Siempre me resulta grato encontrarme con La Mañana, publicación a la que profeso gran afecto desde hace muchos años; de hecho, me tocó ser editorialista durante bastante tiempo desde 1979. Esta nueva versión semanal de su compromiso de servicio al país, a su producción y trabajo y a su vida económica contempla también la dimensión cultural, que siempre fue un eje importante para esa casa.
El impulso de la familia Manini Ríos a través de sus generaciones ha prestado especial celo a los valores que implica celebrar el conocimiento, promover las actividades del espíritu, favorecer la difusión de los quehaceres de la cultura y de la dimensión profunda y cristiana de la condición humana. Bajo esa determinación es que su sección cultural siempre me ha resultado fecunda por la calidad de sus aportes, siempre reflexivos, siempre ilustrados, vivamente identificados con el sentido universal y liberador del saber, del arte y del pensamiento.
Me sumo a la celebración de este nuevo aniversario saludando a esas páginas en especial que tanto contribuyen a enriquecer la mirada de los lectores y que configuran un puente entre la rica tradición de la cultura y las necesidades y dilemas de la contemporaneidad. No sería justo omitir nombres, pero quiero mencionar especialmente a Guillermo Silva Grucci y sus informadas y reflexivas columnas que nos llevan a la historia cotidiana y también a los delicados caminos de las ideas, a los valiosos aportes de Mireya Soriano y de Concepción Virgili, sin olvidar a esa generosa apertura hacia los escritores del Interior, cuyos relatos premiados en el concurso “Alberto Manini Ríos” se han venido publicando.
Todo ello nos ofrece la ocasión de trabar contacto con una materia que nunca debe faltar en el acto de la comunicación social, como lo es, sin duda, la dimensión de la cosa espiritual dentro de la fatiga y rutina de la realidad.
Vaya para el talentoso grupo cultural de La Mañana mi saludo en este día, y en especial mi reconocimiento a la digna continuidad ideológica y profesional de su directora, que hace honor al ilustrado mandato que ha heredado.
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