Cuando Cabildo Abierto irrumpió exitosamente en la escena política, presidido por el general Guido Manini Ríos, de inmediato surgieron los opositores para calificarlo como un partido militar o de ultraderecha, o que significaba la reversión o el recuerdo a momentos superados de nuestra historia, como forma de deteriorar su imagen y cuestionar su apoyo.
El respaldo electoral que obtuvo, sin embargo, le permitió alcanzar una importante bancada parlamentaria y sus votos fueron decisivos, sin ninguna duda, para el triunfo de la Coalición Republicana.
Ya instalado el gobierno del doctor Lacalle Pou, la presencia de Cabildo Abierto dentro de la coalición significó un valioso aporte, que se advirtió de inmediato en la pandemia con la brillante gestión del cabildante Daniel Salinas, la que permitió considerarlo como el mejor ministro en aquel momento.
Posteriormente, y sin perjuicio del estricto cumplimiento que nuestro partido tuvo con el “Compromiso por el País”, se le criticó el perfilismo que caracterizó a Cabildo que, en todo momento, procuró cumplir con los compromisos asumidos en la campaña. Estos fueron siempre dirigidos a actuar en beneficio de la clase media y en el amparo de los sectores más débiles, o sea entre otras iniciativas, el fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa y del productor rural, la rebaja de intereses por una deuda justa, por la apertura de líneas de crédito, el fortalecimiento de la unidad de la familia y el papel paternal, de la humanización de nuestro sistema carcelario con la instalación del trabajo obligatorio de los reclusos, de las mejoras de la reeducación de la minoridad y de la adolescencia infractora en la labor destacada de la presidenta del Inisa, licenciada Rosanna de Olivera, para dar solamente algunos ejemplos.
Sin embargo, las iniciativas de Cabildo no han sido acompañadas por los otros socios de la coalición y, en algún caso, determinaron el veto de la Presidencia, como el de la ley referida a corregir algún aspecto en el régimen regulatorio en materia de forestación.
Creemos que ha sido un error del Partido Nacional aislar a Cabildo Abierto y considerarlo como el socio díscolo de la coalición, en lugar de respetar su individualidad y considerar las propuestas que beneficiaban a la clase media y a los deudores exprimidos por un sistema financiero instalado por el Frente Amplio en la Ley 18.212 del año 2007 y que ha sido continuado por Lacalle Pou, que sin duda ha cedido a las presiones del sistema financiero.
Decimos error porque el aporte electoral de Cabildo es absolutamente necesario para el triunfo de la coalición, pues la oferta de los blancos es de inferior atractivo que la que gobierna y, además, entre los colorados asoma una abundancia de candidatos que no supone, hasta la fecha, la mejora notoria del apoyo popular.
Ello no obstante las ventajas que está otorgando la interna del Frente Amplio, sus agudas discrepancias y el descrédito que están sufriendo sus principales candidatos. Tienen muy claras diferencias en algunos temas cruciales, que se tratan de disimular sin éxito, como el plebiscito contra la reforma de la Seguridad Social, en el que los candidatos discrepan, aunque en apariencia lo estén acompañando y, sobre todo, exhiben una distancia que los muestra muy lejos del entusiasmo y energía que le pone el Pit-Cnt a todo ese procedimiento derogatorio.
Por otra parte, se mantienen intactos los vicios de origen y las posturas del frenteamplismo.
El desastre de sus gestiones, que suponen gastos millonarios y poca claridad, a todos nos recuerdan Ancap, Pluna, Gas Sayago, Aratirí, Envidrio, Antel Arena, las empresas autogestionadas, los negocios con Venezuela y las ventas a Cuba nunca cobradas, los procesos judiciales contra el vicepresidente Sendic, el ministro de Economía y Finanzas Fernando Lorenzo y del presidente del BROU Fernando Calloia.
De su accionar de gobernantes se recuerda el olvido del interior y de la condición agroexportadora del país, de la renta diferencial de la tierra que siempre destacaba Alberto Methol Ferré, del impuesto al trabajo a través del IRPF y a las pasividades con el IASS, con el duro castigo que es indisimulable en el bolsillo de la clase media de activos y pasivos.
En materia de política exterior, el pronóstico natural lleva a un nuevo alineamiento con la Venezuela de Nicolás Maduro y la Nicaragua de Daniel Ortega, sin abandonar la reverencia a la Cuba de los Castro y Díaz Canel, que es el más contundente y claro ejemplo del estado de miseria y paupérrima pobreza a la que puede llegar una sociedad castrada por la dictadura interminable, el crimen político, la detención arbitraria, la torturas de la mazmorra, la inexistencia de toda y cualquier oposición y la cancelación de todas las libertades.
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