Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad.
Carl Jung
Lala Severi es una artista contemporánea uruguaya que trabaja en distintos formatos incluyendo video, animación, pintura, dibujo y editorial. Vive y trabaja en Montevideo. La sombra de la nube es una instalación inmersiva diseñada para la sala María Freire del Museo Blanes, formada por la proyección gigante de cuatro videos animados que cubren la casi totalidad del espacio expositivo.
En la antesala de la exposición –que se inaugurará el viernes 19 de este mes e irá hasta el 1º de septiembre– una serie de pinturas de reciente creación anticipa el universo de sonido e imágenes que propone la artista a través de obras digitales creadas diariamente y compartidas en Instagram durante los últimos tres años.
Las obras digitales que se generaron dibujando, pintando, insertando fotografías y trabajando guardan en la aplicación un historial animado en cámara rápida que narra los procesos de creación. Estas animaciones son proyectadas en las paredes de la sala, generando un espacio inmersivo donde los espectadores pasan a formar parte de esas proyecciones, generando a su vez sus propias sombras.
Estos videos sirvieron de base para la composición musical de Joaquín Baranzano y Leonardo Croatto, materiales que aportan y suman sensibilidad artística a la instalación. Hay signos que se repiten en su obra: redes, cercas, cables, líneas que atraviesan, líneas que enredan, lejanías, ataduras, espacios abiertos que se van limitando. Estos también aparecen en la serie de pinturas que Lala Severi realizó para la antesala de la muestra. Lo pictórico y lo digital son parte de un mismo universo creativo que se expresa en diferentes lenguajes y técnicas. En palabras de la artista: “Son temas que se trabajaron de forma espontánea y cotidiana, escuchando los sentimientos más profundos. Siempre a modo de juego, de expresión libre sin censuras ni temas obligados. Con el encanto de las idas y venidas del pensamiento, los errores en las decisiones y vuelta atrás. Un camino complejo con dudas y vaivenes que queda a la vista del espectador. Un camino por momentos violento y por otro sutil, delicado y sugerente”.
En el texto de sala, en el tarjetón que acompaña la muestra se lee: “En cada pincelada me asoman sin pensarlo las cercas, los límites, las sombras, los espacios que se cierran, las situaciones violentas. Aparecen espacios solitarios que van mutando, se van transformando en un devenir infinito de búsquedas pictóricas. Sumergida en la nube, pintando en tableta y exponiendo en redes virtuales todo se me volvió cable, enjambre, red, trama, muro, laberinto. Todo fuera de los márgenes, en un mundo paralelo donde el encuentro con los otros es intangible y etéreo. Y siempre me vuelven las preguntas: ¿Cuáles son nuestros límites? ¿Cuáles son de los otros? ¿Cuánto nos abrimos? ¿Cuánto damos? ¿Cuánto recibimos? Quizás alguna respuesta aparezca deslizando el pincel, en ese espacio de no pensamiento”.
Lala Severi nació en Montevideo en 1962. Es artista visual, directora de cine de animación, directora de arte y autora de libros infantiles, como Los enredos de Clotilde y Las vueltas del caracol, entre otros. Estudió arte con Miguel Ángel Pareja, Ana Tiscornia, Guillermo Fernández y el Club de Grabado de Montevideo.
Como directora, ha realizado cortometrajes de animación y espectáculos de videodanza. Ha desempeñado el rol de directora de arte en películas y series de animación en el estudio Tournier Animación. Obtuvo 5 premios por el cortometraje Soberano Papeleo y 90 selecciones, en festivales internacionales durante el año 2015. Obtuvo el premio del salón nacional del MNAV, menciones en el Salón Municipal 2003 y 2004, cuatro premios de fondos concursables MEC y premio Fefca MEC 2016. En 2023 presentó la instalación multimedia Perdidos en la nube.
A continuación, nuestro diálogo con la artista.
¿Hay elementos comunes en Perdidos en la nube y La sombra de la nube? ¿Cuál es el leitmotiv de esta nueva muestra?
Estas muestras son parte de un mismo proyecto, Perdidos en la nube, que va tomando nuevas formas. En esta nueva versión, el tema sigue siendo la hiper conectividad, pero haciendo hincapié en los límites, las fronteras, las cercas.
Tus propuestas artísticas integran lenguajes expresivos variados, diversos y sumamente actuales. ¿Volverías a usar técnicas tradicionales o simplemente sientes que esta es la forma que hoy te permite conectar tu mundo interior con el exterior?
De hecho, en esta exposición hay una antesala con pintura tradicional, con bastidores en lienzo y la sala María Freire absolutamente digital. Para mí la incorporación de tecnología se da de forma natural y no siento un corte entre lo tradicional y lo digital. La forma de trabajo es casi la misma, solo que ahora con los pinceles no salpico nada. En esta muestra quise mostrar esa unidad personal.
Tuviste maestros como Miguel Ángel Pareja, Guillermo Fernández y otros talleristas, sin descartar al querido Walter Tournier, con quien trabajaste, además de ser su esposa desde hace muchos años. ¿Cómo crees que sus aportes incidieron en tu estilo personal y único?
En la lista faltó un nombre fundamental en mi formación plástica que fue Ana Tiscornia. Cada uno de ellos, así como cada experiencia de vida, van moldeando formas de un camino personal. En el caso de la animación con Walter, obviamente, marcó mi necesidad de que la obra tenga movimiento, que integre lo sonoro, lo espacial.
¿Cómo convocas o motivas al público a ser partícipe de tus instalaciones?
Antes les daba unas túnicas, pero ahora no hago nada en especial: que hagan lo que quieran. En general, recorren, se mueven, porque hay una incitación a través de la música, que también es inmersiva, a que lo hagan para poder apreciar la obra. Se trata de una participación absolutamente libre que se da naturalmente. Los que prefieran quedarse quietos lo hacen. Que participen por su cuenta.
¿Cómo separas el ojo analítico o racional del que registra, del sensitivo que interioriza y vuela con la imaginación? Y después, ¿cómo seleccionas en ese mar de insumos, cuándo dices “Ya está”?
El “ya está” es relativo en el mundo digital, porque ahí siento que es un infinito que puede seguir mutando. En la pintura tradicional es necesario poner un punto final porque el soporte tiene sus límites, aunque un día te levantas, miras el cuadro y te das cuenta de que le falta una mancha o una rayita.
A la salida, entregas unas preguntas a quienes visitaron la muestra. ¿Qué les preguntarás esta vez?
Las preguntas son: ¿Qué sentiste al entrar a la muestra? ¿Qué te llamó la atención de lo que viste? ¿Crees que las imágenes y videos digitales son diferentes de otras formas de arte que has visto? ¿Crees que las obras de arte digitales tienen la capacidad de transmitir mensajes y sentimientos igual que otras formas de expresión artística? Estas preguntas están pensadas para evaluar cómo siente y piensa el público lo vivido en la muestra.
¿Cómo usaste las redes durante el proceso? El día a día lo ibas publicando en Instagram durante los últimos tres años, ¿eso le iba dando forma a tu idea? ¿Te vinculaste con otros artistas locales o del exterior o te aislaste durante un tiempo?
Instagram fue, al inicio de este proyecto, una forma de sobrevivir a la soledad de la pandemia. Y después de que empecé a volcar obra día a día en ese sitio me di cuenta de que me obligaba a producir y fui, sin darme cuenta, haciendo un diario de vida muy removedor para mí. Como en todo diario de vida, hay cosas que se repiten y son las que me sirvieron para elaborar las muestras. Se suma el aporte en redes de los distintos retornos, tanto nacionales como internacionales, que sin duda estimulan la tarea.
Recordamos al Flaco Tournier y a ti recibiendo gente los días del Patrimonio en que abrían la casa para gran regocijo de la gente que iba a ver la magia de aquel tesoro desordenado de muñecos, máquinas y materiales artesanales que eran parte de nuestra historia audiovisual. ¿Sigue existiendo aún aquel bello caos?
Por suerte sí, sigue intacto, aunque a veces lo invade el polvo.
¿Qué planes tienes de acá en más? ¿Qué quisieras explorar o revisitar? ¿Volverás a dirigir?
No tengo planes, me siento más libre así, me dejo llevar por el día a día.
¿Cómo te ves en cinco años?
Ni idea, el futuro prefiero no pensarlo, me angustia.
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