El escrito hace referencia al valor de la familia, critica el aborto y el proyecto de ley de eutanasia, contraponiéndolos con el objetivo de trabajar por la “dignidad y bienestar” de las personas. También aborda las cárceles, que son un desafío ético.
El cardenal Daniel Sturla, máxima autoridad de la Iglesia católica en Uruguay, anunció que a partir del lunes 12 de agosto se abre una ronda de encuentros con todos los candidatos, con el fin de dialogar sobre los asuntos del país y entregarles un documento con temas que preocupan sobre la realidad nacional.
Ya están agendados Guido Manini Ríos de Cabildo Abierto para el lunes 19 de agosto; Álvaro Delgado del Partido Nacional, el viernes 23; y el martes 28 Pablo Mieres del Partido Independiente. De los principales partidos, solo falta confirmar fecha de reunión con Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio. Del partido Colorado, ya fue recibido el candidato Andrés Ojeda.
En rueda de prensa Sturla recordó que hace 400 años la Iglesia católica está presente en el territorio, con fuerte presencia en relación con la educación y obras de tipo social.
En la educación formal o en conjunto con el Estado, en clubes de niños, CAIF, como en “otras obras que no entran dentro de estos formatos, pero que están presentes donde hay mayor necesidad”. También cumple un rol importante en obras de tipo social que atienden a personas en situación de calle y privadas de libertad.
Poniendo énfasis en aspectos educativos y sociales, la Iglesia católica entregó a Andrés Ojeda un documento de 13 páginas titulado Aportes para el Uruguay, que se divide en tres partes. La primera es una enumeración “muy sintética la red de organizaciones” sociales católicas que trabajan en el territorio cumpliendo funciones educativas y sociales, que incluyen áreas como familias vulnerables, privados de libertad, migrantes, discapacidad, salud mental, adicciones y ancianidad. Son “más de 500 iniciativas de carácter social”.
Aborto y eutanasia
En la segunda parte, el documento presenta los “Principales ejes temáticos” donde se exponen “algunas líneas de reflexión” con fuerte contenido social como un “aporte a la conversación entre los diversos actores sociales y políticos para la transformación social y la promoción humana”.
Uno de los puntos tratados es el de las personas privadas de libertad y las cárceles. “En el Uruguay de hoy constituye una verdadera interpelación ética, que nos desafía a promover cambios profundos en el estado de nuestras cárceles cuyo objetivo debe ser respetar los derechos de las personas privadas de libertad, generando condiciones de rehabilitación para su reinserción social positiva”. Para lograrlo, los privados de libertad deben tener “perspectivas de futuro, lo cual pasa por el tema laboral, por el tema educativo, por construir un sentido de vida, lo que supone contemplar a la persona en su integralidad”.
Sobre la familia, apela al artículo 40 de la Constitución que la define como “la base de nuestra sociedad” y obliga al Estado a “velar por su estabilidad moral y material, para la mejor formación de los hijos dentro de la sociedad”. El catolicismo entiende que no solo “falta apoyo fuerte” sino que “la familia, basada en el matrimonio de un varón y una mujer con la mirada puesta en la transmisión de la vida, parece cosa del pasado” y se ha perdido el “interés o deseo de traer hijos al mundo. No se tiene conciencia de lo que significa el aborto”, al que se suma “el proyecto de ley de eutanasia, que vuelve a poner sobre el tapete la posibilidad de que algunas vidas puedan ser consideradas descartables”.
En otro aspecto se valora la educación católica por crear “lazos y comunidades de apoyo en donde los estudiantes tienen lugar para sentirse valorados como personas y para contribuir con su contexto”.
Asimismo, el texto plantea “la problemática que genera el pago de la antigüedad en educación formal. Es un porcentaje anual que surge en la década del 80 con una inflación superior al 100%, lo que no se considera en las pautas de negociación salarial”. Ese porcentaje actualmente supera la mitad de la inflación anual, y “sumado a la caída demográfica genera grandes inconvenientes para sostener a las instituciones, las cuales no reciben contribuciones estatales y llevan adelante de forma autónoma el acompañamiento del 13% de la educación del país”, lo que significa un importante “ahorro al Estado por alumno.
Vocación de trabajar por la “dignidad y bienestar” de las personas
La tercera y última parte se titula “Nuestro compromiso” y apenas tiene un par de párrafos. Allí la Iglesia católica apela a su vocación de trabajar por la “dignidad y bienestar” de las personas, “tanto en el plano material como espiritual” y “construir así una sociedad más justa y solidaria”.
“Los cristianos estamos llamados al compromiso y el primero de ellos es el de construir hoy puentes para que la sociedad no se fragmente en lo político” y los que viven marginados “puedan vivir en una comunidad más integrada”.
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