadero.
Son muchos los dogmas paganos que se tienen por ciertos. La lista es larga. Pero basta un botón de muestra para tomar conciencia de su existencia y de su muy dudosa veracidad. Refutarlos, creo, contribuye a la verdad, al bien, a la belleza y a la unidad.
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