Los productores de flores son pequeños y familiares. Es un negocio que enfrenta dificultades causadas por el valor del dólar, las importaciones y los altos costos de los insumos, además de la falta de relevo generacional.
“Suele vinculase a Japón con la tecnología y con la naturaleza, el desarrollo de la primera y el amor por la segunda, en una complementación necesaria. Por eso, por el amor a la naturaleza, hay un vínculo muy estrecho entre los japoneses y las flores. Quizá el origen de ese vínculo se diera en las generaciones mayores que tenían una posición más espiritual, de acercamiento a la naturaleza, a la armonía. Eso hace a la tradición, que en 2024 se ve de otra manera”.
Así, de esa manera informal y conversando sobre las particularidades de la floricultura, comenzó el diálogo que Gastón Hideo Mizuki, productor de flores, mantuvo con La Mañana sobre el tema. Mizuki es presidente de la Cooperativa de Floricultores Agraria Limitada (Cofloral), integrante de Cooperativas Agrarias Federadas (CAF).
Cofloral fue fundada en 1954. Como socio fundador, el padre de Mizuki compró los galpones donde se encuentra el mercado de flores hasta ahora, en Guadalupe y Marsella, en los límites de los barrios Reducto y Aguada de Montevideo. El mercado es el lugar de encuentro cooperario de varios productores de flores. Actualmente los socios son veinte.
“Desde mucho antes de la formación de la cooperativa existían productores que trabajaban y vendían independientemente, la formación de la cooperativa, integrada en su mayoría por la colectividad japonesa, cambió eso y hasta hoy se venden flores al público en general y al por mayor, los días lunes, miércoles y viernes, de 18.00 a 19.30 horas”, contó.
Los productores miembros de la cooperativa son básicamente de Canelones y las zonas rurales de Montevideo. Cada empresa tiene venta propia en su local con repartos y envíos, la cooperativa sumó un punto más de venta,
Consultado sobre el tipo de flores que se comercializan, Mizuki dijo que a nivel nacional la producción pasa por yerberas, alelí, felpillas, claves, miniclaveles, astromelias y ahora están saliendo narcisos. Como en todo, las variedades van cambiando, “en septiembre aparecen otras nuevas y de temporada”, agregó.
Costos altos
Aunque es una producción con particularidades y características propias, la floricultura sufre de los mismos problemas que otros sectores productivos del país.
“El costo de producir es alto”, dijo al ser consultado al respecto. El productor debe comprar las semillas que “son todas importadas y se adquieren en semillerías especializadas para flor de corte, cada productor compra según entiende o sabe que se va a vender y las planta en el establecimiento. Luego se hace el corte de la flor y se comercializa”.
Los costos, que “son muy altos”, están agravados por el valor del dólar. “Todo los productos e insumos, desde la semilla, los insecticidas, los fungicidas, todo es importado. El problema de eso es que los productores vendemos en pesos y, en ese sentido, tenemos los mismos problemas que el resto del Uruguay productivo”.
Otro factor que incide es que “entran flores importadas a muy buen costo y en grandes cantidades”, llegando “mucho de Ecuador, Colombia y algo de Brasil”. Entra “mucha flor importada a precios muy competitivos”, subrayó.
“Hay que ver que tanto en Ecuador como en Colombia tienen un clima ideal todo el año, y mientras nosotros tenemos épocas del año con cero, cuatro o cinco grados, y otras con 35 o más grados, ellos tienen 18 o 25 grados de forma permanente, lo que les da una ventaja fundamental para producir”.
Por otra parte, Uruguay no tiene exportadores de flores. El padre de Gastón Mizuki lo fue: “Hace muchos años, exportaba rosas a Buenos Aires, pero las rosas ya no se producen más, yo fui uno de los últimos en hacerlo porque es más fácil comprarlas en el exterior para después comercializarlas acá”.
En Uruguay, por las características climáticas, no es rentable cultivar rosas, nunca llegan a su mejor calidad y potencial, además de que “la importada tiene un muy buen precio”.
“Los costos de hacer un invernáculo, la mano de obra y los insumos, todo eso sumado eleva los precios y queda un producto muy caro en comparación a invertir en una cámara donde poner la flor importada. De la otra manera estás un año entero con riesgos y posibles inconvenientes productivos o comerciales de todo tipo”.
Otro factor que incide de manera importante en los costos es que “los insecticidas y fungicidas tienen la particularidad de que son muy específicos y no aceptan un uso general que pueda utilizarse en otras producciones, por ejemplo papas o tomates”.
Un ejemplo de esa peculiaridad es “el hongo que ataca la rosa o el clavel”. Los remedios para las flores “son de los insumos más caros, y todos son importados, algunos de Brasil, otros de Argentina o directamente de Europa”.
Comercialización
Sobre el gusto del uruguayo por las flores dijo que “sí hay una preferencia y que hace unos años se realizó un estudio que incluía a Uruguay como los países de mayor comercialización de flores por habitante, es un dato importante, pero por el tiempo transcurrido debería actualizarse”.
La comercialización se da en el vivero de cada productor, además de que se hacen envíos o repartos, y está el mercado de flores que concentra a todos para la venta. El público comprador recorre y hace la compra, siendo “los viernes los días en que hay más variedad”.
“La gran mayoría de los compradores, en un rango del 80% o 90%, son particulares, comerciantes que revenden; también hay ‘clientes de religión’, que es como llamamos a quienes hacen compras de flores con una finalidad religiosa”. Ese es el caso, por ejemplo, de los católicos o de quienes practican religiones afroamericanas, entre otras.
También hay ventas vinculadas a días festivos como el Día de la Madre, Día de la Mujer, Día de los Enamorados: “son fechas donde se venden muchas rosas o yerberas”.
Una producción de características peculiares
Mizuki comentó que la producción de flores en Uruguay tiene sus características particulares y diferentes a otros tipos de producciones. Esas características han causado que “nos cueste mucho entrar en la consideración del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, cuesta llegar a las autoridades para plantear nuestros problemas, inquietudes o necesidades”.
Para corregir eso, la cooperativa pasó a integrar CAF. “Tenemos problemas muy puntuales y presentarnos en el Ministerio para hacer planteamientos de floricultura significaba que muchos no tienen idea de lo que hablamos e ignoran que hay un mercado de flores”.
Las perspectivas del sector no son del todo buenas: “Cada año disminuye el número de productores, aunque últimamente nos hemos mantenido. En un momento éramos más de 100, en el año 2001 ese número bajó a la mitad por el impacto de la crisis”.
Fue una crisis económica pero también de integración: “En ese momento, frente a las dificultades de ese tiempo, hubo un corte en la transmisión generacional, algunos se volvieron a Japón y quedamos un número reducido”, expresó, y citó su caso como único: “Dentro de la cooperativa soy el único que llegó a la tercera generación con la incorporación de mi sobrino”.
“Los otros productores japoneses tienen una realidad diferente, ninguno de la tercera generación trabaja en el rubro, han elegido otras ocupaciones, son todos con carreras, casi todos profesionales. Pero que los más jóvenes no se dediquen a la tierra no es solo del sector flores, es una realidad de todos y en la floricultura se siente muchísimo”, reflexionó.
Proyecto frustrado
En Uruguay hay muchas flores autóctonas y de diferente tipo, pero no todas tienen posibilidades o interés comercial. Así se estableció en una investigación que desarrolló la Facultad de Agronomía y el Ministerio de Ganadería con la cooperativa Cofloral. “Fue parte de un proyecto que tenía una fecha de finalización y no se pudo continuar”, explicó.
La dificultad para seguir puede tener varias explicaciones, una es que ese tipo de investigaciones “requieren tiempo y dinero porque hay que adaptar esas flores para que tengan mejores colores y duren más en el florero, que es donde se las va a colocar”.
“La investigación se basó en mejorar cinco variedades que elegimos de un grupo de quince, se buscó darles un interés comercial. Fueron dos años estudiando, durante los cual hubo algún avance, pero no prosperó y el tiempo del proyecto concluyó”.
Productores pequeños y familiares
Gastón Hideo Mizuki, productor de flores y presidente de la Cooperativa de Floricultores Agraria Limitada (Cofloral), dijo a La Mañana que en Uruguay la producción de flores se realiza de forma familiar y si alguno tiene algún empleado son muy pocos. El tamaño de los predios es de unas 10 a 15 hectáreas, que es lo que se necesita para la rotación.
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