La sequía del año pasado expuso la necesidad de contar con mayores instrumentos para que los productores rurales puedan tener riego en sus predios. En ese sentido, el sector arrocero tiene muchísimo conocimiento del tema, ya que el primer plantío arroz en el país data del año 1919 y a mediados de la década de 1930 se comienzan a sembrar más de 4.000 hectáreas para abastecer el consumo interno, a la vez que se exportan 2.300 toneladas a países limítrofes. Desde entonces, este sector ha sido pionero en el manejo del agua, desarrollando un manejo sustentable de este recurso, conciliando producción y cuidado medioambiental.
El origen del riego se remonta al año 6000 a. C. y se ubica en el antiguo Egipto y Mesopotamia (hoy la zona de Irán e Irak) con las aguas de los ríos Nilo, Tigres y Éufrates, los que se inundaban y, luego de que el agua se retiraba, las tierras quedaban cargadas de nutrientes que el ser humano comenzó a usar para desarrollar las primeras plantaciones. Es en esa zona y por aquellos años que los historiadores ubican el origen del riego y de la agricultura.
Desde entonces y con el paso de los siglos, las tecnologías agrícolas han evolucionado mucho, pero la necesidad de regar se mantiene incambiada y aún no hay forma de llevar a cabo una producción sin agua. Incluso países como Israel han aprendido a manejar el agua sobre el desierto y la ciencia ha generado plantas resistentes al estrés hídrico, pero nada de eso sustituye el uso del agua y del riego como herramienta para suministrarla.
Fabian Borges es técnico agropecuario y productor arrocero con experiencia de riego en arroz, pero también en producción de secano como maíz y sorgo. Su establecimiento arrocero está ubicado en el departamento de Artigas. “Es una obviedad, pero sin agua no se puede hacer agricultura, y mucho menos arroz por las características del cultivo”, y eso es tan así que “en el caso del arroz, la decisión de cuanta área se va a plantar se toma de acuerdo con la cantidad del agua que se posee” antes de iniciar la siembra. “Estos últimos años no he podido plantar toda el área deseada por no tener el agua necesaria, o sea por no tener los metros cúbicos que se precisan para las hectáreas disponibles”, explicó a La Mañana.
Respecto a uso del agua en Uruguay, dijo que “en el arroz se ha avanzado con mucha investigación” por instituciones como el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).
En cuanto al riego por aspersión, Borges señaló que “se está desarrollando bastante bien”, pero “el riego por superficie está recién por sus inicios y no hay grandes áreas” con excepción del que aplica el arroz.
La diferencia del riego la da la característica del cultivo. “En el arroz, el riego es por superficie con inundación permanente, y en los cultivos de secano se debe hacer con drenaje, esto quiere decir que el agua debe circular porque si queda allí daña el cultivo y hasta puede perderse, y en si el agua se empoza en alguna zona de la chacra, el cultivo muere porque sus raíces necesitan oxígeno”.
Consultado sobre el uso de pivots (riego por aspersión) en arroz, el productor dijo que se han hecho algunas pruebas, “pero no da buen resultado”. Manifestó que “no se pueden regar más de diez milímetros porque genera escurrimiento, y en verano, con la fuerza del sol, esa agua corre un poco pero a las pocas horas se seca. Es una herramienta para mantener la humedad, pero si se llega a secar el suelo es muy difícil lograr las necesidades de humedad” que se requieren.
Tiempo errático y lluvias dispares
En otro orden, Borges consideró que los cambios que se dan a nivel climático han servido para generar mayor conciencia sobre el manejo del agua. “En los años que llueve por encima de lo normal hay dos o tres meses secos, como pasó en este 2024 con enero y febrero muy secos, luego tuvimos precipitaciones y ahora paró nuevamente con junio, julio y parte de agosto seco”. Esa variabilidad y con períodos sin precipitaciones se dan “a pesar de que tenemos un promedio de lluvia anual muy alto”.
“El tiempo está comportándose totalmente errático y para un país como Uruguay es indudable que el progreso está atado al manejo del agua y el riego” y hay producciones que lo han adoptado casi que masivamente.
Un ejemplo de eso es la horticultura que “está casi toda bajo riego” en las zonas de Salto y Bella Unión; “otra producción es la citricultura que tiene miles de hectáreas y se usa goteo, una forma diferente de riego empleada en áreas muy importantes”.
El riego es un seguro y genera mayor productividad
Consultado sobre el maíz y la soja y su dependencia del riego, Borges dijo “la mayoría del maíz no se riega, pero eso genera problemas” a los productores. “Aunque sea un año de precipitaciones normales, si se riega se produce más”; y la soja “es más resistente a no tener riego, aunque también se produce mejor si se la riega, pero en años normales no hace la diferencia”.
El riego es un seguro que tienen los productores: “El que no tiene riego no sabe si va a llover o no, y siempre está la expectativa y la esperanza de que cada mes se cumpla con el promedio habitual, pero eso nadie lo puede afirmar hasta que realmente se da”.
Esa incertidumbre “frena al productor y genera dudas, y uno no se anima a aplicar todo el paquete tecnológico que precisaría porque el fertilizante y la urea tienen sus costos. Además sería negativo para el cultivo, porque usar ese paquete tecnológico llevará a desarrollar una planta más grande que va a necesitar más agua que la planta que no lo tuvo, y el resultado es que el cultivo termina sin dar nada”.
“Entonces, al no tener riego, el agricultor opta por invertir menos, y tal vez las precipitaciones son normales, pero la inversión se tiene que hacer antes, y cuando esa lluvia llega o no, la inversión ya fue hecha, a veces en exceso para los bajos niveles de precipitaciones, o de manera insuficiente si los registros fueron positivos”, describió.
El que tiene la capacidad de regar “no pasa por esas dudas” y frente a pronósticos de zafras secas “planta e invierte en su cultivo sin medir cuánto ni cuándo lloverá. Esa es la gran diferencia”.
Por tanto, “el que tiene riego apuesta a producir más porque aplica todo el paquete tecnológico e invierte aun sabiendo que es caro, ya que cuenta con la certeza de que si falta el agua puede contar con el riego, aunque después no lo use”.
El riego está en expansión
En Uruguay el productor tiene conciencia de la importancia de regar, está en la esencia de la actividad que desarrolla, pero ese conocimiento sobre la utilidad de las tecnologías vinculadas al manejo del agua no soluciona la complejidad que significa la condición de arrendatario que es compartida por muchos productores de todo el país.
El riego es una inversión y una obra que tiene complejidades e implica inversión: “Hay que hacer una represa, poner bombeo, etcétera, pero normalmente cada represa ocupa más de un predio y eso lleva a ponerse de acuerdo con el o los vecinos. Si se llega a ese acuerdo, seguramente esté el problema de que uno o más sean arrendatarios, lo que quiere decir que cuando el contrato finaliza la obra queda en el predio”.
Por otro lado, hay proyectos de represas grandes multiprediales, con estudios muy avanzados, “pero por una razón u otra no se ha podido avanzar y concretar su construcción”.
Asimismo, y a pesar de esos inconvenientes, el riego se está generalizando, “en Uruguay la presencia de pivots está avanzando de forma importante y significativa, además de que permanentemente se hacen represas y eso se ve en el constante movimiento de las empresas que se dedican a eso”.
Otro dato es que “el área de arroz está bastante estabilizada y por eso la mayoría de esos trabajos no son para este cultivo, sino para pivot y con avances en Soriano, Colonia, Río Negro, toda la zona de agricultura de secano”.
Así y todo, “estamos muy lejos de lo que ha avanzado Brasil. Si abrimos Google Maps y observamos el sur de Brasil se ve una enorme cantidad de represas, cosa que del lado de Uruguay no, alcanza con solo observar el mapa y comparar de un lado y otro de la frontera. Nosotros deberíamos caminar hacia eso”, estimó.
Desburocratizar
A modo de conclusión, Borges destacó que Uruguay tiene verdaderas posibilidades para confeccionar represas y obras de riego, pero debe agilitar la burocracia, profundizar y comenzar a tomar decisiones sobre represas multiprediales con las correspondientes indemnizaciones.
“Son inversiones que generan riqueza al país”, subrayó; y es un tema que cada vez adquiere más vigencia y los tiempos se van acotando.
Al problema de los arrendatarios que no son dueños del campo se agrega que las iniciativas de represas o riego deben presentarse con anterioridad a las autoridades y si alguna de las partes involucradas no está de acuerdo se inicia un proceso que puede durar años. Eso para un país agrícola es contraproducente.
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