Con motivo de la presentación del libro Fragmentos, 1974-2024, de Óscar Larroca, concurrimos el 15 de mayo al Espacio Idea (San José 1116, Montevideo), donde podrá visitarse la muestra correspondiente hasta el 26 de julio de 2024.
Óscar Larroca (Montevideo, 21 de octubre de 1962) sostiene actividades desde 1981 como artista visual, ilustrador, docente y ensayista. Expuso de forma individual en Buenos Aires (1988), París (1999), Barcelona (2001) y Viena (2000, 2015). Recibió una docena de primeros premios en salones nacionales (1981-2005), dos primeros premios en salones internacionales (1997, 1999), dos Premios Morosoli (2000, 2016), obtuvo el Premio Figari a la Trayectoria (2011, MEC-BCU) y la distinción Virgen del Pintado a la trayectoria (2023, CEU).
Fue miembro fundador del grupo Glitch (Álvaro Ahunchaín, Alberto Gallo, Cecilia Mattos, Renzo Teflón, Ricardo Yates, 1988) y realizó varias performances (como Variaciones cromáticas sobre Händel y Haydn, junto al Trío Prentki, 1996). Fue curador de la X Bienal de Salto (2013) y de los artistas Manuel Domínguez Nieto (2000), Manuel Espínola Gómez (2021), Arotxa (2023) y Pilar González (2023), entre otros. Larroca diseñó carátulas para fonogramas, afiches, portadas de libros e isotipos y trabajó en el diseño de vestuario, escenografía y maquillaje para teatro. Realizó historietas con guiones de Elvio Gandolfo y Leo Maslíah, fue ilustrador para varios medios de prensa nacionales y extranjeros y dibujante para el largometraje documental Sangre de campeones (2017-2018). Fue designado Miembro Honorario de la Comisión Nacional de Cultura de Uruguay para la Unesco (Cominal).
La presentación de Fragmentos concitó la atención de numeroso público, tanto que no alcanzaron los asientos del Espacio Idea del MEC. ¿Cuáles crees que fueron los motivos para que tanta gente asistiera una fría tarde de mayo a un evento cultural de esta naturaleza?
Yo había comunicado a un grupo de amigos y algunos colegas mi intención de que la muestra significaba una suerte de “cierre de ciclo” en mi trayectoria. Seguramente eso echó a correr la voz en ese círculo de allegados, a lo que se debe agregar el hecho de que el Departamento de Comunicación de la Dirección Nacional de Cultura hizo una excelente difusión. Otros motivos, relacionados a la eventual relevancia de la muestra, no me correspondería expresar.
Transitaste muchos mundos, trabajando en diversos oficios vinculados a tu faceta artística: el gráfico, editorial, literario, ensayístico, teatral, cinematográfico, fotográfico, etcétera. ¿Qué te aportaron cada uno y cómo fue ese pasaje? ¿Casual? ¿Por necesidad? ¿Buscado?
Mi preocupación siempre fue experimentar con distintas técnicas y soportes con el propósito de brindar al espectador la posibilidad de realizar otros niveles de lectura. Eso está enmarcado en mi constante interés en la “representación” de la superficie del mundo observable. Menudo tema, sobre el que giran varios problemas en torno al arte. El aporte siempre fue fructífero y dejó nuevas interrogantes para entender el mundo de la expresión artística. Al margen de esto, mi modesta incursión en el ensayo se debe entender como la consecuencia de esos desvelos.
¿Cuáles características (además de tu talento tu versatilidad, tu tenacidad, tu esfuerzo) piensas que te llevaron a ser un consagrado artista en un medio en el que el reconocimiento se hace muy difícil, en especial para quienes son autodidactas o adquieren fama de disidentes, provocadores o trasgresores?
No tengo una respuesta muy clara. Sin entrar en el mote de “artista transgresor” (que nunca busqué ser), ese reconocimiento se debe, tal vez, al hecho de que mi obra evoca cierta honestidad, aunque eso tampoco se vio reflejado necesariamente en el mercado local (muy diminuto, por otra parte).
Las diversas técnicas y lenguajes, que a veces se sintetizan en tus polípticos, no impiden, sino todo lo contrario, que la gente al apreciar una obra tuya sienta que “la entiende”. ¿Te lo hacen saber? ¿A qué lo relacionas? ¿A la representación? ¿A la imagen reconocible?
Sí. Seguramente el público reconoce y se reconoce ante imágenes que le son familiares. Eso me brinda la posibilidad de poder deslizar alguna idea o algún concepto más allá de las figuras.
Por favor, completa la frase: “Nunca dejé de luchar por…”
“…ser lo más fiel posible a mis necesidades expresivas”. Es un concepto que aprendí del maestro Manuel Espínola Gómez.
¿Las dificultades económicas fueron un obstáculo o un aliciente? ¿Un impedimento o un desafío?
A veces fue un obstáculo y otras veces fue la manera de buscar alternativas para hacerme de las herramientas para trabajar.
¿Cuántas horas reloj llegaste a dedicarle a una obra? Por ejemplo, al fabuloso retrato de Abbondanza en grafito sobre papel que expusiste en la presentación.
Creo que unas doce a catorce horas de trabajo (no continuas, obviamente).
El libro es testimonio de tu producción artística, pero también de toda una época, porque allí homenajeas, nombras y muestras tu entorno con gran detalle y cariño por quienes te han rodeado. Esos testimonios también existen gracias a tu meticulosidad en registrarlos, guardarlos y ahora desempolvarlos para mostrarlos. ¿Tienes algo así como un síndrome de Diógenes en este rubro? [Risas].
No creo, aunque a menudo pienso que me encuentro casi en el borde de convertirme en un sujeto que no se desprende de ningún objeto, sobre todo de aquellos que me acompañaron en mi infancia y adolescencia (álbumes, revistas, semanarios, postales, programas, entradas de recitales…).
En un mundo de La Pequeña Lulú, Lorenzo y Pepita, predominan Batman y Titanes en el Ring ¿Por qué? ¿Asunto de fuerza y poder o de edad?
La Pequeña Lulú, Patoruzú, Inodoro Pereira y tantos otros personajes de historieta los acuno en mi mejor recuerdo. Todavía hoy intento leer esas revistas, pero desgraciadamente ya no guardo la sorpresa y el regocijo al leerlas como cuando era un niño. Batman es diferente, pero no tiene nada que ver con la fuerza o el poder. El personaje encapotado siempre me cautivó, sobre todo desde que vi el programa con sus aventuras, y que se emitía por la televisión a fines de los años 60.
Estudiaste Teoría del Arte y en 1996 fuiste docente de Dibujo en Florida. ¿Qué aporta (o debería aportar) la formación artística formal? ¿Qué te aportó a ti y qué buscaste aportarles a tus estudiantes?
Como señalo en el libro, siempre evité la postura académica en cualquier sentido. Hay quienes sostienen que lo que importa es que el individuo sea libre, no que pinte bien. ¡Como si una cosa fuera más fácil que la otra! Creo que el proceso es mucho más complejo. A mí me preocupa que el alumno pinte bien como él mismo; menuda ambición que no creo haber alcanzado siempre. Hay talleres muy relevantes, algunos de ellos sucedáneos del peso intelectual de las escuelas de los grandes maestros. En cualquier caso, los talleres son necesarios para que el sujeto pueda sublimar algunos asuntos internos. Hay alumnos que buscan evasión y son renuentes a resolver problemas y romper con algunos vicios; otros ambicionan el espacio como lugar de terapia y otros intentan desarrollar una voz propia.
La censura que sufriste a los 23 años, ¿te cambió la mirada? La imagen es inocente. El cuerpo humano, que trabajaste con rigor científico, por no decir cuasi médico, también lo es. ¿Qué piensas hoy después de 38 años de aquellos sucesos?
Tenía una formación académica muy frágil. La censura promovida por algunos políticos y el juicio lapidario de otros individuos me aportó una mirada totalmente nueva. A partir de ese episodio se me cayó un velo, lo cual no significa que haya caído en una posterior autocensura, aunque sí llegué a cuestionar ciertos aspectos temáticos presentes en mi obra durante algún tiempo. Como fruto de esas reflexiones escribí años más tarde el libro La mirada de Eros.
Tienes predilección por trabajar en equipo, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. No te satisfacen demasiado los compartimentos estancos que ves hoy y valoras los cruces. ¿Qué haces para cultivarlos?
Desde mi muestra individual Bisagras de la realidad, en el año 1992, siempre intenté contar con el trabajo de performers, modelos, actores, músicos y escritores. Ya en 1988, en la exposición interdisciplinaria Después de los héroes, formamos un valioso equipo con Renzo Teflón, Alberto Gallo, Cecilia Mattos, Ricardo Yates y Álvaro Ahunchain. Inauguramos la muestra-instalación junto al luchador argentino Martín Karadagián (el creador de Titanes en el Ring). Por otro lado, si bien es cierto que la labor del artista visual (al igual que la del escritor) se produce en solitario, eso no impide que se pueda sentir interés en trabajar y generar intercambios entre distintas disciplinas artísticas.
En la presentación hablaste de cierre, no de despedida. ¿Qué te falta hacer? ¿A qué te vas a dedicar?
El cierre de este ciclo no necesariamente significa que me retiraré de mis actividades, sino que, en todo caso, lo que pueda hacer será hecho en un tiempo muy distinto al vivido. Toda mi vida trabajé en un momento histórico en el que no existían los dispositivos informáticos ni los avances que supone hoy la inteligencia artificial…
En tu libro dices que todos somos fragmentos y que tú eres el resultado de zurcir esos fragmentos. ¿Cómo elegirlos, cómo combinarlos y cómo hacer que las puntadas no duelan?
Cada uno deberá encontrar las herramientas más idóneas para llevar a cabo esa tarea. No hay modelos específicos ni consejos demasiado cerrados para compartir experiencias tan personales como intransferibles.
Como final: aseguras que somos la última generación que distingue la realidad de la ficción. Con la inteligencia artificial. ¿Cualquiera podrá hacer arte? O mejor dicho: ¿ya nadie será artista?
No sabría decirte si cualquiera puede llegar a hacer arte solamente con la ayuda de ortopedias sintéticas. Si todo el mundo es artista, nadie puede serlo, y si todo es arte, ya nada lo es.
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