La cultura tiene agentes que operan a veces desde el más absoluto anonimato, lejos de lo mundano, más como custodios que ayudan a restaurar, organizar, clasificar y preservar documentos de diversos formatos, tipologías y soportes.
La labor de los archivistas, casi desconocida por el público, es la que permite, a futuro, investigar, estudiar, comparar, proyectar en diversos campos del conocimiento y, por si fuera poco, alimentar las raíces de nuestra identidad cultural. Para interiorizarnos más en el tema, nos dirigimos al Sodre y nos entrevistamos con la licenciada en Musicología, Fabricia Malán, especialista en archivos sonoros.
¿Nos podrías hacer una presentación de tus estudios y de cómo surgió tu interés por esta actividad?
Soy Fabricia Malán Carrera, entrerriana de nacimiento, viví hasta los once años en La Paz y luego nos trasladamos con mi familia a Juan Lacaze, Colonia. Estudié el Ciclo básico de guitarra en la Escuela Universitaria de Música (EUM), en Montevideo, y luego la carrera de Musicología. También hice algunas materias y revalidé otras en Música del Instituto de Profesores Artigas y dos licenciaturas que quedaron inconclusas porque cerraron la institución: Música y danzas tradicionales y populares latinoamericanas en el Centro de Cultura Popular. Teníamos muy buenos docentes y un lindo ambiente, era una interesante propuesta enmarcada en el MEC. Luego hice muchos cursos y seminarios de Educación popular y recreación-animación, trabajé muchos años en Secundaria como docente y como tallerista de música en una ONG (Obra Ecuménica Barrio Borro) en convenio con el Estado, ubicada en el Barrio Casavalle, donde había programas para niños, niñas y adolescentes y también estuve unos cinco años trabajando en un Centro de Atención a la Infancia en el Cerro, siempre con la música y la animación.
¿Dónde trabajaste a lo largo de tu carrera?
En la EUM, que ahora forma parte de la Facultad de Artes, trabajé desde el año 1997 hasta que empecé a trabajar en el Centro de Investigación de la Artes Musicales y Escénicas (Ciamen) del Litoral Norte, Udelar. Al principio como ayudante de cátedra, luego como pasante y después ya comencé a trabajar como grado uno en diversos proyectos. Trabajé en la elaboración de un tesauro de música en lengua castellana, en el Archivo de Música Electroacústica, en el proyecto Centro de Documentación Jaurés Lamarque Pons, entre otros tantos. Con el Archivo General de la Universidad trabajé en el Proyecto de Organización, Digitalización y Conservación Preventiva del Archivo Zitarrosa, y actualmente estoy en el Ciamen en diferentes proyectos relacionados con las artes performáticas, corporeidades y teatralidad de manifestaciones populares y académicas vinculados al Teatro Solís y el Teatro Larrañaga de Salto.
En el año 2012, a través de un pase en comisión de secundaria al MEC, comencé a trabajar en el Centro Nacional de Documentación Musical Lauro Ayestarán y podría decir que desde ese entonces me dediqué al área de archivos sonoros y musicales. Luego me presenté a una beca de archivos, bibliotecas y museos para Iberoamérica en España que se llevó a cabo durante un mes, compartiendo la experiencia con personas de toda América Latina, y con algunas de ellas aún mantenemos el vínculo. En el año 2016 realicé el Diplomado Iberoamericano en Patrimonio sonoro y audiovisual coordinado por Fonoteca Nacional de México y el Centro de Capacitación Televisiva de México y continué participando en cursos, seminarios y congresos relacionados con los documentos sonoros.
Y tu vínculo con el Sodre, ¿cómo se dio?
En 2008 comencé a trabajar en la programación de la Radio Clásica perteneciente a la institución Sodre y luego en 2015 presenté un proyecto de archivo sonoro para trabajar con los documentos que pertenecían al Sodre y aquellos que nacieron con Radiodifusión Nacional del Uruguay. Ese ambiente me motivó a continuar formándome en el tema de archivos sonoros, a interrogar sobre lo que pasaba con lo que se iba generando y lo que ya estaba de antes, cómo poder resolver los problemas de conservación, recuperación de contenidos de las grabaciones, cómo digitalizar, con qué material empezar primero, cómo organizar todo el acervo histórico inmenso que estaba allí solo y casi que abandonado. La primera instancia en la radio estuve acompañada y apoyada por las mexicanas Perla Rodríguez Reséndiz y Mariela Salazar, quienes fueron como dos luces para entender cómo podían funcionar estos archivos. Además, con ellas organizamos las primeras instancias de capacitación en archivos sonoros en Uruguay (Fonoteca Nacional de México, Udelar y RNU).
Entonces, a partir de allí, también empiezo a vincular la musicología con estos archivos, a estudiar e interiorizarme más y a adquirir algunas habilidades en materia de cuidado y tratamiento de estos materiales. Esto también me lleva a ampliar en patrimonio sonoro, el patrimonio tangible, como lo son los soportes en los cuales se encuentran los sonidos y el patrimonio intangible que es lo que escuchamos. Lo increíble y lo que más me dio impulso y sostén en el trabajo con los archivos sonoros es la red de vínculos entre gente que está en estos temas, sobre todo en países latinoamericanos que es con quienes tenemos más desafíos en común.
¿Crees que esta es una actividad que va a ser más valorada que antes o no?
En cuanto a la valoración, lo que puedo decir es que ahora quizás se tiene más conciencia de que existen esos documentos y que contienen información tan valiosa como los documentos escritos, que siempre fueron considerados más importantes. Y a partir de allí se genera la necesidad de ponerlos en valor y sobre todo de saber qué contienen, pues lo difícil de los archivos sonoros –si están en soporte analógico, sobre todo– es que necesitamos reproducirlos de alguna forma y no siempre están a nuestro alcance los medios para ello.
¿Cómo ves la evolución de la archivología? Archivaste revistas, discos, casetes, CD, ¿y ahora?
La evolución de los archivos, en mi opinión, está relacionada con el acceso y el cuidado. En tanto estos dos elementos sean contemplados por las sociedades o por los gobiernos o autoridades competentes e instituciones de educación, los archivos evolucionarán favorablemente. En nuestro país ha costado bastante y considero que aún estamos lejos de reconocer que en la cooperación entre instituciones o personas que tienen en su poder este tipo de documentos está el avance y la suma de las fuerzas y esfuerzos. Aquí en lo que más nos destacamos es en trabajar por separado, cada uno en su lugar, por su cuenta y esto hace que no podamos conocer lo que realmente tenemos y poner en condiciones los documentos y que puedan ser consultados por la gente.
¿La inteligencia artificial es una amenaza?
Las inteligencias artificiales no son una amenaza en tanto el ser humano pueda seguir decidiendo qué es lo mejor para su cultura, su sociedad, su beneficio, y pueda utilizarlo como una herramienta para mejorar el acceso a los archivos. Los documentos nunca se terminan como para dejar de archivarlos, cada vez son más. Se necesitan muchas horas para describirlos y es para ello que las inteligencias artificiales pueden ayudar, entre otras cosas. Por otra parte, estamos muy preocupados por recuperar los contenidos de los documentos analógicos, pero descuidamos las horas y horas de documentos de origen digital. El ser humano sigue generando documentos todo el tiempo y hay que seguir seleccionando y valorando aquello que nos pueda aportar algo y aquello que no.
¿Cómo se recuperan archivos cuando la tecnología corre más rápido?
Los archivos se recuperan en la medida que haya recursos y gente dispuesta a hacerlo, con o sin tecnología especializada. Digamos que aquí en América Latina (y supongo que en otros países de los denominados “tercermundistas”) recuperamos los archivos con lo que esté a nuestro alcance, incluso inventamos formas o recursos para hacerlo, teniendo acceso a la tecnología básica a veces.
Descríbeme tu equipo y una jornada cualquiera. ¿Qué etapas debes cumplir para decir que un trabajo está culminado con éxito? ¿Cuánto tiempo lleva? ¿Qué haría falta hacer para que fuera más ágil, más eficiente tu labor?
En este momento no hay un equipo como tal sino personas que trabajan en tareas de archivo. Si bien el área de archivo se creó con dos coordinaciones según tareas de digitalización, mantenimiento de los servidores y bases de datos y archivo de palabra, por un lado, y por otro según tareas relacionadas con el archivo fonográfico, como identificación, descripción y conservación de lo que era específicamente musical, en la actualidad está desvirtuado todo. Digamos que cada uno realiza una tarea y listo. El objetivo principal es poner en orden, conservar, digitalizar, nombrar, describir para que los documentos sonoros puedan ser escuchados y utilizados por quienes estén interesados en ellos. En esto trabajamos diariamente. También hay muchos documentos en soporte papel que complementan aquellos sonoros, por ejemplo, los programas de los conciertos, algunas fotografías y todos los registros de las transmisiones radiales desde el año 1930 hasta 1960 ordenado día por día, mes a mes, año a año y luego ya las de la década de 1970 y 1980 bastante incompletas. Estos documentos son únicos, no hay en otros lados, en ninguna otra radio que nosotros tengamos conocimiento y ya nos lo han dicho. Los recuperamos de un lugar con mucha humedad y solo hemos podido ordenarlos. Pero son de mucha utilidad cuando no tenemos algunos datos de grabaciones sea de voces o de música. Yo no puedo hablar de un trabajo culminado y menos con éxito, solo cuento con que algunas tareas se terminen y se logre llevar a cabo alguno de los objetivos que nos planteamos al principio y algunos de los que hemos ido modificando con el tiempo y de acuerdo a los recursos materiales, humanos y cuánto valor les otorgan a estos archivos las diferentes administraciones. Podría ser mucho más ágil y eficiente pero no hay perspectivas ni proyección a futuro.
Preséntanos el archivo donde trabajas. ¿Cuál es su producto estrella? ¿Con qué materia prima trabajas? ¿Hay donaciones?
En el acervo histórico que actualmente está gestionado por las radios del Estado se encuentra un increíble tesoro que puede dar cuenta de una parte de la historia sonora de Uruguay (y más también). Registros de voces, de conciertos ofrecidos por el Sodre, conciertos registrados al aire libre, encuentros, cursos, discursos, charlas, audiciones producto de intercambios con otras emisoras o instituciones extranjeras y además los tipos de soporte que prácticamente no se conocen como los discos instantáneos de alma de aluminio, de goma, de cartón, de vidrio; cintas de carrete abierto de papel, de acetato, de poliéster, casetes, DAT, entre otros. En este momento no estamos aceptando donaciones salvo que sean relacionadas con la historia de la radio o de otras radios, productos nacionales o que tenga un valor histórico; además porque no tenemos una sección para procesar los ingresos.
¿Cómo se articula con otros archivos similares? ¿Cuáles son los demás? ¿Trabajaste en el Centro Nacional de Documentación Musical Lauro Ayestarán?
La articulación con otros archivos es básicamente con contactos que se han establecido a través de la participación en encuentros, congresos, talleres, vinculación directa con gente que trabaja en diferentes instituciones u organismos nacionales o internacionales y a partir de esto hemos realizado algunos trabajos en conjunto, pequeños productos e intercambiando materiales. Por ejemplo, en el archivo de las radios hay grabaciones de campo de Lauro Ayestarán porque él trabajaba en diferentes instituciones y una de ellas era la radio, que le permitía realizar registros con los grabadores que tenían allí, entonces hemos intercambiado ese material con el Centro de Documentación Lauro Ayestarán y se hicieron unos micros para que salieran al aire y algunas otras iniciativas. También realizamos una selección para un proyecto de música latinoamericana con Radio Nacional de Argentina, otro proyecto con la Biblioteca Nacional de Chile y la Fonoteca Nacional de México con diferentes registros de la poetisa Gabriela Mistral, cuyo producto fue un video y el audio fue confeccionado de tal manera que podía emitirse por las radios también; luego colaboramos con el Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega de Argentina con un programa registrado en nuestro acervo que fue conducido por el propio Vega en la década de 1960. Bueno, un año participamos con algunos archivos sonoros en la semana que se realizaba la fiesta de la Rural del Prado y convidábamos a la gente a que escuchara distintas voces y música, y así algunas otras iniciativas.
¿El público conoce estos archivos? ¿Cómo los dan a conocer? ¿Qué pasa en otros países? ¿Cómo estamos comparativamente hablando a nivel internacional?
La mayoría de la gente no conoce lo que hay, pero ni siquiera la gente que trabaja en nuestra institución conoce que hay archivos sonoros históricos que incluso muchos de ellos se pueden consultar para programas actuales. El desconocimiento es a todo nivel.
Por ahora la única manera formal de dar a conocer estos archivos es a través de un programa que se llama De Cintas y Vinilos que sale al aire por la emisora clásica los domingos y si realizamos alguna muestra o colaboramos con alguna de las exposiciones del Sodre a través de los archivos sonoros. En un momento se ingresaron audios del archivo para programas de las Ceibalitas también, pero por el momento es la única forma de dar a conocer los documentos que tenemos. A nivel internacional sucede más o menos lo mismo en todos lados, en el sentido de que muchas veces depende de cuánto valor les den las administraciones del momento a través de políticas culturales y sobre todo que haya gente capacitada. Hay muchos archivos de esta índole y se ha avanzado mucho en reconocerlos, identificarlos y trabajar a nivel iberoamericano para poder establecer formas de cooperación y generar fondos o recursos para realizar tareas puntuales, además de programas de capacitación. Algunos países como México están más al frente, ya tienen un camino recorrido y hay mucho trabajo y ayuda en el conocimiento y desarrollo del área. Lo que yo siento aquí en Uruguay es que todo lo relacionado con archivos sonoros está bastante a la deriva, digamos, no se conoce mucho y a su vez cuesta mucho que se entienda la necesidad de recuperación, de utilización y de difusión de este tipo de documentos y más aún de regularizar estos trabajos. Es arduo y desgastante. Lo ideal sería que en primera instancia hubiera un reconocimiento, luego un parar y ver qué está hecho y qué falta, voluntad y un mínimo de organización y de recursos humanos para realizar la tarea y gente dispuesta a trabajar.
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