La corrupción ha sido una constante en todas las gestiones de la izquierda en el gobierno. Muchas denuncias no han prosperado porque la Justicia no está en condiciones de analizar años de obra pública en la que el cohecho (coima) ha sido la constante.
“Podremos meter la pata, nos podremos equivocar, pero no la mano en la lata, y si alguien la mete se la cortamos”. Vázquez sintetizó ese compromiso en su discurso de asunción; luego sería desmentido por casos de corrupción desde su vicepresidente hasta cargos para esquivarlos. Fueron tres períodos en los que la promesa de actuar de forma diferente en el plano de la ética y la rectitud la izquierda no cumplió.
A la repetida promesa de Orsi “la honestidad debe ser la guía” la desmiente prístinamente su posición sobre la puja Oddone-Pereira. Un lego en política práctica frentista y un lego en economía. Orsi optó por un lego en economía. El presidente frenteamplista de la izquierda protege la recaudación sindical y el economista Gabriel Oddone defiende a desempleados. Oddone queda “relegado” porque el FA no puede construir orden económico para trabajadores y pasivos. Plantea la desindexación salarial, como antes se opuso a la reforma de las pasividades comunistas.
La indexación de salarios y jubilaciones de acuerdo con el aumento precios es consecuencia de la devaluación del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, que se produce cuando el gasto público no es cubierto con la recaudación (que sabe ya insoportable) ni con endeudamiento de los uruguayos. Entonces la emisión de pesos sin valor real hace perder poder de compra al que cobra en pesos, asalariado, jubilado o pobre que recibe asistencia.
Oddone quiere evitar ese robo desindexando los salarios y pasividades, eliminando la inflación. Pereira, un especialista en “redistribución”, sabe que no se puede hacer despilfarro sin inflación, proyectos inviables para hacer caja política al servicio de intereses locales o extranjeros corruptos. Al inclinase por la posición Pereira, Orsi adelanta que habrá más impuestos y más inflación. No habrá honestidad en un eventual gobierno de Orsi.
Pereira y Orsi saben que van a gastar más sin recursos genuinos, está en el programa igual al de antes. El IRPF, el IASS y el Fonasa liquidaron a asalariados formales y jubilados, y no les alcanzó. Subieron los precios detrás de la pérdida de poder adquisitivo en una espiral perversa contra el trabajador y el pasivo. Ganó lo político por encima de lo honesto.
Pereira únicamente transó en desindexar, cuando el Uruguay enfrentó la peor pandemia y aumentó dramáticamente el desempleo. Ahora, no importa los que están fuera del sistema, no aportan al sindicato.
La dirigencia sindical se preocupa por su recaudación no por quienes sufren por el gasto público, el endeudamiento, la corrupción como pérdida de recursos privados de la gente. Tampoco por la inflación castigando a los más pobres. No exige que se baje el gasto público abusivo que liquida la inversión, el empleo y la generación de recursos para atender pobreza infantil y educación. Prefiere que se indexen los salarios.
Orsi no puede comprometer honestidad económica. No lo va a dejar la interna comunista que promueve un público objetivo empobrecido. El programa avanza sobre la producción y reparte recursos que no existen. Vuelven “mejores” con hambre de cargos, sueldos y corrupción, tal como sucedió en los 15 años anteriores.
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