Kenneth Coates es doctor en Economía, consultor tributario y asesor de Cabildo Abierto en la materia. Fue director ejecutivo del Banco Mundial y referente del Centro de Estudios Prospectivos (Cepros), una organización civil que propone planificar una estrategia económica para nuestro país con una premisa: “Para definir la estrategia de crecimiento a largo plazo, primero hay que estimar cuáles van a ser las condiciones reinantes a futuro”.
En su opinión, hace 70 años que Uruguay fue quedando relegado económicamente frente al grupo de países avanzados que integraba en la posguerra inmediata. En publicaciones anteriores, ha expresado que parte importante de la responsabilidad yace en habernos quedado atados a un modelo que hace décadas dejó de funcionar como promotor del crecimiento. Coates sostuvo que los principales problemas que ponen en jaque a nuestra economía son de origen fiscal, conspirando contra la inversión, el consumo y el crecimiento económico. En entrevista concedida a La Mañana, realizó un análisis de la situación actual y la influencia de políticas impulsadas por gobiernos anteriores.
¿Cuál es el diagnóstico de Cabildo Abierto sobre la situación fiscal?
El origen de todos los males está en la situación fiscal. Tenemos que ver sobre qué parte de la situación fiscal podemos operar para mejorar la situación. Básicamente, el país no avanza por una cantidad de resultados que tienen origen fiscal, por ejemplo, la necesidad permanente de financiar un déficit que promedia entre el 3,5% y 4% del PBI del sector público. Este déficit necesita financiamiento.
Originalmente y en el contexto general, este problema se atacaba recurriendo a la emisión, es decir, imprimiendo billetes. Eso llevó a situaciones de hiperinflación, aunque Uruguay debe haber sido de los más moderados en América Latina. Un motivo que explicaba eso era que no había otra fuente de financiamiento porque los países en desarrollo no tenían acceso a los mercados internacionales, ya que se lo había perdido en la gran depresión de los años 30. Recién los años 70 los bancos y grandes mercados financieros volvieron a prestar a los países en desarrollo.
Eliminamos un problema que fue el de la inflación, pero surgió el gran problema del sobrendeudamiento. Esto contribuye también a problemas en los servicios y todo tipo de reestructuración de la deuda, lo hemos visto muy de cerca. Esto viene por causa del gasto de la recaudación, y considero que todos compartimos la idea de que la presión fiscal es muy fuerte en Uruguay. La recaudación representa el 27% del PBI y no conseguimos a cambio de ese porcentaje todo lo que debemos conseguir, porque mucha de esa recaudación va para cosas que no ayudan al crecimiento del país.
¿Las políticas sociales impulsadas por sucesivos gobiernos del Frente Amplio pueden considerarse el detonante?
Contribuyen. Las políticas sociales como los programas del Ministerio de Desarrollo Social y otras formas de subsidiar el ingreso de sectores postergados de la sociedad generan un esfuerzo de todos los uruguayos que estamos dispuesto a apoyar porque que nos caracteriza como país. Pero lo que está fuera del margen de tolerancia es el uso de los recursos fiscales simplemente para dar empleo en un sentido de clientelismo político, de tener 70 mil personas en el sector público como empleados, cuando este país podría funcionar perfectamente bien con la mitad de ellos operativos. Se tiene que ver en países del mismo tamaño cuál es la proporción de funcionarios públicos. Es algo que sucede desde el siglo XX, el clientelismo político genera un problema permanente.
¿Cómo se hace para solucionar esto sin provocar un desbalance?
Creo que hay dos aspectos, uno es el macroeconómico, sobre las cifras fiscales, hay mucho para hacer en el sentido de gastar menos y tratar de recaudar de una forma más inteligente. Por otro lado, está la microeconomía y cómo hacemos para que este gasto sea más útil para el país y lograr que haya más dinero para la inversión y que el país crezca. Se deben ver temas más vinculados al gasto que a la recaudación.
Considero que quien asuma a partir de 2025 debería plantearse seriamente, para usar los cinco años de gobierno que tendrá, eliminar paulatinamente el desequilibrio. Creo que no se puede reducir con base en aumentar más los impuestos y la presión fiscal como porcentaje del producto bruto, y sí tenemos que tratar de congelar el gasto en términos nominales.
Calculo que, aproximadamente, si el PBI sigue creciendo al 2% anual en promedio, si nosotros dejamos que la recaudación crezca y mantenga el 27% del PBI, tendríamos que pisar fuerte el gasto y no dejar que crezca al mismo ritmo que el PBI, sino que se mantenga en términos nominales en su nivel, o sea que no haya aumentos nominales en el gasto.
Si hacemos esto en cinco años reducimos el gasto también al 27% del PBI y se empata con la recaudación, desapareciendo el problema del déficit fiscal. Es muy fácil decirlo, en la práctica, políticamente, implementarlo es un trabajo realmente difícil, así como conseguir los acuerdos políticos, pero, a veces, tenemos que pensar en el país.
¿Cuánto impactan las exoneraciones otorgadas en beneficio de las grandes inversiones como UPM, por ejemplo?
Si queremos mantener el gasto congelado en términos nominales y si no habrá ingreso adicional, tenemos que redistribuir el gasto, y para eso, si queremos subsidiar algún sector nuevo o dar más apoyo a otros, se tienen que redistribuir apoyos desde ciertos sectores que los están recibiendo hace más de 30 años. Entonces hay que ser muy realista e investigar bien cómo se está gastando en los programas y subsidios de la inversión y si realmente es efectiva esa tarea o si se puede redistribuir parte de esos dineros para sectores nuevos con más potencial de crecimiento.
¿Faltan mecanismos de control para verificar los aportes y mejorar la recaudación?
Todo lo que he leído en cuanto a términos comparativos es que el contribuyente uruguayo, generalmente, es una persona que trata de cumplir con sus obligaciones fiscales. Creo que hay muchos casos en los que el contribuyente no siente que está consiguiendo a cambio todo lo que debería conseguir en cuanto a seguridad pública, salud, educación, y que, en muchos casos, el hogar está recurriendo al sector privado para suplir las necesidades a un costo más alto. Diría que la evasión no es un factor realmente fundamental en el caso de Uruguay. Además, la Dirección General de Impuestos ha logrado aumentar su eficiencia en forma marcada en estas últimas décadas, así que por ese lado podemos estar tranquilos.
De alguna manera, la evasión hoy es legal, se hace con las leyes y los decretos especiales de favoritismo en la legislación.
¿Esta presión tributaria genera la informalidad, que marca números alarmantes, en especial en las zonas de frontera?
Hay una situación en cuanto al IRPF por la que las franjas no imponibles terminan en 56 mil pesos, por lo que cualquiera que tenga un ingreso mayor a ese monto no solo paga el 15% del BPS, sino que también está pagando un Impuesto a la Renta, y en ese sentido creo que, quizás, hay que hacer un poco más contemplativos con los salarios más bajos, y no tanto con los sueldos que están en el orden de 400 o 500 mil pesos como el de muchos funcionarios públicos.
En el pasado se hablaba de Uruguay como la Suiza de América, ¿hoy la realidad cambió porque tenemos impuestos más caros para servicios de menor calidad?
Comparativamente, los servicios no han mantenido la calidad que tuvieron. Creo que Uruguay llega tarde, pero llega. No es del todo malo porque uno tiene más tiempo para ver si los cambios realmente se justifican, porque también hay mucha novelería en todo esto. Uruguay a veces toma una posición no tan de avanzada, pero cuando la toma lo hace con motivos justificados. Sí considero que hay una sensación de que la situación, en algunos campos, no se está superando, como en el tema de la seguridad, en el que nos hemos quedado muy atrás. No tenemos todo en equipamiento, tal vez porque es un tema más de inteligencia, datos y controles, y capaz que no tenemos todo lo necesario.
En medicina la diferencia no es tan grande con el primer mundo, Uruguay maneja bien el sistema de salud, la educación pública, si bien nosotros, quizás, estemos descontentos, hay muchos países en el mundo que nos envidian.
¿Hay voluntad política para aplicar las soluciones que propone?
La voluntad política siempre existe en la etapa de la campaña, todos tiene ideas, propuestas, soluciones, pero los pingos se ven en la cancha, después hay que ver si se pueden implementar o no. Creo que lo que tiene que haber es presión de la gente y votar demostrando a los partidos que está descontenta en algunos aspectos y que hay que solucionarlos.
Creo que estas pequeñas corrupciones que se han dado en las intendencias es algo que, si bien no tiene un impacto financiero tan grande, sí lo tiene a nivel psicológico. A la gente no le gusta ver eso ni que hay favoritismos. Es algo de un país de segunda, y esas cosas las tenemos que erradicar, si no nunca vamos a salir de esto.
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