En entrevista con La Mañana, la psicóloga Karina López, terapeuta gestáltica y experta en psicología clínica, compartió un adelanto sobre el proyecto de investigación financiado por ANII, que permitirá la validación de un screening que recabe datos precisos sobre conductas de riesgo y bienestar en adolescentes de Uruguay. Además, la experta contribuyó a esclarecer algunos de los desafíos a los que se enfrenta la generación Z, comúnmente etiquetada como generación de cristal.
Forma parte de un proyecto de investigación financiado por la ANII que tiene como objetivo validar un screening que se utilizará en adolescentes de entre quince y diecinueve años. ¿De qué se trata y para qué sirve?
En 2021 se presentó en el Ministerio de Salud Pública (MSP), junto con la doctora Lorena Quintana (que entonces era directora del Área Programática de Salud Adolescente y Juventud de esa cartera) y a un equipo de colegas, la necesidad de pensar en las cuestiones que hacen a la necesidad de atención y al abordaje de la salud mental. A partir de ello surgió un proyecto de investigación que ganó el fondo María Viñas y la financiación de ANII en 2022. El proyecto, que también es respaldado por el Comité de Ética de la Universidad Católica, consta de la adaptación y la validación de un screening(o prueba)que permitirá mejorar a futuro las intervenciones en salud mental adolescente.
En ese sentido, el objetivo es obtener insumos para el diseño de políticas de prevención y promoción en salud mental adolescente con una mirada integral de la salud, encontrando síntomas, recursos psicológicos y riesgos suicidas para fortalecer aquellos aspectos de bienestar, y conocer aspectos sociodemográficos que configuran el contexto de cada adolescente.
Lo destacable de este proyecto es que tiene carácter interinstitucional, parte de una investigación respaldada por la Universidad Católica del Uruguay, a cargo de la doctora en Psicología Cecilia Cracco y de la doctora Ana Machado. También participa el MSP a través de la magister Valeria Valazza y de la doctora Laura Batalla, la Facultad de Psicología con las magísteres Silvana Contino y Adriana Tortorella, la Coordinadora de Psicólogos de Uruguay con la licenciada Karina Becavach, y el Comité de Adolescencia de la SUP (Sociedad Uruguaya de Pediatría), que integro yo. De esta forma tenemos la capacidad de darle al tema una mirada desde lo académico, pero también desde las sociedades científicas que trabajan e integran distintos aspectos de salud mental.
¿Cómo y cuándo será implementado?
Próximamente se comenzará a implementar con prestadores de salud que se han ofrecido para formar parte de esta investigación, brindando espacios para que los adolescentes puedan hacer este screening que va a constar de preguntas autoadministradas. Lo hacen los jóvenes cuando van a consulta o en los espacios de sala de espera. Los adolescentes menores de edad necesitan el consentimiento de sus papás para realizarlo porque esto es un proyecto de investigación. También el adolescente tiene que manifestar su voluntad de participar.
En cuanto al suicidio adolescente, ¿cómo estamos en materia de atención primaria y de prevención?
Recientemente se publicó la Guía de Abordaje de Riesgo Suicida en Adolescentes para profesionales de la salud y también un estudio sobre la situación del suicidio adolescente en Uruguay, que arroja datos que en realidad preocupan mucho porque lo que estamos viendo es que una cantidad adolescentes están encontrando en el suicidio un recurso para terminar su malestar. Se llega al suicidio cuando existe una situación emocional de desesperanza y me convenzo de que no hay nada ni nadie que me pueda ayudar. Entonces, cuando consideramos la adolescencia, uno piensa en los miles de recursos a futuro y todas las opciones y oportunidades que hay. Es preocupante que haya adolescentes que sientan que no hay tales opciones, que no hay posibilidades y que el único recurso es dejar de existir.
¿Qué se ha hecho al respecto últimamente?
Se han hecho intervenciones, se ha capacitado al personal de salud en cuestiones relacionadas con los intentos de autoeliminación o con las autolesiones y los cortes, con los que algunas veces se produce una cuestión de minimización, como si fuera solamente un llamado de atención. Y quienes trabajamos en esto y con adolescentes siempre decimos lo mismo: si un adolescente necesita llamar la atención cortando su cuerpo o intentando quitarse la vida, es importante poder mostrarle que estamos disponibles para escuchar, para entender qué está pasando y brindarle opciones. Por eso creo que capacitar al personal de salud y a los referentes socioeducativos es fundamental, porque son las personas a las que recurren estos adolescentes en su momento de mayor vulnerabilidad. Muchas veces no es a la familia a lo primero que acuden, sino a sus pares, a sus amigos y después a sus referentes socioeducativos o al personal de salud.
En cuanto al uso de drogas, ¿en qué medida influyen en la salud mental? ¿Han notado una disminución o sigue aumentando el consumo?
Cada vez se comienza a edades más tempranas con el uso de sustancias, sobre todo de alcohol, porque se asocia su consumo a la desinhibición y a la diversión. En especial preocupa mucho el uso de sustancias en algunos adolescentes que las incorporan como forma de adormecer o transitar determinadas cuestiones emocionales que no pueden poner en palabras, entonces buscan allí el refugio o el ratito en que logran sentirse bien o parte.
Se está trabajando y se están realizando a nivel de intervenciones y políticas las acciones necesarias para capacitar a los profesionales que trabajan con esto, para aggiornarlos con las nuevas sustancias que van apareciendo y con las formas de consumo. Se trata de guiarlos para reducir lo más posible los riesgos y los daños a los que los que se ven enfrentados cuando consumen, porque muchos inician como forma de experimentación, que termina generando luego una dependencia a determinada sustancia, lo cual está vinculado a situaciones personales y particulares que son las que terminan sosteniendo esa dependencia. No todos los adolescentes terminan en una situación de adicción y los que sí, muchas veces, se encuentran dentro de un contexto que acompaña eso.
Las primeras drogas que consumen los adolescentes son el alcohol y la marihuana. El alcohol está muy naturalizado, y los primeros consumos se inician dentro del ámbito familiar, entonces es muy importante el diálogo dentro del hogar. Las drogas están, entonces la familia tiene la responsabilidad de informar, de hablar abiertamente y de fortalecer al adolescente para que sepa que puede decir que no, que la elección es suya y generar conciencia de que esto tiene después un impacto real en su vida diaria, tanto en su salud física como mental.
Varios estudios indican que en algunos casos la depresión y la ansiedad están asociados a factores nutricionales, ¿se considera realizar estudios fisiológicos antes de dar un diagnóstico de salud mental?
Somos seres biopsicosociales. Creo que hay influencias que no solo tienen que ver con lo psicológico, sino que también con lo orgánico y con lo social. Todo influye a la hora de mantenernos en un estado de bienestar y de salud. Particularmente se ha visto la importancia y el impacto de la macrobiótica a nivel de salud mental y cada vez hay más investigaciones y estudios. Pero la solicitud de exámenes clínicos siempre va a depender de la consulta médica, de los criterios médicos y de la paraclínica que el médico considere necesaria para ese adolescente.
De todas formas, hay que destacar que cada vez más se ha logrado en Uruguay trabajar en equipos interdisciplinarios, y eso hace que los profesionales tengamos el beneficio de intercambiar miradas desde cada disciplina. Se han creado espacios adolescentes dentro de los prestadores de salud, con expertos en adolescencia para atender la problemática de esta franja de etaria en particular. También tenemos muchas sociedades científicas como el Comité de Adolescencia de la Sociedad Uruguaya de Pediatría, y muchas otras que trabajan en pos de buscar recursos que mejoren la atención de adolescentes, en el ámbito de salud y ni que hablar en el de la educación.
¿Cómo inciden las redes sociales y el uso excesivo de pantallas en la salud mental adolescente?
La pandemia derribó muchos mitos porque demostró que la pantalla no sustituye el contacto físico y entre pares en persona. El aislamiento no forma parte de un adolescente saludable. Entonces, las pantallas, como todo en la vida, en su justo equilibrio, forman parte de la vida social de todo adolescente. También implican riesgos, por supuesto, y tienen un impacto en la salud mental, pero eso va a depender mucho del propio adolescente y de la importancia que le da. Algunos adolescentes hacen un uso excesivo de las pantallas, lo que afecta su capacidad para socializar de manera saludable y conectarse con sus pares. Algunos recurren a las pantallas como un medio para aislarse y crear un espacio personal, ya sea debido a problemas subyacentes, sentimientos de exclusión social o incomodidad con las expectativas grupales.
También hay adolescentes que encuentran su pertenencia a través de las redes no siempre en lugares saludables, sabemos que hay comunidades que promueven situaciones de riesgo o conductas autodestructivas, pero hay muchas otras, como las comunidades literarias, donde aquellos adolescentes que disfrutan de leer intercambian comentarios sobre libros.
Dentro de los riesgos está que quedan expuestos, por lo tanto, deben conocer cuáles son los cuidados que deben de tener en las redes sociales, cómo mantenerlas en privado, exponer lo menos posible su cuerpo o no divulgar datos personales abiertamente. Aquí también es responsabilidad del adulto informar a los adolescentes y acompañar el buen uso.
¿Existe un vínculo entre los problemas de salud mental por la falta de conexión familiar, a causa del uso de celulares?
Sin lugar a duda existe un impacto a nivel emocional muchas veces por el uso de las pantallas y de la tecnología en las dinámicas familiares, porque genera conflicto, recorta los espacios de intercambio y muchas veces causa confrontación, entonces en las dinámicas familiares el celular se puede convertir en un problema.
Igualmente, creo que a veces somos peores los adultos con el uso de los celulares. Muchos adolescentes se quejan de que en realidad son sus padres quienes usan mucho más el celular y tratan de hablarles y no pueden porque están con el celular respondiendo un mensaje de trabajo o mirando redes, o lo que sea. Entonces, el uso excesivo del celular siempre se atribuye al adolescente y en realidad creo que es un tema más amplio, más de dinámicas sociales y de ideas familiares.
A la generación Z se la apoda generación de cristal. ¿A qué se debe la fragilidad que se presume que tienen los adolescentes de esta época?
El término generación de cristal es bastante peyorativo, le atribuye a esta generación una fragilidad que tampoco es real. Creo que esta es una generación con mucho mayor capacidad de exponer la sensibilidad. Han logrado tener mayor conciencia de la importancia del cuidado de la salud mental, de expresar emociones y sentimientos con libertad, una mayor capacidad de poder solicitar ayuda o de expresar cuáles son aquellas cosas que los hacen sentir mal y una necesidad clara de participación en la construcción de su identidad y en su educación, que considero muy beneficiosa.
Muchas veces expresar las emociones es visto como una cuestión de vulnerabilidad. Venimos de estereotipos donde solo es válido comunicar lo placentero, pero las emociones displacenteras también hay que integrarlas y expresarlas, ya que generan un trayecto que va permitiendo construir una tolerancia a la frustración. Tenemos que aprender a transitar por cosas displacenteras, como algo que es injusto, que no sale como esperaba y en ese sentido, creo que es valioso e importante.
La sociedad ha cambiado también, estos adolescentes vienen de padres que han tenido crianzas más estructuradas y que están recogiendo cambios, transicionando, integrando y desafiando prejuicios en torno a la salud mental. Antes un adulto solo iba a consultar con un psicólogo o un psiquiatra en casos muy extremos y muchas veces inclusive el consultar estaba directamente relacionado a una patología. En la actualidad, se consulta ante la manifestación temprana de síntomas que requieren atención, ya que esta consulta proporciona la oportunidad de determinar la necesidad de intervención farmacológica o de optar por procesos de psicoeducación, contención o apoyo. Creo que allí radica mayoritariamente esta diferencia entre pensar que expresar la vulnerabilidad es fragilidad. No creo que esta generación sea frágil, por el contrario. Creo que son muy valientes y fuertes al poder expresarse, al animarse a elegir y al apropiarse de su pasaje por esta etapa con el compromiso y la responsabilidad de saberse parte.
¿Cómo es posible que, a pesar de contar con más herramientas para expresar sus emociones, de tener mayor conciencia sobre su salud mental y más libertad para elegir, el índice de suicidios en adolescentes continúe siendo preocupante?
Hay mayor libertad, pero también mayores exigencias y exposición a situaciones y conductas de riesgo, a la vez que vemos menos disponibilidad de los adultos, porque hay más cansancio y tiempo fuera de casa, ya sea porque se trabaja muchas horas, o en más de un lugar, y por tanto hay menos oportunidades de compartir tiempo en familia.
También creo que el acceso a la ayuda no siempre se logra en los tiempos y formas necesarias. Las consultas pediátricas duran entre quince y veinte minutos, es muy difícil que en una charla tan breve un adolescente se abra para poder detectar indicios de riesgo. Por otra parte, hay barreras económicas para el acceso a psicólogos privados y en las sociedades médicas hay que pasar por una derivación, entonces no siempre existe la posibilidad de acceder a una asistencia inmediata. Tener mayor conciencia del cuidado de la salud mental también va a tener mayores requerimientos y hay que tratar de buscar las alternativas para responder a eso. Hay que seguir trabajando.
Karina López es terapeuta gestáltica, licenciada en psicología y diplomada en psicología clínica profesional. Se encuentra realizando la maestría en psicología clínica en la Udelar, especializada en trastornos de personalidad, psicosis y patología dual en adolescentes y adultos. Integra diversas sociedades científicas de Uruguay y equipos de salud mental interdisciplinarios de prestadores públicos y privados. Es coordinadora del área psicológica y docente de Edhuca (Escuela de Desarrollo Humano del Uruguay), docente invitada del Instituto Internacional de Gestalt, miembro de la Asociación Internacional para el Avance de la Terapia Gestalt (IAAGT) y miembro asociado de la Asociación Europea de Terapia Gestalt (EAGT). Docente invitada del curso de postgrado de diplomacia científica aplicado a las neurociencias para el sur global, auspiciado por UNESCO y el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable en su segunda y tercera edición. Coautora del libro Adolescencias, una mirada integral y colaboradora en la revisión de la Guía de Abordaje de Riesgo Suicida en Adolescentes para Uruguay del Ministerio de Salud Pública publicada en 2023.
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