El Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) reveló que solo el 51,6% de los jóvenes de 21 a 23 años completó la educación media superior, situando a Uruguay en los últimos puestos de Latinoamérica. Ante el escenario alarmante, se suman nuevas variables: El Instituto Nacional de Estadística (INE) reportó un 29,8% de desempleo entre jóvenes de 14 a 25 años y un 11,2% entre los de 25 a 29 años, mientras que diferentes organismos advierten sobre la disparidad en la formación y el empleo de calidad para esta generación.
En mayo de 2024, el salario real en Uruguay registró niveles récord y la demanda laboral experimentó un crecimiento del 14,7%, alcanzando su nivel más alto desde diciembre de 2022, según el Monitor Laboral de Advice. A pesar del escenario favorable, la realidad del mercado laboral resulta diferente para los jóvenes. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de abril de 2024, la tasa de desempleo entre los jóvenes de 14 a 25 años es del 29,8%, mientras que para aquellos de 25 a 29 años es del 11,2%.
Un informe publicado en febrero del 2023, centrado en jóvenes de 18 a 24 años y elaborado por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), Equipos Consultores y Buscojobs comenta que Uruguay enfrenta desde hace años un problema significativo de desempleo juvenil comparado con países de la región y el exterior. La tasa de desempleo juvenil triplica la tasa general de desempleo a nivel nacional, lo que “evidencia un fenómeno estructural más que coyuntural”.
El informe advierte que la vulnerabilidad de los jóvenes “no finaliza al conseguir empleo”. Cerca de 27 mil jóvenes que están empleados quieren trabajar más horas y no lo consiguen, y uno de cada cuatro jóvenes empleados busca otro empleo debido a bajos ingresos. Entre las dificultades para conseguir empleo de calidad se encuentran los desajustes entre las habilidades desarrolladas y las requeridas por los empleadores, las asimetrías de información, la falta de experiencia laboral y de acceso a capital.
La otra cara
El problema es doble si se tiene en cuenta que a nivel regional Uruguay es el país con menor porcentaje de finalización de educación secundaria para personas entre 20 y 24 años. Unos 26 mil jóvenes están en riesgo de vulnerabilidad estructural en el mercado de trabajo debido a sus bajos niveles de formación, y al analizar el máximo nivel educativo alcanzado, sobresale que el 62% de los jóvenes desempleados no finalizó la educación media superior (EMS). Según la información del INE actualizada en abril, el desempleo es del 10,8% entre quienes tienen ciclo básico incompleto o menos, 10,1% con ciclo básico completo o EMS incompleta, 9,8% con secundaria completa o terciaria incompleta, y 2,7% con terciario completo o posgrado.
El Ineed presentó este 21 de junio, un informe titulado Adolescentes, jóvenes y empleo en la educación media. Allí se dio a conocer el dato de que el 51,6% de la población entre 21 y 23 años completó la educación media superior. El organismo advirtió que solo Honduras y Haití tienen peores registros que Uruguay y que este porcentaje, además de estar lejos de las metas establecidas por el gobierno y las administraciones anteriores, nos ubica en el puesto 15 de 17 países de América Latina y el Caribe.
A partir de un estudio publicado por el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) en 2021, el economista Diego Barril destacó que históricamente Uruguay fue líder en niveles educativos en el siglo XX, pero ha quedado rezagado en la finalización de la educación secundaria para las personas nacidas desde 1950. Solo el 40% de los nacidos en los ochenta completaron la secundaria, frente al 50% del promedio de América Latina. La movilidad educativa ascendente en secundaria se ha estancado, con un retroceso en algunas cohortes, aunque la educación primaria muestra una evolución similar a la región.
La Dirección General de Educación Secundaria presentó el Monitor Educativo Liceal 2023, donde se reveló una mejora en la tasa de repetición tanto en ciclo básico como en bachillerato, y una reducción en los índices de desvinculación. El porcentaje de promovidos en liceos aumentó a un 87% en el ciclo básico, y en bachillerato, el 61% de los estudiantes aprobaron todas las asignaturas. Aun así, quedan metas por alcanzar, como las del Ministerio de Educación y Cultura y la Administración Nacional de Educación Pública, que en 2021 se propuso que el 45% de la población de 21 a 23 años completara la educación media obligatoria, con aumentos graduales hasta alcanzar el 75% en 2024. En 2023, sólo el 51,6% de los jóvenes en ese rango de edad egresaron de la educación media.
Adicionalmente, el anuario estadístico del MEC de 2023 confirma una tendencia preocupante: El porcentaje de egreso en la Universidad de la República (Udelar) es “extremadamente bajo” en comparación con las universidades privadas. Mientras que el 55% de los estudiantes en universidades privadas se gradúan cinco años después de haber iniciado una carrera de grado, solo el 25% de los estudiantes de Udelar lo logra. Hace una década, la brecha era de 15 puntos porcentuales.
Con todo en cuenta
Finalizar la EMS no parece tener efectos positivos significativos en la tasa de desempleo, ni para el total país, ni para los jóvenes. La tasa de desempleo para los que no finalizaron la EMS es muy similar a la de quienes sí lo hicieron. Esto evidencia que los altos niveles de abandono educativo “pueden formar parte de una decisión racional para muchos jóvenes”, menciona el informe del CED. Sin embargo, se asegura que la calidad del empleo sí está más vinculada con los niveles educativos que con la edad.
El Ineed confirmó que el trabajo juvenil es más común en hogares de nivel socioeconómico bajo, con más del 40% de los adolescentes de 14 a 17 años trabajando en el quintil 1, mientras que en el quintil 5 este porcentaje no llega al 5%. Por otra parte, el 74,3% de los adolescentes de 14 a 17 años que trabajan y asisten a la educación media son varones, porcentaje que disminuye al 59,8% entre los jóvenes de 18 a 21 años debido al aumento de la participación femenina en el mercado laboral.
Según los datos del Panel de Juventudes ENAJ 2018-2022, un 15,6% de los adolescentes de 16 a 19 años que asistieron a la educación formal en 2022 no se inscribió en la educación formal en 2022, siendo la búsqueda de trabajo, la continuidad o el ingreso a un empleo los motivos más mencionados. Entre los adolescentes de 14 a 17 años que trabajan, solo un 16% aporta a alguna caja de jubilaciones, lo cual sugiere una alta prevalencia de empleo informal. El porcentaje se mantiene prácticamente igual cuando se consideran los que trabajan y que asisten a la educación media.
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