La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, organismo perteneciente a la estructura de la ONU, en su informe de 2023 declara que en Colombia se alcanzaron, ese año, las 230.000 hectáreas plantadas, un 13% más que en 2022.
Es un considerable y peligroso aumento en la superficie destinada a la plantación de coca, que junto a la comercialización ilegal de la minería y la venta de madera, todos rubros manejados por el narcotráfico, generan una desforestación y contaminación hasta ahora nunca vista. La denominan “narcodeforestación”. En países como México, Colombia, Perú, Ecuador el narcotráfico maneja la plantación, recolección y fabricación de cocaína, la explotación ilegal de minería, la venta ilegal de madera y el tráfico ilegal de flora y fauna nativa, provocando aumento de la contaminación por uso de mercurio, desforestación, desplazamiento forzado de personas, extinción de comunidades indígenas y poblaciones campesinas.
Este aumento de su dominio territorial fomenta el tráfico de personas, la esclavitud, los homicidios, la extorsión a pobladores locales, el fraude de papeles y corrupción para hacerse de las propiedades, entre otros. Hasta aquí el informe.
Observar detenidamente lo que sucede en otras latitudes en relación con el narcotráfico nos da pautas claras de hacia dónde debemos apuntar. El aumento de superficie cultivada producirá una mayor cantidad de cocaína ofrecida. Por simple ley de mercado, al aumentar la oferta del producto en los mercados se generan por competencia dos fenómenos:
1) Una baja de precios en el producto. Cada vendedor tratará de colocar su producto diferenciándose por el precio.
2) Al bajar el precio, accederá al producto una parte de la población que antes no consumía por no poder pagarla. Aumentará así el mercado consumidor, llevado de la mano por la naturalización que genera un producto de por sí muy adictivo.
En otro artículo hablaremos de las condiciones y economía del productor y su cadena de fabricación y distribución.
¿Por qué se sigue aumentando la superficie producida? Por dos razones:
1) Hay una tendencia mundial, fruto entre otras cosas de la naturalización del consumo por la legalización regulada de la droga, a aumentar la demanda del producto. Lo que de por sí implicaría la necesidad de más hectáreas plantadas.
2) Hay un ingreso inesperado en los últimos años de otros jugadores en el mercado: los laboratorios, fieles impulsores de la legalización regulada de las drogas, haciendo énfasis en las sintéticas.
Mediante cabildeo, corrupción y mucho marketing al poner en manos oficiales la fabricación y venta, entran en el negocio supermillonaria de las drogas adictivas ahora legales, negocio del que estaban excluidos oficialmente.
Por este aumento de demanda y amenaza de nuevos competidores, el mundo narco se ve obligado a ser mucho más agresivo en sus políticas de penetración de mercados. Lo que irremediablemente genera más violencia por territorio, más oferta de producto en las calles, sobre todo en poblaciones más desprotegidas, escuelas y liceos incluidos.
En conclusión, nos están metiendo en una lucha violenta y vertiginosa de aumento de oferta de drogas, un aumento del mercado consumidor (las clases más desprotegidas de nuestra sociedad) y un inexorable aumento de los niveles de corrupción en nuestros sistemas judiciales, políticos y policiales. Ya lo instauró hace décadas el siniestro Pablo Escobar: “Plata o plomo”, y plata es lo que les sobra y va a seguir sobrándoles.
Legalizar solo aumentará la oferta del producto, introduciendo en el mercado supuestas industrias químicas que jamás podrán competir contra la producción ilegal que no paga ningún impuesto, explota a los trabajadores y funciona por fuera de todo el sistema. Se naturaliza el consumo aumentando el mercado consumidor, la violencia y los gastos gubernamentales en seguridad y salud pública.
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