El triunfo uruguayo en su primera presentación dejó mucho para analizar. Como suele suceder con los equipos que dirige Marcelo Bielsa, la polémica parece haberse reavivado. El primer tiempo de Uruguay fue notable. De principio a fin dominó a su rival, no lo dejó pensar, lo superó en cada pelota y hasta se consiguió a los 15 minutos un golazo de Maxi Araujo que parecía abrir la puerta a una goleada. Pero… y los equipos de Bielsa tienen siempre ese pero a mano, el segundo tiempo pareció presentarnos otro partido. No es que Panamá haya logrado arrollar a Uruguay de igual manera como para justificar algo así como un empate final, sino que por momentos pareció verse a un equipo uruguayo que nada tenía que ver con el del primer tiempo y los más de 20 mil compatriotas presentes en el estadio Hard Rock asistían con asombro cómo el arco de Rochet pasaba dos o tres situaciones de zozobra que nadie soñó.
Este partido debe ser analizado desde todo punto de vista para ubicarlo en su real dimensión. Ya hemos escrito que Uruguay es uno de los candidatos a ganar esta copa, y que los partidos ante Panamá y Bolivia no deben ser otra cosa que una excusa para ganarles con comodidad y llegar clasificados al partido contra el local. El mismo DT en su conferencia de prensa adelantó que siempre las cosas deben ser juzgadas en función de los rivales. Dijo, y estamos totalmente de acuerdo en que no es lo mismo ganarle con autoridad a un débil rival que ganarle con menos brillo a un equipo de primera línea. Y es así que se viene dando en su trayectoria a cargo de nuestra selección.
Uruguay le ganó muy, pero muy bien a Brasil en el Centenario y a Argentina en la Bombonera. Si bien fueron presentaciones que rayaron con la perfección, el desarrollo de esos partidos no tuvo nada que ver con el gran primer tiempo de Miami.
Es que minimizar a brasileros y argentinos hasta llevarlos a no dejarlos generar una sola jugada de peligro y llegar con solamente dos remates al arco rival en cada juego, para ganar 2 a 0 con una eficiencia del 100% es elocuente. Dos remates, dos goles, en cada partido ante dos de las potencias más importante del mundo fútbol valen muchísimo más que 14 remates y un solo gol ante el débil equipo panameño.
El gran primer tiempo de Uruguay en Miami trajo aparejado la floja segunda mitad. No es posible mantener ese ritmo durante 90 minutos que es lo que Bielsa imprime a sus equipos en un ambiente con más de 30 grados de temperatura. No lo digo yo, lo dicen los hechos. En el segundo tiempo varios de los celestes estaban agotados y hasta Ronald Araujo debió salir por un bajón de presión y deshidratación que le impidió seguir el juego. Así de simple.
Uruguay fue una aplanadora en la primera parte, pero el agotamiento desmesurado y la falta de eficacia en el marcador trajeron esos 15 minutos de dominio panameño reconocidos por el rosarino. Le agregaría yo otros 15 minutos en los que el equipo, sin ser dominado, se mostraba impotente para marcar el gol que diera tranquilidad final.
Bielsa no gusta mucho de hacer cambios cuando todos parecen verlo. Ronald salió ahogado, Olivera lesionado y recién a media hora del final decidió hacer entrar a Nicolás de la Cruz por Giorgian, que parecía estar exhausto. El partido recién se abre a los 85 cuando ingresa Bentancur por Valverde, que no parecía estar en su mejor noche. Fueron los dos que ingresaron los que propiciaron las jugadas que terminaron con goles de Darwin y Viña.
Darwin tuvo varias ocasiones para convertir y se le achaca con extrema crueldad que desperdició mucho. Pero lleva 9 goles en los últimos 6 partidos con la celeste, convirtió en todos los partidos y para mi gusto muestra un nivel de extraordinario. Por otro lado, Valverde es un privilegio para Uruguay. Tuvo un año estupendo en el que jugó y ganó todo y eso que es lo bueno a su vez es lo malo. En este momento debería estar de vacaciones y no expuesto a calores tremendo en partidos que se pueden ganar sin él. Es el futbolista con más partidos jugados en el año con Real Madrid.
Creo que Bielsa debería dosificar el esfuerzo de todos, no perder tiempo en un derroche de energía para exhibiciones que nada suman y que ni siquiera garantizan la victoria total. El partido contra Panamá se ganaba sin tanto desgaste, haciendo 5 cambios, no arriesgando tanto en lo físico, dosificando fuerzas para el partido del día 6 de julio en Las Vegas o Phoenix ante Brasil o Colombia en donde precisamos que estén todos.
La Copa tuvo su primera fecha y el único que hizo 3 goles fue Uruguay. Un dato estadístico que marca una actitud celeste y con el “agravante” de haber errado un montón de oportunidades más.
Otro dato es que esos 3 goles significan la suma goleadora de 10 de las 16 selecciones que juegan la copa. Veamos. No hicieron goles Canadá, Chile, Perú, Bolivia, Jamaica, Brasil y Costa Rica y 4 países que marcaron 1: México, Panamá, Ecuador y Paraguay. Esto también habla del flojo comienzo de este torneo.
Un dato importante parece ser el empate de Brasil con Costa Rica, no nos olvidemos que el primero de nuestro grupo se cruza con el segundo del D, o sea que en este momento el 6 de julio el partido de Uruguay sería contra Brasil. Veremos. Falta mucho.
Un capítulo aparte para la gente. Más de 20 mil uruguayos se hicieron presentes en el estadio de Miami y seguramente habrá más gente mañana en New Jersey. La enorme colonia uruguaya de Estados Unidos está totalmente movilizada sin importar distancias ni rivales. Quienes estamos acostumbrados a viajar detrás de la celeste sabemos muy bien lo que sienten y cuánta emoción les genera esto tan loco del fútbol.
Esperemos que los resultados ayuden a que todo esto sea inolvidable. En la Copa del 2016 fue un revolcón enorme quedar eliminados en el segundo partido. Pero esta vez pinta para jugar los 6 y traernos la 16. Equipo hay, jugadores hay, un DT inteligente también, hinchada sobra y las copas en la vitrinas repletas pueden hacerle un lugar a una más.
Desde Estados Unidos seguiremos recorriendo lugares diferentes y volcando nuestra opinión en estas páginas. Faltan 5, se viene la 16, que la ilusión no se apague jamás, que nuestro fútbol es el ejemplo vivo de que la leyenda continúa.
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