El sector agropecuario, fundamental para la economía uruguaya, ha contado con el apoyo del BROU, especialmente tras la sequía de 2023. De hecho, se ha expandido el crédito en esta actividad y se han implementado instrumentos para fortalecer a las pymes agropecuarias. Así lo dijo a La Mañana el presidente del banco, Salvador Ferrer. Además, subrayó la oportunidad que presentan los proyectos de riego, que demandarán financiamiento a largo plazo.
¿Qué evaluación hace acerca de la realidad del sector agropecuario?
Es un sector clave para el quehacer nacional y para el desarrollo económico de nuestro país. Está sufriendo más que cualquier otro las inclemencias de un clima cambiante, que ha implicado pasar de años récord, como fue el 2022, a un pésimo 2023, enfrentando una de las mayores secas de la historia. Y en ese contexto, este año parece ser más un año promedio y de recuperación, que seguramente no va a ser plena para todos.
Uruguay es un país que produce alimentos para 10 veces el tamaño de su población, pero que además tiene potencial para ir a más. En un contexto global en el que la seguridad alimenticia es una preocupación mundial y la sostenibilidad es un tema de agenda, Uruguay presenta condiciones para seguir apostando al desarrollo de su producción agropecuaria.
¿Qué medidas ha tomado el banco para fortalecer al campo uruguayo en el último año, luego de la sequía que afectó fuertemente en 2023?
Más allá de lo que se pueda haber hecho especialmente en el último año, creo que el banco país ha estado siempre para apoyar el desarrollo del sector. Sin duda tuvo un rol muy relevante en aquello del “mantenimiento de los motores encendidos” en pandemia, pero luego, y en particular con el sector agropecuario, ante las sucesivas emergencias agropecuarias. Las prórrogas y refinanciamientos de crédito que fueron ofrecidos al sector, o el incremento del crédito de la mano del mecanismo del SiGa, fueron soportes muy importantes que, a un sector resiliente por naturaleza, le permitió estar pronto para ir por la revancha cuando fue posible.
Si lo revisamos en términos de apoyo financiero, en el último año el crédito al sector se expandió en más de un 20%, pero, si miramos lo que ha sucedido a lo largo de estos últimos cuatro años, el crecimiento del financiamiento al sector ha aumentado un 50%.
Volviendo a este último año, en función del impacto que la seca del 2023 implicó, quizás valga la pena hacer referencia a lo que hicimos en sintonía con el Banco Central para evitar desmejorar las categorías crediticias de los deudores del sector. En la medida que los impactos de la seca afectaron los balances y resultados de forma importante, encontramos mecanismos para evitar ingresar en ese círculo vicioso que implica el deterioro de la calificación de riesgo y el mayor costo del dinero que esto implica para el cliente en tiempos complejos.
¿Considera que el financiamiento del agro por parte del BROU debería tomarse como una política de Estado?
No lo definiría exactamente en esos términos, pero creo que en los hechos hacemos referencia a lo mismo. El soporte del banco país al agro es parte de su mandato institucional. Creo que interpretar correctamente esto por parte de quien tenga la responsabilidad de dirigir los destinos del banco, y por parte del equipo, como una política de gestión, determina naturalmente que esto sea una especie de política de Estado. El BROU debe conjugar su doble rol de ser un banco comercial en competencia en el mercado, sin perder de vista su rol de banco de desarrollo del Estado.
Lo que hemos hecho en materia de expansión del crédito al sector, ya sea en apoyo ante las emergencias, o de soporte para sectores específicos como el arrocero o el lechero, o lo que hemos hecho desde hace un par de años en materia de financiamiento de largo plazo para apoyar la compra de campos, son políticas que van en esa línea.
En los hechos, lo que venimos haciendo con el financiamiento a largo plazo para que más productores puedan comprar su campo propio, generando oportunidades de crecimiento y desarrollo, tiene mucho que ver con esas políticas de Estado que mencionaba. Los resultados obtenidos en esta materia nos alientan, con más de US$ 200 millones colocados entre más de 400 productores, y 70% de ellos dentro de la categoría de pymes. Y también el reconocimiento recibido al respecto, incluso a nivel internacional, entre bancos de desarrollo donde fuimos reconocidos por ese apoyo al desarrollo de la ruralidad y el mantenimiento de la población en el campo.
¿Qué balance realiza sobre los instrumentos destinados a las pymes agropecuarias, como el caso del crédito SiGa?
Muy positivo. Y creo que el desafío ahora es instrumentar ese tipo de apoyo de forma permanente, es decir, no solo como un apoyo necesario en momentos complejos, sino de forma permanente para el mejor desarrollo del sector agropecuario u otros sectores de actividad.
Durante la última emergencia agropecuaria, el crédito a las pymes agropecuarias se expandió en US$ 150 millones, la mitad provista por el banco. Eso es un ejemplo muy relevante de la importancia de este tipo de soluciones y estos esquemas de garantía, que han permitido la expansión del crédito en tiempos complejos. Las pymes tienen mayor dificultad para el acceso al crédito, y en el sector agropecuario quizás es incluso más complejo.
Nuestro país tiene un desafío de crecimiento. Necesitamos crecer a una mayor tasa de forma permanente. El crédito es un dinamizador del crecimiento económico, y la demostración del buen funcionamiento de estos esquemas de garantía, tanto en pandemia primero, como con las sucesivas emergencias agropecuarias después, son un buen ejemplo de la importancia de sostener este tipo de instrumentos para apalancar el crecimiento económico de la mano del crédito. El banco país, el sector bancario en general y los inversores institucionales relevantes que tenemos en plaza, estamos en condiciones de ser soporte de esa mayor expansión del crédito.
¿Qué importancia tiene el BROU para el sector agropecuario en el contexto actual?
El BROU tiene el mandato institucional e histórico de ser un socio estratégico y permanente del sector agropecuario. Soy un convencido de que este es el encare correcto que hay que tener con respecto a un sector como el agropecuario, que ha sido, es y será siempre uno de los motores naturales de nuestra economía.
En el portafolio de créditos del BROU el sector agropecuario pesa en el entorno del 40%, cifra que crece al 50% si incorporamos la agroindustria; es el sector más relevante. Más allá de esto, soy un convencido de que hay oportunidad para ir a más. Y también creo que hay oportunidades en todos los otros sectores, tanto en aquellos en los cuales hemos tenido un dinamismo bien importante, como el de infraestructura, como en aquellos en los que no tenemos este peso tan relevante, como el de comercio y servicios.
¿Qué oportunidades tiene el banco en el financiamiento de proyectos a largo plazo?
Creo que un pendiente a desarrollar de mayor forma en el sector es lo que tiene que ver con el riego. Desde el banco país tenemos el convencimiento de poder ser el socio adecuado para cualquier proyecto en este sentido, que va a implicar necesidades de financiamiento de largo plazo. Financiamos un trabajo de investigación que lideró el INIA, cuyas conclusiones nos alientan a pensar en esta oportunidad; desde Ceres se presentó un informe aludiendo al potencial; y desde el propio Ministerio de Ganadería también se ha trabajado en esta línea. Ojalá que podamos en breve estar recorriendo este camino, trabajando en los diferentes aspectos necesarios para que esto avance y contando con el apoyo que da la espalda financiera del banco para construir ese mentado segundo piso del sector agropecuario, potenciando sus capacidades productivas, con todo lo que esto desparrama para el resto de la sociedad y la economía uruguaya. El momento político electoral actual y el hecho de que hablar de un Plan Nacional de Riego sea un tema en la agenda, es una oportunidad para aprovechar.
TE PUEDE INTERESAR: