Para Guido Manini Ríos, el pensamiento artiguista se basa en la protección a los más débiles y la defensa de la soberanía nacional de la intromisión extranjera. No obstante, en diálogo con La Mañana sostiene que ambos principios no se vienen cumpliendo.
¿Qué reflexión le merece estar ante una nueva conmemoración del natalicio de José Artigas, este año, además, en medio de una campaña electoral?
Es el 260º aniversario del nacimiento de José Artigas y se convierte en una fecha más para pensar y reflexionar. Me acuerdo de cuando tuve que hablar hace 10 años, en el 250º aniversario de su nacimiento. En esa ocasión había señalado algo que me parece importante tener en cuenta. Artigas nació antes de la creación del Virreinato del Río de la Plata. En 1764, estos territorios eran jurisdicción del Virreinato del Perú. Entonces, yo señalaba que Artigas nació oriental, nació río platense, nació peruano y nació español de Indias. Todo eso fue Artigas y le va a condicionar su vida.
Cuando él tenía 12 años, se crea el Virreinato del Río de la Plata, que abarcaba lo que hoy es Argentina, Paraguay, Bolivia, Uruguay y parte de Río Grande del Sur. Todo eso era el Virreinato del Río de la Plata y, por lo tanto, la patria de Artigas. Eso fue donde se crio. Por eso cuando a Artigas Buenos Aires le ofrece separar la provincia oriental y lo que era el continente del Entre Ríos, o sea las provincias actuales de Entre Ríos, Corrientes y Misiones libres, con tal de que Artigas renunciara a su influencia del otro lado del Paraná (tenía que abandonar a Santa Fe y Córdoba que formaban los pueblos libres) y le daban la independencia de toda esa región, él se niega. No era su lucha partir a su patria, que era el virreinato en el cual había desarrollado su vida. Artigas fue, en definitiva, un luchador por la integración regional.
¿De dónde surge el pensamiento de Artigas de que se debe apoyar a los más débiles?
Se debe tener en cuenta que nace en un hogar profundamente católico. Abuelos, padres, tíos y primos eran integrantes de la Orden Terciaria de los Franciscanos, o sea laicos que están al lado de los religiosos. El padre de Artigas, Martín José, era el limosnero de la Orden, o sea aquel que trataba con los más marginados de la época. De esa manera Artigas mama desde muy niño esa sensibilidad por los más frágiles y convive en ese mundo franciscano en el que vive su familia. Es bautizado en la iglesia de los franciscanos, que estaba a pocos metros de su casa, en lo que es hoy la Ciudad Vieja, y estudia en la escuela con los padres franciscanos. De esa manera, la felicidad de los más marginados de la sociedad pasa a ser de grande el eje de su pensamiento, reflejada en la frase “Que los más infelices sean los más privilegiados”.
¿Se puede decir entonces que era diferente a lo que serían las elites de esa época?
En ese momento de la historia los próceres pertenecían a las élites y estaban bastante distantes de la gente más marginada. Pero ese no era el caso de Artigas, que siempre tuvo una preocupación especial por ese mundo más sumergido, por el indio, por el esclavo y la gente más humilde de su época. Esa es una columna vertebral del artiguismo, el de la verdadera sensibilidad por los más frágiles. Y la otra columna, que nosotros también reivindicamos, es la rebeldía a que lo gobernaran desde afuera. Por ejemplo, su oposición a que Buenos Aires designara las autoridades de la Provincia Oriental. La lucha por la soberanía de los pueblos lo convierte entonces en un hombre combatido militarmente, con intrigas y hasta pusieron precio por su cabeza. Él lucha por la autonomía y es por esa razón que varias provincias argentinas se ponen bajo su protectorado.
Si nos fijamos en esa época histórica y el día de hoy ¿han existido cambios?
Debemos considerar dos cosas: Artigas peleaba por los más frágiles y por el no intervencionismo desde el extranjero en estas tierras. Estuve este pasado fin de semana recorriendo varios asentamientos de Punta Rieles y Las Piedras y otros más en los últimos meses. Hemos visto cómo vive la gente. Realmente en condiciones indignas, con mil carencias, que nos recuerdan cómo vivían también en la época de Artigas los más carenciados.
Y ahora, más de 200 años después, la preocupación por esa gente tiene que ser el eje de cualquier política. Hay que terminar con esas situaciones de vida indigna que hoy por hoy tienen casi 200 mil uruguayos. Lo otro es el rebelarnos, como decía Artigas, de que nos estén mandando desde afuera. Hace unos meses le ordenaron desde el extranjero al gobierno uruguayo hacer un homenaje a tres tupamaras que murieron en un enfrentamiento con militares. Eso fue obligado por la OEA y el gobierno uruguayo acató. ¿Dónde quedó la independencia de Uruguay? ¿Por qué tienen que venir a decirnos desde afuera qué homenaje debemos hacer? Por lo tanto, el apoyo a los más débiles y la independencia de órdenes que vienen desde afuera, son dos ejes del artiguismo que siempre se deben recordar.
Según su criterio, ¿qué importancia le han dado los gobiernos a la protección de la gente que vive desde hace décadas en condiciones indignas en los asentamientos?
Claramente, la gente más débil no fue la prioridad. Está calculado que se necesitan 3000 millones de dólares para terminar con los 600 asentamientos que hay en Uruguay. Eso es mucha plata que actualmente no se dispone. En este gobierno se invirtieron 480 millones de dólares para erradicar la quinta parte de los asentamientos. Pero cuando hubo plata y se podía realmente terminar hasta con el último asentamiento, no se hizo nada. La época de mayor bonanza económica, después de la Guerra de Corea, fueron los dos primeros gobiernos de Frente Amplio. Cuando hubo plata, la prioridad no fueron los más frágiles. La prioridad fue hacer una regasificadora que no produjo nada y significó perder más de 200 millones de dólares, la liquidación de Pluna que significó otro tanto, el Antel Arena, los malos negocios de Ancap y sus pérdidas multimillonarias y hasta hacerle la vía del tren a una multinacional. Todo eso sumado es mucha más plata que la necesaria para haber terminado con los asentamientos.
Lamentablemente, la prioridad para el Frente Amplio, y quedó demostrado, no eran los más frágiles. O sea que esa sensibilidad del Frente Amplio es solo en el discurso, ya que, en la realidad, cuando pudieron terminar con los asentamientos y sacar a la gente de esa vida indigna, no lo hicieron. El pensamiento artiguista es la sensibilidad por los más frágiles y que no nos gobiernen desde afuera. Los gobiernos del Frente no demostraron ni una cosa ni la otra. En el discurso hablan de proteger a los más frágiles, lo cual no hacen, y lo otro ni en el discurso. La sumisión del Frente Amplio a los organismos internacionales fue y es explícita. Si no cambiamos de una vez por todas esta realidad vamos a ver una diferencia entre uruguayos cada vez más obscena.
¿Usted considera que Cabildo Abierto es quien está representando en Uruguay el pensamiento de Artigas?
No quiero caer en la vanidad de decir: “Nosotros somos los buenos y los demás son todos los malos”. Lo que Cabildo dice es que la sensibilidad por los más frágiles y la rebeldía a que nos manden desde el exterior es lo que hay que defender en estos tiempos tan complicados. Eso hay que hacerlo en serio y no en el discurso. También decimos que quienes tuvieron la responsabilidad y los recursos económicos para favorecer a los más frágiles, no lo hicieron. Y que todos los gobiernos, de un tiempo esta parte, se someten en forma bochornosa a dictámenes de gente que capaz que nunca pisó Uruguay y ordena qué es lo que se puede hacer acá y lo que no se puede. En ese sentido Cabildo Abierto presentó hace un par de años un proyecto de ley para determinar el delito de prevaricato para jueces y fiscales que violen el derecho e intencionalmente liberen a un culpable o metan preso a un inocente. Los fiscales recurrieron este proyecto ante a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA. Y ese organismo le recomienda el Parlamento uruguayo que no traten el tema. ¿Hay cosa más vergonzosa que recurrir a organismos internacionales para zanjar diferencias entre los uruguayos? Pero tristemente nos hemos acostumbrado a eso. Ya aparecieron juristas y jueces que dicen que una decisión de un organismo internacional a los que adhiera Uruguay vale tanto como la Constitución de la República o está por encima de ella. Nosotros decimos que nada está por encima de la Constitución, que es lo que votó el pueblo uruguayo. Los uruguayos no votaron las autoridades de la ONU ni a los de la OEA, pero sí se permite que esos organismos se entrometan en nuestros asuntos internos.
Días atrás se conocieron detalles sobre la inasistencia en la enseñanza, destacándose que en las escuelas de contexto crítico es donde más sucede. ¿Cómo observa este hecho de la realidad?
Los sectores más frágiles de la sociedad, que son los que más necesitan la herramienta del estudio para poder superar su situación, son los que más la educación deja por el camino. Esto por distintas situaciones que van desde no tener la cultura familiar necesaria que los mantenga en los centros de estudio, porque no tienen recursos para ir a estudiar o tienen que trabajar ayudando a los padres u otras razones. Además, no se puede ignorar el flagelo de la droga que está inundando a nuestra sociedad, pero que principalmente castiga a los sectores más frágiles. Un joven, cuando incursiona en la droga, ya pierde toda posibilidad de salir adelante, porque lo primero que hace la droga es afectar sus capacidades cognitivas. Hay que revertir esa situación de una vez por todas y priorizar las zonas más carenciadas con escuelas y liceos de tiempo completo y que estén ahí los mejores profesores y maestros.
Pepe Guerra, “una pérdida para el canto nacional”
¿Que reflexión le merece la reciente partida de José Luis Pepe Guerra, un gran intérprete de “A Don José”?
Mas allá de posiciones políticas, le diría que cantaba muy bien, a mí me encantan todavía a Los Olimareños. Tienen canciones que son realmente clásicas y el fallecimiento de Pepe Guerra es una pérdida significativa para el canto nacional.
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