Del 13 al 22 de setiembre, la ciudad se llena de circo con la presencia de 12 compañías de Italia, Francia, Argentina, Brasil y Uruguay. Para conocer más detalles, nos entrevistamos con Luis Emilio Musetti, autor, compositor, artista y docente referente del arte circense, productor y gestor de El Picadero, asociación civil organizadora del Festival Internacional de Circo (FIC), quien además acaba de ser nombrado director del Centro Cultural Florencio Sánchez.
El FIC Uruguay es un festival bienal de circo organizado por la asociación civil Circo El Picadero, que tiene como objetivos contribuir a la consolidación y profesionalización del sector en el país, promover el intercambio entre artistas y compañías de distintos orígenes y fortalecer al circo como campo artístico a través de la circulación de espectáculos de dentro y fuera de la región.
Además de programar espectáculos en distintos formatos, se implementan mesas redondas y talleres formativos. A nivel local pretende contribuir a la profesionalización y visibilidad de las creaciones y producciones nacionales y a la diversidad de la cartelera mediante la programación de compañías extranjeras, asumiendo el desafío de programar salas teatrales icónicas como el Teatro Solís de Montevideo y el Auditorio Nacional del Sodre.
A su vez se propone, como parte de sus objetivos, contribuir a la democratización del acceso a la cultura y a la descentralización de la oferta cultural mediante la programación de funciones en distintos barrios de Montevideo. En ese sentido, en la edición 2024 del festival se programaron espectáculos en el Centro Cultural Artesano, la Sala Lazaroff, el Parque Villa Dolores, la Plaza Líber Seregni, el Jardín Botánico y el Teatro Politeama de Canelones.
¿Cómo se dio y qué sientes ante este reciente nombramiento como director del Centro Teatro Florencio Sánchez?
El nombramiento fue producto de un proceso del llamado a concurso que empezamos en enero y que tuvo varias instancias, entre las que fue medular la presentación de un proyecto. Me siento muy satisfecho, además, por haber resultado seleccionado entre tanta gente muy capaz que se presentó y muy agradecido a mi formación en la EMAD, a mi posgrado en Gestión Cultural y a mi experiencia como productor dentro de El Picadero. Todo eso confluyó en que resultara seleccionado para tal cargo. Lo siento como un desafío ya que implica un pasaje de la autogestión a este otro mundo institucional, porque se asumen lugares de responsabilidad y jerarquía que en la autogestión funcionan desde una perspectiva más horizontal. Esto es nuevo, por lo que implica desafíos particulares y a la vez me genera mucho entusiasmo porque hay un equipo muy potente con ganas de que las cosas sucedan y con el que tejeremos las relaciones y buscaremos las motivaciones colectivas para llevar los objetivos adelante.
¿Tienes algún proyecto para el Florencio Sánchez?
En cuanto a los proyectos concretos, seguir profundizando el vínculo que tiene el Centro Cultural Florencio Sánchez con la comunidad y en cuanto a las actividades vamos a lanzar tres convocatorias: una de artes escénicas, que integre distintos lenguajes; otra, el Florencio Musical, en la que se encuentren los géneros musicales así como los profesionales y los emergentes y , además ,un programa de residencias artísticas con tutorías para recibir a compañías que estén transitando procesos de creación y quieran que el Florencio les facilite el espacio, herramientas y tutores para acompañar ese proceso.
Además, estás organizando la 6ª edición del FIC…
El FIC es un proyecto que lo venimos desarrollando desde la Asociación Civil El Picadero. Fue un sueño que comenzó en 2013 y que gracias a Iberescena tuvo su primera edición en el 2014 y así se ha venido desarrollando cada dos años hasta hoy, que está en su sexta edición.
¿Cuál es el equipo de trabajo?
El equipo núcleo duro a cargo está conformado por varios artistas y gestores vinculados al circo que sostienen el festival edición a edición, al que se le refuerza en logística, formación, comunicación para el festival. A ese equipo ampliado se le suman estudiantes y pasantes voluntarios (hay estudiantes de la EMAD haciendo pasantías técnicas) a la vez que se suman apoyos de la comunidad circense en atención al público. El FIC genera mucho sentido de pertenencia en la comunidad circense. Es autogestivo y en él volcamos muchas horas de trabajo honorario ya que pretendemos que sea un motor e inspiración tanto para que las compañías nacionales proyecten nuevos horizontes como para que Uruguay figure en el mapa de circulación regional e internacional.
¿Cuál es tu rol en El Picadero?
Mi rol ha sido muy dinámico. comencé como un artista que iba a ensayar y a entrenar. De ahí pasé a gestionar espacios de formación concretos, talleres puntuales de docentes internacionales que estaban en el país y a los que El Picadero se les ofreció como espacio. En ese proceso se me invitó a formar parte del colectivo y ahí empecé a participar de todas las otras actividades que El Picadero generaba: como la colaboración con la Convención Uruguaya de Malabares y Circo, el Festival Internacional, y los ciclos, como el de Vacaciones de invierno, Circo de cerca, y más adelante como docente. Los roles son muy dinámicos. Actualmente se resume al Festival y a una convivencia general, pero hay un vínculo afectivo muy importante, tanto que para mí es como tener una familia.
¿En qué está ese espacio hoy día?
El Picadero tiene una línea de Formación Permanente, una de residencias artísticas de compañías que ensayan allí y el circo social con la que se llega a públicos de contexto de diferentes grados de vulnerabilidad social. Eso hace de El Picadero un punto de encuentro entre el mundo profesional y el mundo de la formación.
Tampoco has dejado de actuar, ni de hacer telas, ni de dar talleres, ni de hacer música. ¿En qué estás en cada una de estas ramas artísticas?
En este momento, el tiempo y las responsabilidades laborales y a nivel familiar limitan un tanto lo artístico. Igual tengo mi proyecto unipersonal, Sencillo, de circo, música y teatro con el cual estuve el año pasado en un festival internacional en Brasil (Florianópolis) y este año en el programa de extensión de la Sala Zitarrosa. Ese es un espectáculo que quiero mucho y siento que sigue vigente y que me trae muy lindo feedback. Ahora voy a entrar a mi rol de director y esa parte creativa y artística saldrá en otro momento. En lo teatral estoy actuando en L’Arcaza, compañía emblemática del teatro para infancias que tiene obras que son clásicos y que viene trabajando desde hace más de 20 años y se sigue renovando. También hago algo de audiovisual muy concreto y esporádico. Pero ahora, como te imaginarás, estoy dedicado a la gestión en un 100% entre el festival y el Florencio Sánchez. Cuando me adapte más a este nuevo rol, tal vez vuelva a la creación artística, porque también es necesario, pero éste es un momento para estar más focalizado en la gestión.
¿Vienes de una familia de artistas?
Tenemos una familia bastante artística. Somos tres hermanos y tenemos un tío, cantor de tangos, Juan Carlos Córdoba, que cantaba en la orquesta de Donato Racciatti. En la casa de mis abuelos maternos la música estaba muy presente. El hermano del medio, Pablo, está formando parte de la Comedia Nacional en este momento como actor y Santiago, el más chico es realizador audiovisual. Los tres somos actores y músicos. Santiago además es dibujante y yo tengo esta faceta de la gestión. Las referencias vienen además de la familia, por los y las artistas que admiramos y nos han inspirado; por mi parte de las compañías itinerantes de circo, amigos que dedican su vida a desarrollar su lenguaje (como el caso de Clap Clap) tanto a nivel nacional como internacional. Además, están las referencias musicales, de los que hay infinidad de referentes tanto de acá como brasileños.
¿Cómo te preparaste para todo lo que estás haciendo?
La EMAD fue medular para trazar un rumbo de vida, de las herramientas de gestión y de mi experiencia como artista callejero. Yo trabajé mucho tiempo arriba de los ómnibus a los que subía a tocar la guitarra o a hacer pequeños fragmentos de obras de teatro. También tuve experiencias haciendo circo en los semáforos y en las plazas y muchas de viajes por otros países, por otras realidades y culturas, llevando el arte como herramienta de trabajo; eso también fue una experiencia que me formó.
¿Tienes un sueño?
Si hay un hilo conductor en lo que me mueve es generar fertilidad en el campo de la imaginación. Creo que la humanidad sobreproduce cosas y bienes y más que transformaciones en el campo de la materia, son importantes las transformaciones en el campo de las ideas en las que en ese sentido el arte juega un papel preponderante. Esta intención de generar ya sea por la vía de aportar los contenidos o por la vía de generar las condiciones para que esos contenidos puedan llegar al público, el eje de todo es poder brindar una posibilidad a las personas de sobrevolar, de abstraerse, de mirar desde otro lugar su cotidianeidad y de desafiar a las mentalidades a pensar de otra forma. Esa es la misión que cumplimos desde la cultura y mi sueño es poder seguir dedicándome a eso y seguir generando estos momentos de ritual, de magia, de transformación.
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