El geólogo Guillermo Popelka dialogó con La Mañana sobre lo que sucede con el agua en Uruguay y señala que una solución para el abastecimiento del área metropolitana es la explotación de un acuífero que está bajo el río Santa Lucía.
¿Cuál es la situación de las aguas subterráneas en Uruguay en el marco de la región? ¿Ha cambiado en el último siglo o desde que se tienen registros?
Qué buena pregunta, porque permite ver con la perspectiva del tiempo y del espacio geográfico, en este caso el Cono Sur, el nivel de conocimiento y manejo que tenemos del recurso agua subterránea en el Uruguay. Muy temprano, el Uruguay se percató de que el conocimiento de sus aguas subterráneas era fundamental para proyectar su desarrollo. Recordemos que inicialmente la hoy Dirección Nacional de Minería y Geología se llamó Instituto de Geología y Perforaciones, en el año de 1911, y su director, el ingeniero Eduardo Terra Arocena, luchó denodadamente para que le fueran asignados los recursos para investigar los recursos minerales y las aguas subterráneas de todo el territorio.
Un siglo más tarde casi, hay que destacar otro punto importante en la historia de las aguas subterráneas en el Uruguay cuando durante el gobierno de Jorge Batlle, en el 2004, se promulgó el decreto de la “Norma técnica de construcción de pozos perforados para captación de agua subterránea”, lo que significó un reordenamiento en la construcción y registro de las obras de captación de aguas subterráneas. Comparados con la región no estamos mal, sin embargo, se podría haber hecho mucho más, en particular usando el volumen de información ya obtenida por estos registros para investigar más profundamente el potencial de nuestros acuíferos.
Durante la sequía del año pasado, usted habló de la posibilidad de extraer agua del acuífero aluvial del Santa Lucía. ¿Qué es este acuífero y como se podría utilizarlo?
La denominación Acuífero Aluvial del Río Santa Lucía la di yo al volver de trabajar en un país árido, como lo es Chile. Allí, el agua subterránea vale oro y todo lo relacionado con ella es importantísimo. No hay en la bibliografía geológica del Uruguay esa denominación. Efectivamente, el aluvial del Santa Lucía es un acuífero importante, hoy lo sabemos por boca del gerente general de OSE, Arturo Castagnino. Él mismo observó, como ingeniero experto, que era inexplicable la cantidad de agua que se podía bombear del cauce del río cuando su flujo superficial era ínfimo debido a la sequía prolongadísima que veníamos soportando durante el 2022-23. Decía Castagnino que la única explicación para poder sacar tanta agua del cauce es que esta se repone desde un acuífero a medida que se extrae y, además, es mucho más dulce que la superficial, cuyo nivel de cloruros ya era muy alto por la influencia del Río de la Plata.
¿Cómo podría explotarse este acuífero?
Debo mencionar que hace más de 10 años que vengo insistiendo con todas las autoridades, desde Presidencia para abajo, incluida naturalmente la OSE, para que se evalúe y explote este acuífero aluvial. Incluso durante este período, marcado por la gerencia de Castagnino, no ha sido posible utilizar esta otra fuente de agua, nueva e independiente de la superficial o de la del Río de la Plata. Pues bien, efectivamente, para captar y hacer uso de este recurso será necesario utilizar las últimas tecnologías de perforación y bombeo desarrolladas desde la industria del petróleo.
En las últimas décadas se ha avanzado muchísimo en la industria del agua subterránea a nivel mundial. Nosotros no podemos encarar obras así sin la ayuda y colaboración de las grandes empresas internacionales que están familiarizadas con estas tecnologías y sus equipamientos. Se ha perdido un tiempo fundamental, porque si se hubiera encarado la exploración y explotación del acuífero sabríamos a ciencia cierta qué tan grande debía ser el Proyecto Neptuno y cómo sería su diseño eficaz. Sin duda sería más reducido, mucho más económico y menos contaminante de como lo vemos proyectado.
¿Por qué no se saca esa agua subterránea para abastecer a la población, en lugar del agua del Santa Lucía, que requiere mayores usos, por ejemplo, de carbón activado?
El costo de tratamiento que tiene OSE, en el que se consume, entre otros reactivos, el carbón activado, hay que decir que ya hemos llegado al límite de lo permisible. Esto en cuanto a la utilización de reactivos químicos para tratar el agua tal como viene, superficial del río Santa Lucía. No se puede ser tan idealista y pensar que el río venga limpio como si no hubiera otra cosa que la madre naturaleza en nuestro interior. No es el “modelo extractivista” que pregonan los ecologistas locales el culpable de que nuestros ríos sufran eutrofización.
La eutrofización es un fenómeno frecuente a nivel mundial en todos los países y se trata en todas las plantas de tratamiento de aguas para uso potable con éxito. Que sería deseable que fuera menor en el Uruguay, sin duda, pero eso pasa también por tratar adecuadamente las aguas servidas de los centros urbanos de la cuenca del Santa Lucía, cosa que felizmente va a encarar la OSE recién ahora. Para que se hagan una idea, una lavarropa en una localidad como San Bautista o San Jacinto contamina con más fosfatos que una chacra de 100 hectáreas de soja.
¿Cómo califica el nivel de contaminación del río Santa Lucía?
El río viene con demasiados fosfatos, eso no es veneno, pero deben reducirse, especialmente con obras de saneamiento. La OSE gasta más de 20 millones de dólares al año en el tratamiento químico exagerado del agua del río Santa Lucía, en vez de haber hecho las obras necesarias, como las del acuífero, las represas y la toma de agua dulce del río de la Plata. Hay que hacer todas las obras, porque el agua más cara es la que no se tiene y no podemos recibir turistas y darles a tomar agua salada de las canillas.
¿Por qué se plantea realizar una obra como Arazatí en vez de tomar el agua subterránea que está debajo del Santa Lucía?
No estamos en contra del Proyecto Arazatí o Neptuno, como se quiera llamar, solo que creemos se debe modificar e impedir que se construya un embalse disparatado, como el llamado pólder. Eso va a inutilizar valiosas tierras hoy muy productivas para poner agua del Río de la Plata, llena de flora y fauna, que filtrará hacia el acuífero Raigón y lo arruinará para siempre. Además de ser una obra carísima que implica 6,5 kilómetros de taludes de tierra compactada. Es una represa ubicada forzosamente por la necesidad del proyecto y no por la topografía. Si llegara a haber un accidente y colapsara un talud, sería una catástrofe. La necesidad de un pólder queda resuelta por el apoyo que daría el agua del acuífero aluvial que mencionamos y el costo del proyecto Arazatí se reduciría en más de 30 millones de dólares si no se hace el pólder.
¿Considera que se puede repetir una sequía como la del año pasado que afecte el suministro de agua a la población del área metropolitana?
Sobre si habrá más sequías como la que sufrimos recientemente, creo que es opinión unánime de los científicos que sí, se van a repetir y con más frecuencia que antes. Esto es debido a que el cambio climático al que asistimos sin duda agudiza los eventos extremos de lluvias, inundaciones o sequías. Debemos prepararnos para estas situaciones. La postergación crónica que hemos sufrido de obras para el abastecimiento de nuestra agua potable nos viene pasando la cuenta. No podemos seguir sin hacer las obras necesarias.
Hay varios proyectos que involucran el agua subterránea, como los forestales, de producción de celulosa y ahora de hidrógeno verde. ¿Cómo terminan afectando estos proyectos las reservas de agua?
Con respecto al uso de nuestras aguas subterráneas en proyectos industriales como si se tratara de una explotación expropiatoria de nuestros recursos naturales, digo categóricamente que esto no es así. Lo primero que hay que afirmar es que el agua subterránea es un recurso renovable, no se pierde, es más, si no la usamos va a parar invisiblemente al mar salado. Uruguay tiene todos los años un regalo del cielo que equivale a cuarenta lagunas Merín. Todos los años esa agua moja nuestros campos, se infiltra en los acuíferos o viaja por nuestros ríos y arroyos y va a parar al mar. Nunca perdemos agua, el agua vuelve todos los años, es un ciclo. Justamente, lo que hay que hacer es usarla, usarla bien y, durante el tiempo que está retenida en los acuíferos, cuidar que no se contamine. Eso es lo que hay que hacer. El caudal necesario para la industria de los combustibles a base de hidrógeno o etanol es irrisorio para un acuífero como el Guaraní. Brasil explota miles y miles de veces más que nosotros el mismo acuífero Guaraní. Es hora de que nosotros lo hagamos.
A su criterio, ¿por qué no se explotan las cuencas aluviales de los ríos?
Uruguay tiene mucha letra escrita sobre aguas, pero pocos resultados concretos. Hay una legislación muy detallada, un Código de Aguas más que suficiente para cuidar de nuestros recursos, pero lamentablemente no tenemos una investigación avanzada de nuestros acuíferos, queda mucho por conocer del potencial de las aguas subterráneas del país y es una tarea imprescindible para plantearnos nuestro desarrollo.
Es interesante observar cómo las inundaciones, tanto en el litoral como en la cuenca de la laguna Merín, duraron varios meses. ¿Qué está cambiando para que esto suceda?
Si llueve mucho, como nuestro relieve es muy suave, las crecidas duran mucho en escurrirse. Además, los acuíferos están llenos y ya el suelo funciona como un piso impermeable, como el fondo de una piscina. Todo lo que llueva de más no se escurre ni infiltra, va tapando toda la superficie. Pero esto no es nuevo ni problema del efecto invernadero. En 1959, un coronel llamado Seregni fue encargado de evacuar en una noche más de 20 mil personas, que era la población total de Paso de los Toros. Hizo un trabajo impecable y humanitario a la vez. Lo que pasa que la gente se olvida y no aprende la lección, que es ordenar el territorio, como en algún momento llamaron a un ministerio, pero todo queda en titulares.
¿Uruguay debería tener un sistema integrado de aguas?
Sobre un sistema integrado de aguas, vale reiterar lo que dije antes: tenemos muchas oficinas y mucha letra bien escrita sobre las aguas y lo que hay que hacer, pero no se hace. Ahora la Dirección Nacional de Aguas tiene todos los instrumentos para trabajar y coordinarse con los otros organismos del Estado. Tiene además todo el registro y declaraciones juradas sobre la extracción de agua subterránea. Debemos tener resultados, mejorar nuestra gestión, poner al servicio del desarrollo del país nuestros recursos y cuidarlos, lo que significa usarlos con prudencia, como cuando uno esquila una buena oveja que el año que viene nos volverá a dar lana para nuestra gente.
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