El 15 de junio, Sergio Caraballo compartirá tangos y otras músicas junto con el maestro Alfredo Iglesias en El Fortín.
Corría el año 1976 y el llamado canto popu sacudía todo el continente. El techo bajo para la música en Uruguay golpeó pronto a Sergio Eduardo Caraballo y guitarra al hombro se fue con tan solo 17 años a probar suerte a la vecina orilla, donde cantantes del folklore como Atahualpa Yupanqui o Jorge Cafrune hacían mella en las peñas. Era una gran oportunidad de trabajo que no se podía dejar atrás y sería el germen de una carrera musical que abarcó lo largo y ancho del continente en las siguientes décadas.
Sergio se quedó un tiempo en Argentina, pero su carrera comenzaría a tomar forma años después, en Colombia, donde el tango es casi tan importante como en el Río de la Plata. Allí había fundado el Latino Café Concierto, justo al lado del Latino Internacional, un emprendimiento gastronómico y otro musical donde él mismo tocaba junto a Marcos Machín en el Dúo Latino. En esa época Sergio todavía no tocaba el bandoneón, pero defendía sus tangos con su guitarra como desde su adolescencia. Las noches del café concierto se iluminaban con música latina, del tango al bolero, y de chivitos uruguayos, mientras corría en paralelo una de las épocas más oscuras de Colombia de la mano de los cárteles de Cali Y Medellín.
La pasión por el tango ya estaba quemando desde la adolescencia, cuando Sergio escuchaba los vinilos de Carlos Gardel de su abuelo, pero aún faltaba una herramienta esencial en su carrera: el bandoneón. A mediados de los noventa, Caraballo no pudo más y en una visita a Argentina compró su primer “fueye”. No lo sabía tocar y debía volver a sus compromisos en Colombia, así que con una paciencia que pocos tienen se puso a aprender el bandoneón solo y de forma autodidacta, pasando nota por nota sus arreglos de guitarra a los teclados esquizofrénicos del bandoneón. Las primeras notas de ese esfuerzo salieron poco tiempo después en Chile, cuando por fin se animó a tocar de una manera poco convencional: con el fueye en las rodillas acompañando su canto.
Abro un pequeño paréntesis para explicar por qué esto es poco común y en muchos casos llega a ser una proeza. El bandoneón es un instrumento particularmente complejo por su configuración, poseé dos teclados asimétricos que no guardan ningún tipo de relación entre sí, las notas no tienen un orden lógico ni intuitivo en ninguno de los dos y por si fuera poco sus teclas emiten sonidos distintos cuando se cierran y cuando se abren. No es nada común que los cantores sean bandoneonistas, salvo la notable excepción de Ruben Juárez y muy de vez en cuando la de algún músico de gran talento como Caraballo.
A partir de ese viaje a Chile con su bandoneón, Sergio se fogueó con su nuevo instrumento y comenzó a viajar de vuelta por Latinoamérica con la música, grabando un disco junto a la gran orquesta Color Tango (el cual está disponible para escuchar en línea) y recibiendo el Bandoneón de Oro del Festival Carlos Gardel por su trayectoria. Hoy en día Sergio vive de su pasión en la ciudad norteamericana de Las Vegas, donde toca tango al igual que otros géneros de nuestra América.
Recomiendo ampliamente la escucha del disco Romance de Tango con la ya nombrada orquesta Color Tango, donde encontramos versiones refrescantes de tangos clásicos interpretados con buen gusto y de la mano de una gran orquesta. La importancia de las grandes obras musicales se encuentra siempre en redescubrirlas de la mano de buenos intérpretes y este es un excelente disco para eso.
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