Desde la época de los romanos, los ancianos eran la mayor clientela de las aguas termales, y hoy siguen siéndolo en muchos países, especialmente en los europeos. Allí, el termalismo se desarrolla en los llamados balnearios, que son centros de salud a los que concurren las poblaciones para tratarse dolencias o prevenir su aparición. En Uruguay, por el contrario, la explotación de las aguas termales se ha dirigido a fines de entretenimiento, especialmente con sus parques de diversión, que atraen tanto a menores de edad como a mayores con espíritu juvenil. No se ha desarrollado el termalismo medicinal sino en un bajísimo porcentaje de su potencial. Por esta razón, la Universidad de la República, con el auspicio del Centro Comercial e Industrial de Salto, ha decidido convocar a un encuentro de médicos y estudiantes de medicina interesados en la aplicación de los conocimientos actuales, sobre las bondades del agua termal para la salud humana.
Adelantando la temática de ese encuentro, que congregará a profesionales no solo de Uruguay, sino de toda la región, La Mañana publica extractos de la conferencia brindada por el doctor Alberto Morelli sobre las aguas termales y sus efectos en los ancianos.
Biológicamente, decía el doctor Morelli, puede detectarse un conjunto de acciones beneficiosas si la balneoterapia es correctamente realizada. Las aguas termales estimulan el retorno de la sangre existente en los vasos periféricos, contrarrestándose así el peso de la columna sanguínea en posición de pie, ya que el anciano de pie dentro de una piscina está sujeto a una mayor presión en sus extremidades inferiores que a nivel del corazón. O sea, se mejora el funcionamiento del llamado corazón periférico, que hace retornar la sangre periférica al verdadero corazón central, ayudando a las contracturas musculares que hacen retornar la sangre al corazón, evitando el éxtasis sanguíneo periférico, los edemas por trasvase de agua sanguínea a los tejidos, alimentando mejor a la bomba cardíaca y, por ende, a su circulación coronaria que alimenta el miocardio contráctil.
El cuerpo humano elimina por la piel gran parte del calor que producen los procesos vitales y una menor parte por el aire que respira. Al ser sumergido el cuerpo en agua a una temperatura cercana a la interna, se anula la radiación de calor por la piel y toda ella debe efectuarse por el aire respirado, cuyo volumen aumenta automáticamente. Ello hace que se incremente el ritmo respiratorio y el volumen de aire por respiración, lo que trae, como consecuencia, la puesta en funcionamiento y distensión de todos los alveolos y la dilatación de los bronquios pulmonares. Y como, por encontrarse la boca y la nariz cerca de esa agua caliente, o sea en una atmósfera ya saturada de agua, ese aire húmero fluidifica las secreciones del árbol respiratorio y se hace en forma fisiológica una verdadera y efectiva movilización y limpieza de los pulmones, algo difícil de conseguir con otras técnicas y el uso de drogas.
El contacto prolongado del agua con una superficie de piel caliente, o sea con circulación aumentada al máximo, facilita la entrada de agua a ese nivel sin recargar las vías digestivas. La piel con vasos dilatados permite el paso de las pequeñas moléculas de agua, y si esa agua tiene en solución sales, también el de estas. Esa capacidad ha sido muy utilizada en medicina, incluso para hacer entrar moléculas muy pesadas como las del mercurio en ciertos tratamientos, dosis que eran tóxicas administradas por otras vías. En el anciano, la adquisición de una parte del agua a través de la piel es un proceso más biológico y autorregulable que la absorción por el tubo digestivo, lo que significa otra gran virtud de los baños termales a temperatura próxima a la interna del cuerpo humano. Además, esa agua se equilibra iónica y coloidalmente al atravesar la piel y ser transportada por el plasma sanguíneo. De manera que la balneoterapia a temperatura fisiológica es un buen medio para hidratar a un anciano y posiblemente sea el mejor cuando ese anciano absorbe mal el agua por el intestino, o cuando no la ingiere en cantidad suficiente por causas psicológicas anormales.
La flotación en las piscinas termales disminuye la fuerza que acerca las superficies óseas en las diferentes articulaciones, tanto por ingravidez como por relajación y disminución del tono muscular. Ello permite, cuando aún existen superficies articulares no destruidas totalmente, la recuperación de su espesor y características de almohadilla entre los huesos. Si está totalmente destruida, los huesos rozan el uno con el otro y se forman caries dentro de esas epífisis óseas y el organismo tiende a defenderse, espesando y engrosando las cápsulas fibrosas articulares, llegándolas a calcificar para robustecerlas e inmovilizar las articulaciones. Si no están tan destruidas, la descarga de esa presión provocada por la contractura muscular permite la recuperación de las características biológicas de esas formaciones que recubren los huesos en las articulaciones. De esta forma se recupera, anatómica y funcionalmente, esas almohadillas con superficies de contacto deslizantes; o sea, se recupera la funcionalidad de cojinete, autolubricado y elástico, de todas las articulaciones. Ello explica la disminución de los dolores y el aumento de la funcionalidad experimentada principalmente cuando las alteraciones artrósicas no son muy importantes y cuando aún no se han formado caries óseas ni espesado y calcificado las cápsulas auriculares articulares.
Finalmente, como el ser humano es una entidad también psíquica, el descanso y alejamiento de la proximidad de las fuentes de agresiones de la vida en sociedad es otro de los factores para tener en cuenta, ya que sabemos que dentro de las etiologías de las afecciones reumáticas son muy importantes las agresiones psíquicas que provocan la enfermedad por el camino psicosomático, al generarse reacciones de defensa equivocadas o anormales. Esos estados agravan las contracturas musculares y, por lo tanto, los dolores característicos de las afecciones reumáticas y también comprometen la correcta regulación de los centros cerebrales cuyo cometido es mantener un perfecto funcionamiento de las más importantes funciones vitales.
El reposo psíquico en los centros termales puede ser un importante factor de recuperación de las agresiones psicosomáticas recibidas por el ser humano. Esa recuperación pone a los organismos en mejores condiciones para autodefenderse de las agresiones internas, causadas por infecciones crónicas, focales, bronquiales, intestinales, urinarias, vesiculares, genitales, dermatológicas, etcétera, tanto sean causadas por virus, bacterias u hongos. Así se explican algunas mejorías generales que hoy sabemos que fueron consecuencia de la anulación de esos factores infecciosos por la estimulación de las propias defensas del organismo en pacientes que hicieron curas en aguas termales.
En resumen, biológicamente está plenamente justificado a nivel de nuestro conocimiento actual el hecho de que los seres humanos, principalmente los ancianos, hayan recurrido a las curas en fuentes termales durante más de dos mil años. Uruguay ya cuenta con fuentes termales en pleno funcionamiento, y seguramente, con el encuentro internacional que se realizará en Salto el mes de junio para profesionales de la salud, se dará otro paso importante en la concientización de las bondades de las termas para la vida del ser humano.
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