En el mes de la danza, entrevistamos a una figura icónica de la danza contemporánea de Uruguay: Graciela Figueroa (15 de enero de 1944, Montevideo). A esta bailarina, actriz, directora, coreógrafa y terapeuta uruguaya se la nombró Patrimonio Cultural Vivo y se le otorgó la medalla Delmira Agustini. Actualmente dirige el Espacio Movimiento Río Abierto en las diferentes comunidades autónomas de España, el Espacio de Desarrollo Armónico Río Abierto en Uruguay, preside la dirección de Río Abierto Internacional y además dirige el Grupo Espacio de Artes Escénicas y la Fundación Por la Paz.
Tu trayectoria artística arranca desde muy pequeña ¿Cómo fue esa transición de estudiante al conformar con apenas 17 años Teatro Uno junto a dos consagrados teatreros como Alberto Restuccia y Luis Cerminara?
A los 17 años ya tenía disciplina con placer en las artes, tablas y buenas críticas. Desde niña, creaba espectáculos. Desde los dos años tomaba clases de danza (Madame Hintz, Sra de Gurri). Y desde los nueve, con Elsa Vallarino, que integraba las artes y convocaba gente de teatro en sus espectáculos con Dalica (Danza libre de Cámara). Además de nutritivas actuaciones y temporadas en grupos de teatro independiente, como Teatro Universitario y Teatro Circular.
Éramos cuatro, además de Bebe y Alberto, estaba Jorge Freccero. Bebe Cerminara era considerado un talento en el ambiente teatral, y ya había dado muestras de su potencia en sus actuaciones. Alberto y Jorge eran un poquito mayores que yo, y estábamos en el mismo colegio, el Richard Anderson. A fin del último año, el grupo de ellos presentó fragmentos de La importancia de llamarse Ernesto, y mi grupo El Desalojo, de Florencio Sánchez. Yo hacía el papel de Indalecia y dirigía la obra, ayudada por Sara Capurro. Íbamos en paralelo y juntos. Alberto ya escribía y yo coreografiaba, y los cuatro éramos buscadores del arte y del teatro. Los tres me convocaron para dirigir. Escribían poesías en una producción constante y sin fin. Yo elegía dentro de esa catarata, armé y dirigí, con ese elenco lleno de pasiones, el primer espectáculo de Teatro Uno, que se llamó Poesía así.
A los 21 años ganaste una Beca Fullbright ¿Qué expectativas tenías? ¿Cuáles se cumplieron?
Yo llegaba a Nueva York con toda la apertura, sin expectativas, pero con necesidad de aprender. Creo que además del reconocimiento de mi trayectoria y mis condiciones, fue esa necesidad la que me fue abriendo puertas y más puertas. La ciudad me pareció familiar desde el comienzo.
Había visto un corto de la compañía escuela de Martha Graham que me había encantado por su sencillez y transmisión. No bien llegué, me invitaron a participar en un espectáculo, Mixed Media, en Saint Marks Church. Fullbright no me pagaba las clases. Audicioné y recibí becas en Martha Graham School, Juilliard School y Merce Cunninghan School.
Mi profesor de coreografía en Juilliard, el precioso Lukas Hoving, me invito a formar parte de su compañía, y unas bailarinas de la compañía de Twyla Tharp me vieron en clase y me llevaron a un ensayo, y entré en su compañía sin audicionar. Actuamos en los principales teatros y espacios. Trabajé en montajes con Juan Downey, participando de lleno en la movida artística neoyorquina y de Estados Unidos. Solo tengo agradecimiento que se acrecienta cada día.
Unos cinco años después, ya en Montevideo, fundaste tu propia compañía de danza. ¿Qué te llevó a hacerlo? ¿Sentías una fuerte vocación docente o había además un deseo de hacer algo diferente y renovador?
Me salía por todos los poros la necesidad de compartir, y se iban formando grupos realizando trabajos artísticos y creativos en cada oportunidad. Me llamaban de los teatros para dar clases. Y gracias al hall del Teatro Circular, y más adelante al Teatro Victoria, se fue armando un grupo en el que se fueron quedando las personas que realmente querían y tenían el coraje de estar en un trabajo que, además de innovador, necesitaba entrega y dedicación. Danza, teatro, televisión, calle… Vida.
Tu trayectoria tuvo vuelo internacional: Chile, Brasil, España. ¿Qué evaluación puedes hacer de esos años de trabajo intenso? ¿Cuál era el denominador común a todas esas experiencias? ¿Te sentiste apoyada? ¿Dónde fuiste más feliz?
Sí, desde muy joven me tocó, también en la práctica, ser ciudadana del mundo. Recién llegada de Nueva York, me llamaron Gaby Concha y Patricio Bunster para dirigir el grupo Balca, de danza contemporánea de la universidad chilena. En ese momento yo sentía la necesidad de estar en Uruguay, y no fui. Poco tiempo después, me invitaron del Teatro Municipal de Chile a montar una coreografía y decidí aceptar. Ya en Chile, me contrataron en el Balca, y en el Ballet de la Universidad y en el Ballet Conadac del Ministerio de Cultura. En paralelo, el grupo uruguayo viajó a Chile y se fue formando un grupo independiente e internacional, con chilenos y otros, que funcionaba en el Museo de Artes Plásticas, gracias al apoyo de Nemesio Antúnez, su director, que nos cedía el hermoso espacio. Gracias.
En Santiago nació mi hijo Sebastián. Todavía no tenía seis meses cuando vino el golpe de Estado. Todas estas actividades se vieron suspendidas y en esa diáspora humana que se manifestó, volvimos a nuestro país.
Ya radicada en Uruguay, fui invitada por el Festival de Invierno de Ouro Preto, Brasil, por Julio Varela, a través de Marilene Martins, que conoció al grupo en el Congreso de Música Contemporánea que organizaba Coriún Aharonián y otros actores de la cultura. A partir de ese momento, ya recibí invitaciones del grupo Transforma, de Bello Horizonte, de su directora Marilene Martins y del centro de Pesquisa Corporal de Río de Janeiro (Ángel y Klaus Vianna ) e invitaciones para dar clases en el Centro de Musicoterapia y la escuela de teatro Martins Pena.
En forma independiente, creamos el Grupo de danza Coringa, grupo de teatro Los Mendigos y dirección del grupo circense Intrépida Troupe. En Brasil tome un curso con María Adela Palcos, creadora del sistema y escuela Río Abierto, con el cual trabajo hasta el día de hoy.
En 1987, Claudio Naranjo me invitó como profesora, a su escuela SAT, en Almería, España. De ahí surgieron varias invitaciones, y en el día de hoy dirijo Espacio Movimiento Río Abierto España y Comunidades Ibéricas, que realiza un trabajo creativo de desarrollo armónico, Río Abierto, en toda España e Islas Canarias.
Siempre tuve apoyos en los diferentes lugares y de diversos tipos. Estatales algunas veces, o de personas que por amor a lo que hacíamos o porque les había cambiado sus vidas querían ayudar ayudándose. El apoyo mayor de amigos y amigas del alma. Me sentí feliz en los momentos de presencia en los distintos lugares.
Tu trabajo apunta no solo a la preparación física para la danza, sino que implica otras áreas ¿Consideras que cada vez más tiene relevancia para la gente? ¿Cualquier persona estaría apta para tener esa formación o solo los futuros profesionales? ¿Hay alguna limitación o exigencia?
Somos uno (humanidad) y somos únicos (individuos). Somos una unidad, pero también tenemos diferentes cuerpos, inteligencias, personajes. Procuramos en nuestro trabajo transitar y despertar la multidimensionalidad que somos y honrando todas nuestras partes tratar de organizarlas en la tercera dimensión de la mejor manera para todos. Cada persona elije dentro de las condiciones que se le permiten y que puede ir transformando, queriendo, buscando, su propia felicidad y la de los otros. Hay personas que tienen más claro que a nivel humanidad somos uno, y eso de que si sufre uno sufren todos. En Uruguay, en el Espacio de Desarrollo Armónico (fundado con Carmen Figueroa en 1989) y en la Fundación Por La Paz, trabajamos en las áreas de arte, salud, educación y convivencia, sobre todo a través de dos ramas del arte, sobre todo artes escénicas y el Desarrollo armónico (Sistema Río Abierto). Estas áreas pueden estar juntas o diferenciarse para ayudarse o ayudar a las personas a encontrar su camino. Hay múltiples clases en el Espacio y en la Fundación, y cada persona, si es necesario junto al equipo, decide cuál es la intensidad que necesita, lo que le viene bien y si es su momento de hacer la formación o tomar una clase cualquiera para mejorar su vida.
¿El ámbito público te resultó limitante para tu creatividad o simplemente preferiste hacer un camino propio?
Se fue dando de esa manera. No me he presentado a algún cargo público… y llovían propuestas del exterior. Acabé viviendo bastantes años fuera del país y cuando estaba aquí, entraba en un trabajo profundo con las personas que trabajaban conmigo directamente y estaban cerca.
He trabajado en propuestas que me llegaron a través de la Unesco (Fontaina, Minetti), y de Julio Bocca (gracias) para dirigir el Ballet del Sodre. Para la Comedia Nacional y la Escuela de Arte Dramático dirigí la obra La hora en la que no sabíamos nada los unos de los otros, de Peter Handke, convocada por Alicia Migdal y Héctor Vidal, quien también me llamó para Las mil y una noches. Me resultaron muy estimulantes y de momentos de entrañable presencia esas instancias en estos dos organismos del Estado en que las personas se dedican a tiempo completo a montar obras.
Mientras tanto, desarrollo un trabajo constante y siempre nuevo, con el Grupo Espacio de Artes Escénicas y otros artistas nacionales, realizando puestas asombrosas.
¿Cómo ves la enseñanza de la danza hoy día? Abundan las escuelas, concursos, certámenes, shows, etcétera. ¿Qué ha cambiado más allá de poder ver en directo una gala en cualquier lugar del mundo y el uso de las redes para su divulgación?
Sí, cada vez está más claro (aunque viene desde siempre) la importancia de las artes, la danza, el movimiento, el cuerpo, como una mina de sabiduría en unidad con la mente y el corazón. También la importancia de la danza en la salud, en el contacto con nuestra verdadera naturaleza y cuidado de lo que somos en la tercera dimensión.
En cuanto a Uruguay, hay tres escuelas estatales nuevas: Danza Contemporánea del Sodre, cursos de profesores de danza en el Instituto de Profesores Artigas y licenciatura en la Facultad de Artes de Universidad de la República. También hay diferentes programas de danza en los bachilleratos en los liceos y otros cursos gratuitos organizados cada año por la Intendencia y el MEC.
La comunidad, familia de la danza, se va agrandando y ya se habla de un cuerpo de Danza Contemporánea Oficial. Todas estas propuestas gratuitas hacen más difícil la sostenibilidad del trabajo independiente, que era donde se producía la transmisión y la enseñanza anteriormente. Igual hay lugares que continúan, o surgen lugares nuevos, apelando a la creatividad y a la entrega de sus coordinadores. Se ha dado un desplazamiento de alumnos y profesores hacia estas escuelas estatales que ofrecen clases gratis a los alumnos y empleos más estables y en algunos casos, mejor remunerados, a los profesores.
También cada persona encuentra el maestre con el que resuena para descubrir su maestro interior para realizar su persona y su ser artístico.
¿Qué te gusta ver como espectadora? ¿Qué te da placer? ¿Qué te emociona de un espectáculo artístico? ¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿Qué te gustaría hacer ahora o volver a hacer? ¿Cambiarías algo de lo que hiciste?
Disfruto con las artes en general, sobre todo las artes escénicas, ahora también del cine. De chica quería ver todo. Ahora trato, pero tengo que elegir más. Sobre todo, danza y teatro se me hacen uno cuando explícito o implícito los performers y la puesta se abren a la totalidad de las herramientas.
El placer está siempre como una sonrisa interior. Es difícil que no encuentre algo bueno en los espectáculos, aunque a veces siento que las imágenes de violencia, magnificando y empeorando la realidad, me contaminan el centro de la visión. Sufrimiento útil e inútil.
Hacer nada, estudiar, ver espectáculos, playa… quisiera más familia. Trato de aprender de los errores y la falta de presencia y recibir el futuro abierta de corazón y mente. Más trabajo cotidiano y tranquilo en lo artístico, compartir más, realizar obras con las personas que estamos y también con gente nueva.
Durante la pandemia, muchas personas se dedicaron a experimentar con nuevas carreras, actividades y otros trataron de reencontrarse con su ser verdadero. ¿Sientes que tu trabajo pasó a ser más valorado en tal sentido?
Fue buenísimo para mí tener que parar. Lo disfruté e hice cosas nuevas, era una oportunidad para mí. Salvando lo que me movía de lo que pasa y pasaba en el mundo, estaba bien conmigo.
La barriada del Parque Rodó se identificó siempre con tus movidas culturales. Tanto la Fundación Por la Paz como el Espacio de Desarrollo Armónico están allí. ¿Qué actividades y objetivos tienen ambas?
Mediante diferentes medios de acción, comida, ropa, terapias gratis o más baratas, meditaciones, clases, cursos gratis en lugares de menos recursos, espectáculos en teatros, en la calle y en lugares otros. El traer el cielo a la tierra y la tierra al cielo, aprender a darnos cuenta de que estamos aquí y ahora, ofrecer un espacio para que personas y artistas puedan expresar su ser y ayudar ayudándonos, a agradecer la manifestación de la humanidad con espacio para todes. O sea, granito de arena cada día en la montaña de amor y luz que estamos construyendo entre todes como los pajaritos que traen una gotita de agua en sus picos y consiguen apagar el incendio en el bosque.
Además de estas dos instituciones, eres directora de Río Abierto e integras el Consejo Uruguayo de la Danza de la Unesco. ¿Qué actividades debes desempeñar en estos cargos?
Estuve, pero no estoy más, en el consejo uruguayo de la Unesco. En este momento dirijo el Espacio de Desarrollo Armónico y Espacio Movimiento Río Abierto España y comunidades Ibéricas. Soy presidenta de la Fundación Por la Paz y de Río Abierto Internacional, con escuelas de formación y cursos en otros países. Además, dirijo el Grupo Espacio de Artes Escénicas.
¿Son importantes los premios?
Los premios han sido un gran apoyo, en el caso de la Guggenheim, la Fullbright y la OEA, también económico. Y siempre un asombro y una sorpresa. Es, creo, para una trabajadora o artista independiente, consiguiendo resultados, o no importando los resultados, sentirse vista, oída y valorada.
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