En el estado de Minnesota, al norte de Estados Unidos y limítrofe con Canadá, una localidad de poco más de cinco mil habitantes es hermana de la capital uruguaya. Más allá de compartir el mismo nombre, su plaza tiene un monumento a Artigas, sus pobladores hinchan por la Celeste y los 19 de junio se elige a la reina del Fiesta Days.
En la obra de Lewis Carroll Alicia a través del espejo, la protagonista cruza una superficie reflectante y llega a una realidad que es diferente a su lugar de origen, aunque guarda cierta concordancia con él. Las imaginaciones inquietas no tardarán en preguntarse si esto es posible o, incluso, si es que esto ya sucede en algún lugar. Y aunque hay para quienes esto pueda parecer una idea extravagante, lo cierto es que a más de nueve mil kilómetros de distancia de la capital uruguaya hay otra Montevideo. Una en cuyo centro se encuentra un monumento a José Gervasio Artigas, donde se pueden ver la Plaza Independencia, el Palacio Salvo y la Torre Ejecutiva, y donde los días 19 de junio se lleva a cabo una celebración.
Claro, al igual que en el cuento de Carroll, también hay claras diferencias. Los edificios céntricos uruguayos están plasmados en dos dimensiones, el idioma oficial es el inglés y la bandera patriótica es la estadounidense. Se trata del pueblo de Montevideo ubicado en el estado norteño de Minnesota.
Aunque la relación sea poco conocida para ambos tipos de montevideanos (sobre todo para los nuestros), estas dos ciudades guardan una relación especial de hermandad. Con una población de poco más de cinco mil habitantes y dependiente hoy de la agricultura, Montevideo (acento en la i), Minnesota, tuvo su origen como un punto de comercio de pieles establecido por europeos debido a su ubicación estratégica en una llanura rodeada de ríos. Fue bautizada de esta manera en el año 1879 por Cornelius J. Nelson, un colono neoyorquino que, se estima, conocía la capital uruguaya o, al menos, había oído hablar de ella. En el año 1905, ambas ciudades intercambiaron banderas en un acto que formalizó la relación de hermandad. En 1949, uruguayos donaron un monumento a José Artigas, donde se observa al prócer con su sombrero en la mano, en una pose idéntica a la que se puede ver en distintos puntos de nuestro interior. Es que Artigas es una figura omnipresente para estos pobladores. De hecho, la localidad de Minnesota está salpicada con pistas varias de uruguayez que van desde su cartel de bienvenida en letras azules y blancas junto a un sol amarillo, hasta costumbres de sus habitantes que parecen ser llevadas adelante como un rito divertido que une la celebración con el misterio.
Fiesta Days: la celebración de los 19 de junio
Lynn Larson, al igual que su madre y su esposo, James Rekow, nació en la otra Montevideo, la del norte. Conoció la existencia de la ciudad sudamericana a los cinco años al ingresar a la escuela. “Crecimos sabiendo de ella, es algo que se les enseña a los niños”, contó en entrevista con La Mañana y agregó que si bien no se profundiza sobre Uruguay sí se brindan nociones básicas. No obstante, como sucede con la mayoría de los jóvenes de este lugar, Lynn y su marido partieron del pueblo a los dieciocho años para asistir a la Universidad (James fue a California y ella a Minneapolis) y ya no volvieron. Pero, en sus recuerdos de secundaria, resalta la tradicional festividad denominada Fiesta Days, realizada cada 19 de junio en honor a su ciudad hermana. Del celebrar este festejo en su juventud, Lynn recuerda que era usual recibir visitas de su familia aprovechando el fin de semana largo, ya que el periodo de fiesta dura cinco días, lo que afirma este evento dentro de la agenda de los pobladores.
En esta semana tiene lugar un desfile de carros decorados sobre los que se luce la reina del Fiesta Days, que vestida normalmente de azul y blanco, se pasea saludando a los pobladores. Los trajes de celebración recuerdan a las antiguas damas montevideanas de Uruguay, de vestidos amplios, peineta y mantilla. Incluso, ha habido ocasiones en las que se ha elegido a jóvenes representantes de Uruguay como soberanas. Pero este no es el único acto de acercamiento cultural que sucede en la ciudad de Minnesota. Los días en que la selección uruguaya de fútbol juega, es normal que los pobladores se reúnan para apoyar a la Celeste.
“Estoy aquí enviando fotos de José Artigas a mis antiguas compañeras de colegio”
Vivir en Montevideo, Minnesota, con tantas referencias a una ciudad sudamericana que nunca se conoce es algo particular, pero al mismo tiempo normal para los pobladores de esta localidad estadounidense. Sin embargo, esta especie de misterio culminó develándose para Lynn y James días atrás. En el marco de un viaje que la pareja está llevando a cabo por América del Sur, arribaron a nuestra capital. Durante estos días, pudieron alojarse en el centro histórico. “Fue fantástico para nosotros estar hospedados a solo cuatro cuadras del monumento a Artigas. Creíamos que la ciudad era más pequeña, pero observamos que está creciendo mucho”, acotó y agregó: “Estoy aquí enviando fotos de José Artigas a mis antiguas compañeras de colegio”.
Además, tuvieron la oportunidad de conocer Punta del Este, donde se maravillaron con el océano. “Nos gustó mucho, nosotros vivimos en el medio de Estados Unidos y solo accedemos a lagunas”, valoró.
Tal vez porque provienen de un lugar agrícola, o porque la figura del gaucho uruguayo tiene también su dosis de misticismo para los extranjeros, las tradiciones camperas despiertan el gusto de este matrimonio, interés en el que pudieron adentrarse al asistir al Festival del Gaucho de Tala, Canelones. “Comimos un poco de comida tradicional y nos quedamos viendo el show por algunas horas”, describió entusiasmada. En consecuencia, pudieron probar el mate, algo que, a gusto de Lynn, resulta bastante amargo, aunque reconoce que no tiene la costumbre de tomar té ni café. El chivito o el asado, en tanto, fue disfrutado mayormente. Es que el haber crecido en un sitio con abundancia de ganado hace que la carne, sobre todo el lomo, sea un plato habitual en su dieta. “Nuestra comida es similar a la de ustedes”, resume Lynn al respecto.
En cuanto a la visión de la sociedad uruguaya, la entrevistada expresó gentilmente: “La gente de Uruguay es muy amable, siempre están ayudándonos. Podemos hablar con cualquier persona. Me parece que son muy felices y que tienen una buena vida aquí”. Aunque estadounidenses y uruguayos se hallan geográficamente en distintas puntas del continente, parece ser cierto que en los espacios donde abunda el campo y menguan las gentes, los puntos de encuentro se propician con más facilidad. Tal vez por esto, y más allá del lugar cómodo de las apariencias, montevideanos minnesotanos y uruguayos tengan más en común de lo esperado.
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