El economista Jorge Caumont se ha desempeñado en diversos cargos técnicos y de asesoramiento desde la década de 1970. Fue asesor del Ministerio de Turismo a principios de la década de 1990 y también de Luis Alberto Lacalle Herrera durante la campaña política de 2009. A lo largo de los años y en diferentes medios de prensa, criticó con dureza la política económica llevada a cabo por el Cr. Danilo Astori durante los 15 años del gobierno del Frente Amplio.
En nota concedida a La Mañana, Caumont ratificó sus dichos sobre políticas económicas, reafirmando su idea de disminuir el gasto público como forma de mejorar la gestión.
¿Cuáles fueron los aspectos negativos de la política económica de los gobiernos del FA y sus efectos en la economía actual?
En los meses anteriores a la inauguración del gobierno actual, en la etapa final del gobierno anterior, la economía venía declinando en términos trimestrales interanuales y el desempleo se ubicaba en 10,5%. La inflación se encontraba en alza y casi en 9%, mientras que el sector externo presentaba un desequilibrio en la cuenta corriente de la balanza de pagos por un tipo de cambio real que venía siendo bajo desde mediados de la década. En ese contexto poco favorable, quince días después de inaugurado, el nuevo gobierno debió enfrentar los efectos de la pandemia, seguidos luego por los problemas de desabastecimiento mundial provocados por la crisis sanitaria y, más adelante, la guerra entre Rusia y Ucrania que hoy subsiste. La conjunción de todo ello provocó una clara distorsión para la aplicación del programa económico que se había anunciado.
¿El crecimiento del gasto público influyó en la economía actual?
Influyó, sin dudas. En 2007 se realizó una reforma tributaria que creó el IRPF y el IASS, con la indicación del ministro de Economía de entonces de que se recaudarían 220 millones de dólares, pero que se haría una reforma con mayor justicia distributiva. La recaudación, lejos de ser lo que se anunciaba, pasó a ser progresivamente mucho mayor y hoy alcanza a 1700 millones de dólares. Se pasó de una incidencia de los impuestos directos sobre la riqueza y el ingreso del 24% del total de la recaudación al 42%. Lejos de nivelar los resultados del sector público, del gobierno central y del BPS, todo lo recaudado se gastó, aumentándose significativamente el personal en el gobierno central durante el lapso 2010-2014. La indexación del gasto público aumentado de esa forma llevó a que automáticamente el déficit fiscal sea hoy muy alto y que se necesitan aproximadamente todos los años 5200 millones de dólares para cubrir el déficit anual del sector público no financiero y los intereses de la deuda pública y sus vencimientos. Se trata de una cifra a la que se debe agregar el déficit del Banco Central, que por intereses debe pagar aproximadamente 740 millones de dólares por año y en alza.
¿Usted coincide con que este es el gobierno que más se ha endeudado en los últimos años?
Bueno, obviamente con la situación fiscal, aun sin agravarla con impulsos de más gasto público, algo que se ha evitado, automáticamente el desequilibrio financiero es tal que la deuda trepa. Pero debo señalar que no es que suba exclusivamente por decisiones de gastos de esta administración, sino por el peso que dejaron la administración anterior y las crisis sanitaria y externas, así como la situación económica de Argentina, que influyeron tanto en el gasto público al alza como en el ritmo normal de los ingresos tributarios.
Cuando se anuncian rebajas de impuestos o hasta la eliminación del IASS, ¿cuánto hay de verdad y cuánto de demagogia política?
No cabe duda de que el IASS es un impuesto que grava lo ya gravado varias veces con anterioridad, durante la etapa laboral de las personas, y, por otro lado, por el del IRPF es claramente un impuesto que disminuye el ingreso disponible de las personas para invertir con mayor multiplicación de su gasto que el del gasto público y, sobre todo, para invertir. Pero sacar esos impuestos es hoy imposible sin disminuir fuertemente el gasto del sector público. Sacarlos definitivamente me parece imposible por su importancia en la recaudación, pero disminuyendo las ineficiencias en el uso de los recursos públicos, es decir bajando el gasto público, se podría disminuir en cierto lapso una parte de esa recaudación. Existen muchas exoneraciones impositivas por declaraciones de interés nacional que se pueden eliminar.
¿El atraso cambiario le preocupa?
Lo he dicho y escrito varias veces: me preocupa. Reconozco que ha sido muy importante la disminución de la inflación en nuestro país. Ya hace un año que está en el rango meta del Banco Central, pero no se debe desconocer que, simultáneamente con ese logro, se ha producido un nuevo golpe al tipo de cambio real y a la tasa de interés real que afectará en algún momento relativamente cercano a la actividad económica. El tipo de cambio real medido como la relación entre la evolución de la inflación y la del valor del dólar ha tenido una baja o apreciación del peso ante el dólar del orden del 30% y la tasa de interés real se ha hecho significativamente alta para las actividades productivas medianas y pequeñas, además de para los créditos a personas. La inflación ha bajado, pero el nivel de actividad, por esas cosas que he señalado, crece muy lentamente.
¿Cómo se ajusta ese desbalance?
El crecimiento de la cantidad de dinero, de la emisión ha sido menor al 5% en los últimos dos años y creo que habría que aumentarlo levemente, lo cual traería una cierta presión inflacionaria que debería revertirse con una disminución del gasto público. Pero ese es un proceso que tarda tiempo en dar sus resultados, por lo que creo que es muy difícil solucionarlo para cualquier gobierno y hacerlo de choque es imposible. El déficit del Banco Central exigirá, sin dudas, seguir aumentando la colocación de letras de regulación monetaria y eso hará muy difícil acomodar ese desbalance aún en el mediano y hasta en el largo plazo. La solución se podría dar, entonces, solo en el mediano plazo con menos presión monetaria, menor gasto público y menor presión impositiva. O teniendo mucha suerte, que no veo por dónde puede venir.
El gradualismo en políticas económicas existe.
En Argentina parece que no, pero en Uruguay solo conozco un programa de choque en sesenta años. No creo que acá se pueda aplicar porque los cuestionamientos políticos y sindicales harían imposible culminar cualquier intención de llevar adelante un programa económico de choque, de freno del déficit con baja del gasto y aumento de impuestos para evitar el déficit fiscal que está en la base de los problemas macroeconómicos de nuestro país.
¿Está conforme con las propuestas de campaña en materia económica?
No veo muchos cambios que se propongan. En realidad, no encuentro propuestas, sino que lo que veo es que se anuncian objetivos, pero no se presenta el manejo de los instrumentos de políticas macroeconómicas que se hará. No tengo objeción con los objetivos más comunes estos días, como mejorar en pobreza infantil, empleo, seguridad, educación y otros objetivos por el estilo. Pero no encuentro cómo se lograrán no solo esos objetivos, sino cómo se lograrán los estrictamente macroeconómicos, que son los que darán la base para los cambios estructurales. No veo cuáles son las medidas para mantener la inflación baja, crecer a un ritmo relativamente mayor con más empleo, tener un sector externo que muestra buenos resultados en el comercio de bienes y de servicios y, por supuesto, mantener aunque más no sea a un ritmo relativamente creciente al salario real y a las inversiones para el crecimiento productivo y el empleo.
¿Qué opinión le merece la propuesta de plebiscito por la Reforma de la Seguridad Social?
Gary Becker, Nobel de Economía, de la Universidad de Chicago, decía que la ignorancia es desestabilizadora. En nuestro país la instancia electoral que desea dar lugar a una reforma de la seguridad social y la disminución de las horas de trabajo semanal con igual remuneración son ejemplos de lo que decía Gary Becker.