Vive en la localidad de Zapicán, en el departamento de Lavalleja. Cuando tenía siete años, en ese mismo lugar tuvo los primeros contactos con los juegos de mesa y ya desde ese momento mostró cierta inclinación a modificar sus contenidos y hasta los reglamentos que los regían. Fue en 2015 cuando trabajando con Vital Lacerda, uno de los mejores diseñadores de juegos de mesa del mundo, cuando se dio cuenta que él también podía hacerlo, y así comenzó su propio camino.
¿Cuándo surgió tú vínculo con los juegos de mesa?
Desde siempre. Cuando era niño y tenía seis o siete años, viviendo en Zapicán, llovía y se cortaba la luz tres o cuatro días. Entonces había que buscar en qué entretenerse. Muchas veces la televisión tenía interferencia y no se veía nada, entonces había que leer o jugar a algo. En esos momentos una de mis diversiones eran los juegos de mesa. Yo empezaba a agregarle elementos, a cambiarle reglas para que no fuera siempre lo mismo.
¿Entonces sentís que esos fueron tus primeros pasos en la creación?
Eso siempre te queda. Los dejás por muchos años porque te vas encontrando con otros intereses y otras actividades y cuando volvés a eso, es como que nunca te fuiste.
¿Como surgió esto de crear un juego desde cero?
Mucha gente que juega tiene ideas, críticas o cosas que le gustaría que fueran de otra manera. Creo que es muy nuestro. Acá en el Uruguay hay tres millones de presidentes de la Republica, tres millones de directores técnicos, viene la pandemia y somos todos médicos. Y esto es parte de lo mismo. La única diferencia es dar un paso hacia adelante y actuar. Cuando retomamos los juegos por el 2009 y descubrimos que había un universo totalmente nuevo de juegos de mesa, me dije que se podían hacer cosas, que había que empezar a probar.
¿Cuántas creaciones tenés?
Juegos míos, tengo dos. Uno que se llama Mercado de Lisboa. En 2015 empecé a trabajar con uno de los mejores diseñadores de juegos de mesa del mundo, que es un portugués llamado Vital Lacerda. Testeaba juegos en forma online. Es un proceso bastante largo que sirve para probar que funcionen. Vital empezó a utilizar mis ideas y ahí me afiancé en decir: “Yo también puedo hacer esto”. Entonces, basado en uno de sus juegos llamado Lisboa, le propuse hacer un juego más pequeño que se llama Mercado de Lisboa. Ese es mi primer juego, que lo hacemos en conjunto. El segundo es Pampero.
¿Como es el proceso de creación de los juegos?
En el caso de los juegos que yo hago, llevan mucho tiempo de investigación. Hay que investigar cómo funcionan las cosas en la vida real para transformar eso a una instancia de juego. Cuando trabajaba en el proyecto Pampero me preguntaba ¿qué hace un molino? Además de generar energía, ¿qué otras implicancias tienen? Tenés que averiguar qué pasa en el mundo al respecto.
¿Y qué descubriste en esta materia?
Las aspas de un molino se mueven a nueve metros por segundo, lo cual quiere decir que los pájaros no las ven y mueren millones. Esto altera el ecosistema, entonces los gobiernos les suelen dar a las empresas beneficios por realizar tareas para la preservación de las especies donde son instaladas. Por ejemplo, suelen hacer ruido, poner nerviosa a la gente que vive cerca, altera las comunidades. Las aspas brillan cuando el sol se refleja y si tu auto va por la ruta te podés encandilar y matarte. La investigación de un solo elemento del juego, que tiene 500, lleva mucho tiempo. A la vez que estoy investigando, mi cabeza está imaginando cómo lo traduzco a una mecánica de juego y que sea sencillo de comprender y de aplicar.
¿Cómo es el proceso para llevarlo al juego?
Es la parte más divertida, cuando implementás todos esos elementos. En mi caso, lo hago en una plataforma digital donde tenés lo mismo que tendrías en una mesa. Y empezás a jugar. Te lleva un año o un año y medio en que vas probando con gente de diferentes partes del mundo. Cada uno viene con sus diferentes maneras de jugar y de interactuar. Es el momento de probar todas las posibilidades, de ir descartando, agregando y resolviendo para llegar a aquello que pretendías de llegar desde un principio.
¿Qué tal la etapa de llegar a una editorial que decida contratar tu creación?
Salir a buscar una editorial que haga el juego es arduo. Aveces las editoriales te dicen: “Me gustó mucho tu juego, pero no lo puedo hacer hasta dentro de tres o cuatro años”. Esa es la parte más agridulce.
¿Cómo llegaste a la editorial que decidió comercializar Pampero?
Allá por el 2020 salí a buscar una editorial que manejara juegos del tipo Pampero y me encontré con algunos que me dijeron que no por distintas razones. Cuando sos un pobre zapicanense dos años es mucho tiempo porque hay que vender el producto. Les hice demos a varias editoriales y finalmente logramos firmar el juego con APE Games de Estados Unidos.
¿A qué países ha llegado Pampero?
Está en todo el mundo, en Uruguay también. Aquí algunas personas que lo compraron ya lo tienen. Por lo que yo sé, aún no ha llegado a las tiendas uruguayas, pero está pronto a llegar en unas semanas.
¿Qué sentís como creador que en diferentes partes del mundo estén jugando con Pampero?
Es increíble. Es difícil dimensionar cuando ves que gente postea fotos en otros países como Alemania, Rusia, China, Estados Unidos, Francia España. Es una emoción increíble.
¿Como surgió lo del premio?
Hay varias ferias o convenciones alrededor del mundo dependiendo de cuál sea su motivación. En este caso fue United Kingdom Game Expo, una exposición en el Reino Unido donde las editoriales presentan sus nuevos lanzamientos. Va toda la gente de esta industria a mostrar lo que hace. Los juegos se dividen en varias categorías de acuerdo con su mecánica. Pampero es lo que se llama un juego Euro porque maneja simulación económica, manejo de recursos. Finalmente ganamos el premio a mejor juego de tipo Euro.
¿En qué te inspiraste para crear un juego uruguayo utilizando la energía eólica?
En este momento existen en el mundo 300 mil juegos registrados. Te podrás imaginar que las temáticas abarcan todo un espectro gigantesco. Pero la gran mayoría son europeos o estadounidenses. O dedicadas a civilizaciones que han sido significativas en la historia de la humanidad. Lo que no te vas a encontrar es con algo nuestro, uruguayo. Como trabajaba con un portugués y mi apellido es Pombo, todo el mundo creía que yo también era portugués. Entonces pensé en crear algo que fuera uruguayo y que lo identificara. Y que no sean vacas porque hay tres millones de juegos con vacas.
¿Entonces?
Uruguay está entre los primeros países del mundo en la utilización de la energía eólica. Vienen a aprender de nuestros proyectos. Entonces me dije que tenía que ser de esto. Y así surgió un juego sobre la energía eólica en el Uruguay.
Después había que elegirle un nombre. ¿Qué tan trabajoso fue este tema?
Sabiendo que podés salir en una editorial que puede estar en Alemania, en Estados Unidos o en cualquier parte del planeta, sabés que llegado ese momento para llegar al público con el que ellos trabajan pueden querer cambiar cosas de tu juego. La intención de ellos es abastecer a sus mercados. Te cambian el nombre, te cambian un poco la temática. Cuando trabajábamos en el proyecto, el juego se llamaba simplemente Parque Eólico. Cuando llegamos a la editorial y deciden que van a respetar el diseño tal como está, y el juego está relacionado con el viento en Uruguay, no puede tener otro nombre, se tiene que llamar Pampero. Es algo que tenemos grabado a fuego. No hay uruguayo en el mundo que vos no les digas Pampero y la respuesta inmediata sea “El Pampero la acaricia”.
Pampero se juega en todo el mundo, logra premios en las exposiciones más importantes. ¿Qué significa todo esto para ti?
La verdad que este ha sido un camino hermoso. Haber llegado a una caja que dice Pampero, que tiene mi nombre, la bandera de Uruguay, donde todos los colores de los componentes reflejan el de la bandera, el mapa de Uruguay, los nombres de las ciudades y pueblos de mi país es espectacular.
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