El Proyecto Educativo Comunitario Santa Ana de Treinta y Tres conmemoró sus primeros 10 años de historia. Entre amigos, familias, exalumnos, integrantes de la comunidad y funcionarios y alumnos actuales, se renovó el voto de confianza para que el proyecto continué alcanzando metas y siendo una institución de referencia para el Uruguay.
En el departamento de Treinta y Tres funciona la UTU Santa Ana, en donde se realiza un ciclo básico agropecuario dirigido a brindar herramientas para los jóvenes del interior profundo. Sandra Garate es profesora e inspectora regional del noreste (Tacuarembó, Cerro Largo y Rivera), está vinculada al Proyecto Santa Ana desde 2013, año en el que comenzó. En ese momento ella era directora de la Escuela Técnica de Río Branco, lugar del que depende el proyecto educativo.
En diálogo con La Mañana recordó que, en los inicios de todo, el padre Freddy Martínez se acercó a la dirección de la escuela técnica a expresar la intención que quedó en el testamento de las hermanas Saavedra –quienes eran propietarias del establecimiento donde hoy está Santa Ana– para que allí hubiera un centro educativo de UTU vinculado con lo agrario. Comenzaron a trabajar al respecto a través de un relevamiento de población en edad de estudiar.
Se constituyó una comisión de seguimiento del proyecto, con vecinos, autoridades de la zona, profesores, intendencias, alcaldías, para dar el puntapié inicial y comenzar con esta propuesta que se concretó con un ciclo básico rural extendido. Esto fue el planteo de los padres ya que no querían que sus hijos fueran a la ciudad y pasaran muchas horas con tiempo ocioso al volver a sus casas, debido a que, entendían, eso generaba la desvinculación de los estudios y tomar contacto con una realidad que no era la adecuada.
“Empezamos a tejer esta idea entre todos, a ponerle pienso, y se levantó en 2013 un primer año con niños egresados de las escuelas de la zona y algunos de regiones más distantes”, recordó Garate. En ese punto debieron comenzar a coordinar la locomoción con la Intendencia de Treinta y Tres e implementaron un sistema que sigue hasta ahora. Se lleva a los niños de diferentes localidades en ómnibus y se los baja en el quiosco Tacuarí, en la Ruta 18. Desde allí una camioneta de la iglesia los pasa a buscar (también a profesores) y los lleva a la UTU. A su vez, hay un ómnibus que recorre la zona de las arroceras y levanta a estudiantes. A la salida, se hace la misma dinámica para llevarlos a sus casas.
La logística del transporte permite que los estudiantes estén a las 9:00 horas en Santa Ana y a las 16:00 horas emprendan su regreso para llegar a sus casas no más de las 18:00. “Esto es posible porque hay un apoyo de los vecinos, de la Intendencia que arregla la caminería, de autoridades de UTU, de la Policía”, explicó la entrevistada.
La inspectora indicó que, desde el inicio, un viernes al mes se reúnen para evaluar el proyecto. “Al segundo año pensamos en la protección de la trayectoria de estos estudiantes y pensamos en qué haríamos cuando egresaran de tercer año. Lo que queríamos era que siguieran estudiando en la UTU de Río Branco o el liceo, pero debían tener una vivienda para poder hacerlo, y fue así como surgió la residencia”, explicó.
Ahora los estudiantes cuentan con una residencia en Río Branco, la que tiene cuidadores y educadores. El lugar está destinado a los jóvenes de Santa Ana y del medio rural para que puedan culminar la educación media superior. “También se sostiene con la Intendencia y la Alcaldía que proporciona el alimento en el comedor, y con UTU que se encarga de alquilar la casa. Podemos decir con orgullo que muchos estudiantes siguieron la carrera de Magisterio, Profesorado, varios están en Facultad de Veterinaria o Derecho, es decir que pudimos cumplir con la meta de que sigan estudiando”, aseguró la inspectora.
Cabe señalar que todo es gratuito, tanto la enseñanza, como el alojamiento y el transporte, y cada una de las cosas cuenta con garantías de referentes adultos que están con estudiantes.
Con la mente en el futuro
El centro hoy cuenta con 56 estudiantes distribuidos en séptimo, octavo y noveno del ciclo básico rural; a su vez cuenta con unos 30 docentes que llegan desde Río Branco, Melo y Treinta y Tres. También forman parte de la institución un funcionario administrativo y uno de servicio.
La UTU tiene una sala de informática bastante nueva ya que la anterior –que fue donada por un miembro de la comisión– se deterioró debido a las humedades. “Se arregló el espacio físico y se equipó a nuevo, y la podemos utilizar gracias a que en Santa Ana tenemos internet, monitores y televisores en los salones”, indicó.
Por otra parte, comentó que el desafío que tienen actualmente es montar un laboratorio para ciencias, porque los alumnos participan de diversos proyectos vinculados a la materia: han estudiado los hongos del lugar, el agua, entre otras cosas, y el laboratorio referente es el de la escuela técnica de Río Branco que queda a una distancia considerable, entonces la meta es lograr un aula prefabricada para instalar en ella un laboratorio”.
Respecto al egreso de la UTU, anualmente finalizan sus estudios unos 15 alumnos, de ellos, 10 siguen en la escuela técnica de Río Branco, y las áreas que más prefieren son el bachillerato agrario, electromecánica y administración. “Los demás estudian en la ciudad de Treinta y Tres y muy pocos no siguen estudiando. El trabajo comienza a partir de julio, cuando viajan a conocer la escuela técnica, la residencia, las propuestas educativas, de manera que vayan pensando su proyecto. Al mismo tiempo, se realiza un trabajo con las familias.
Colaboración comunitaria
Una característica fundamental del proyecto educativo Santa Ana es que el apoyo de la comunidad es continuo desde el primer día, igual que el diálogo y los aportes en las ideas. “A veces nos acercan planes, como generar espacios de capacitación para las mujeres y hombres del medio rural, y se han hecho cursos de diversos temas para ellos. Santa Ana es la institucionalidad en el medio rural”, digo Garate.
Comentó, además, que se han llevado odontólogos y que durante un tiempo se tuvo una especie de contenedor donde las personas iban a atenderse con ellos. Una de las ideas que tiene actualmente es crear un espacio en el que sea posible el acceso a la telemedicina como un punto de referencia en el que la población acceda a la medicina, ya que muchos de ellos deben pasar por caminos difíciles para asistir a un prestador de salud.
Las metas por cumplir
Un anhelo que tiene desde la institución es contar con una sala de videoconferencias en Santa Ana y, de tal forma, acercar carreras virtuales a los estudiantes que, de otra manera no podrían cursarlas debido a la falta de acceso a fibra óptica. “Ese es un impedimento que tenemos y que solucionándolo los acercaríamos a capacitaciones, a profesores, lo que es muy importante para formarse”, consideró Garate.
El laboratorio de ciencias, como se dijo anteriormente, es una necesidad que urge y, tal vez, otra cosa sería que se conozca la existencia del proyecto educativo para comenzar a trabajar con diferentes entidades y recibir visitas. “Por ejemplo, muchos de nuestros niños del medio rural nunca fueron a un teatro, entonces, que alguna compañía de teatro pudiera acercarse y brindar un espectáculo sería una buena idea”, expuso la inspectora.
Indicó que una vez al año realizan un viaje a Montevideo y que para lograrlo se hacen muchos beneficios. La llegada a la capital es porque algunos alumnos no podrían viajar por cuenta propia o de sus familias. “Es importante que conozcan el Río de la Plata, los edificios emblemáticos, incluso muchos no conocen el mar, entonces cuando Consejo Directivo Central de ANEP lleva adelante los campamentos educativos, proponemos que un grupo vaya y conozca”.
Para la inspectora, el proyecto Santa Ana es algo que la desafió y la desafía por lo novedoso que es. “Afortunadamente tuve mucho apoyo, y lo tengo hasta hoy para que se sostenga y se mejore, verlo crecer sólido me satisface mucho, y más que nada el haber podido, con un granito de arena, retribuirle a la sociedad y al medio rural la oportunidad para que sus hijos accedan a una educación digna, de calidad, sin desarraigarse”, expresó.
Aseguró que se llena de satisfacción al trabajar ciudadanía y contribuir, como servidor púbico a que estas cosas sucedan. “Santa Ana fue el primer proyecto que me tocó liderar, tuve la responsabilidad de concretarlo, y eso me impulsó a hacerlo en otros territorios con realidades bastante parecidas, entonces me dio experiencia y un sentimiento especial”, puntualizó.
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