El pasado 9 de enero, en el Museo Histórico Cabildo de Montevideo se llevó a cabo una sesión solemne para celebrar el centenario de la Corte Electoral.
El 9 de enero de 1924 se aprobó la Ley 7690, por la cual se creó el Registro Cívico Nacional y la Corte Electoral, en su momento considerada como una “norma perfecta”, lo que un siglo más tarde se mantiene.
A esta tarea se le suma inmediatamente, con la sanción de la Ley de Elecciones en 1925, la atribución de la competencia para conocer de toda la actividad relacionada con la organización y desarrollo de acto eleccionario (elaboración del Padrón Electoral, aprobación de los planes circuitales, registro de candidaturas y designación de miembros de comisiones receptoras de votos, escrutinio definitivo, adjudicación de cargos y proclamación de los electos.
De las armas a las urnas
Buscando poner fin a las hostilidades políticas que cubrían de desconfianza los procesos electorales en nuestro país, se creó la Corte Electoral. Su instauración se dio el 9 de enero de 1924 como resultado del trabajo llevado por una comisión de veinticinco parlamentarios liderados por Andrés Martínez Trueba.
El miércoles 9 de enero, el presidente del Consejo Nacional de Administración, el ballista Julio María Sosa procedió a la firma de la promulgación de la ley. El sábado 12, la Asamblea General, que por entonces se reunía en el Cabildo de Montevideo, procedió a elegir los miembros partidarios del nuevo organismo que acompañarían a los tres ministros designados, José A. de Freitas, Asdrúbal Delgado y Emilio Barbaroux.
Los nueve elegidos fueron, por el Partido Nacional, Duvimioso Terra, Amador Sánchez y Claudio Anselmo Viera. Por el sector Batllismo del Partido Colorado, la responsabilidad recayó en Federico Moller de Berg y Genaro Gilbert, mientras que por el Partido Colorado Radical se designó a Julio Abella y Escobar.
El domingo 13 de enero la Corte Electoral celebró su primera sesión eligiendo presidente al doctor Emilio Barbaroux.
En tiempos anteriores a su creación, los procesos electorales tenían la participación de un porcentaje sumamente pequeño de la ciudadanía, en épicas donde el fraude y la violencia eran moneda corriente. En la época era el Poder Judicial el encargado de llevar el registro de los votantes, con denuncias donde se mencionaba que “los muertos votaban”. Los referentes de la época solicitaban la creación de un órgano independiente que levantara “la bandera de la transparencia”, y expresiones tales como: “No tengo fe ninguna en la justicia que procedan al emitir boletas renovadas”, un claro antecedente del nacimiento de un nuevo poder.
Las mujeres y el voto
El 3 de julio de 1927, Uruguay se convirtió el primer país latinoamericano en el que las mujeres pudieron acceder al derecho de voto. Se trató de un plebiscito local en el que la ciudadanía decidía acerca de la integración de la localidad a Florida, Treinta y Tres o Durazno.
En la época la Corte Electoral dictó un decreto que señalaba: “Las personas sin distinción de nacionalidad y sexo que deseen intervenir en el plebiscito deberán inscribirse previamente en el registro que abrirá la Comisión Especial Parlamentaria”.
La primera mujer que votó en América Latina lo hizo en esta ocasión y se llamaba Rita Rebeira, quien era inmigrante brasileña y tenía noventa años. Once años tuvieron que pasar para que se aprobara el voto femenino, en 1938, en las elecciones nacionales.
El padrón actualizado y funcionarios con trayectoria
En la actualidad, la Corte Electoral maneja un padrón que supera los 2.700.000 ciudadanos y algo más de mil funcionarios, 260 de los cuales tienen más de treinta años en la institución y conforman el “núcleo duro” que, con su saber hacer, garantiza los procesos eleccionarios.
En nota publicada por La Mañana en edición anterior, el ministro Juan Máspoli señaló: “La corte tiene a lo largo de los años una muy buena relación con los organismos que ayudan con el proceso electoral, están vinculados en varios procesos. Las leyes tienen las modificaciones necesarias para ajustarlo a nuestros tiempos, que ha sido una notable mejoría. Los resultados de la corte llegan de forma prácticamente inmediata”.
Wilfredo Penco, presidente de la corte electoral
En uso de la palabra en el evento, el actual presidente, doctor Wilfredo Penco hizo referencia a enfrentamientos históricos que fueron el desencadenante para la formación del cuerpo.
“Han pasado cien años que permitieron dejar en el pasado y superar el desgarrador enfrentamiento entre bandos y partidos en los campos de batalla del siglo XIX, durante los cuales se construyó –salvo paréntesis indeseables– un país modelo. Por encima de marchas y contramarchas, Uruguay fue pionero y sigue siendo faro en el continente y el mundo en materia del ejercicio democrático”.
Cien años de la Corte Electoral
Domenech: un homenaje “a los hombres y mujeres que tuvieron la claridad de conceptos para crear nuestra Corte Electoral”
El pasado 12 de marzo, el Parlamento conmemoró los cien años de la creación de la Corte Electoral. En la ocasión hicieron uso de la palabra varios legisladores sobre nuestro sistema institucional y en particular sobre la Corte Electoral. Dentro de los oradores destacamos fragmentos del discurso del senador Guillermo Domenech en el cual hizo un repaso histórico e institucional.
“Artigas era un hispano, un aragonés, descendiente de una familia aragonesa. Los reyes de Aragón accedían al poder formulando un juramento muy particular: ‘Nosotros, que somos y valemos tanto como vos, pero juntos más que vos, te nombramos nuestro Rey y Señor para que defendáis nuestros fueros’. Ha estado en el pensamiento tradicional español el embrión del pensamiento democrático”, destacó.
“Se habla mucho de que el primer parlamento es el que surge de la Carta Magna inglesa, de 1215. Sin embargo, la historia –esto es terrible, porque los hispanoamericanos solemos ignorar nuestra historia– nos dice que ya había cortes en León en 1188 y somos herederos de esa tradición hispánica que reconoció que el pueblo era depositario de la soberanía que Dios le había entregado, como sostenía la Escuela de Salamanca, a través de Francisco de Vitoria, reconocido en las propias Naciones Unidas y, particularmente, en el Consejo de las Naciones de Ginebra, donde figura en su salón de actos la imagen de este estupendo fraile dominico, que expresó con claridad que el poder venía de Dios, pero que este se lo había entregado a los hombres para que eligieran sus gobernantes. Lo mismo sostuvo Francisco Suárez, casi coetáneo de De Vitoria”, apuntó.
Reflexionó que “a veces se borra de la conciencia de los pueblos que llegando los borbones al gobierno de España pretendieron imponer el absolutismo monárquico y expulsaron a los jesuitas que eran propagandistas de esa tesis peligrosa de que el poder había sido entregado por Dios a los hombres y que estos eran los que podían elegir a sus gobernantes con libertad. Comienza, quizás, al ignorarse este principio democrático por el realismo borbónico, la gran decadencia de España y de la hispanidad, porque, compatriotas, fuimos integrantes de un gran Estado que tuvo un amplísimo territorio desde más allá del Río Grande hasta la Tierra del Fuego. Tuvimos una historia común con todas las naciones de América y con España. Fuimos la nación más poderosa de la tierra y podremos volver a serlo cuando adquiramos conciencia de nuestros verdaderos intereses”.
“En definitiva, el pueblo tiene derecho a expresarse y a elegir a sus gobernantes, y así lo reconocieron los constituyentes en 1830. En esa Constitución no se preveía ninguna forma de contralor de los poderes, sino por los mismos órganos electivos. Los representantes electos eran jueces de sus propios poderes; quizás en el Senado no se daba el mismo problema porque se renovaba por partes. El siglo XIX fue una muestra de nuestros desencuentros nacionales. Los conflictos políticos, en realidad, no se dirimían en el Parlamento; no se dirimían democráticamente; se dirimían en el campo de batalla, hasta que llega 1918 y por el acuerdo de los partidos tradicionales, por la acción vigorosa de Luis Alberto de Herrera y de Pedro Manini Ríos se impone en la Constitución de 1918 la representación proporcional y el sufragio secreto, máxima garantía de expresión con libertad de la voluntad popular. La Corte Electoral nace algunos años después, inspirándose también en ejemplos foráneos. Se habla de la Constitución de Weimar, de muchas constituciones europeas, pero sin duda tuvo condimento criollo, y fue una de esas cosas de las que debemos estar orgullosos”.
Domenech hizo referencia que en aquel momento “se señalaba que la creación de la Corte no estaba acorde a las normas constitucionales vigentes. Se dijo hasta hace poco tiempo, en la voz tan autorizada del doctor Gros Espiell, que la ley era inconstitucional porque no estaba acorde a la Constitución de 1918. Sin embargo, esa ley que en 1934 constitucionaliza la Corte ha sido una de las grandes creaciones de nuestra historia institucional. Simplemente, quisiera finalizar estas palabras rindiendo homenaje a los grandes políticos, porque tantas veces se habla mal de la política, pero el Uruguay ha tenido grandes figuras políticas de todos los partidos y sería difícil recordar en este momento nombres muy ilustres, que seguramente estuvieron sentados con más brillo que nosotros en estos asientos”.
“Quiero rendir homenaje a esos hombres y a esas mujeres que tuvieron la claridad de conceptos como para crear una organización institucional tan particular como nuestra Corte Electoral. También quiero rendir homenaje a todos los ministros y a todos los funcionarios que pasaron por la Corte Electoral que, como ya se recordó en esta misma sala, hasta en momentos de dictadura permitieron que el pueblo se expresara con la más absoluta libertad. A todos ellos: mi sincero homenaje y mi reconocimiento. A las actuales autoridades de la Corte Electoral simplemente les digo que espero que estén a la altura de la historia, y estoy seguro de que lo estarán”, cerró.
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