Se aproximan las elecciones y como es lógico los partidos políticos se preparan para ellas, unos mejor que otros, pero ello siempre ha sido así. Lo más probable es que en la primera vuelta del acto eleccionario nadie obtenga una mayoría absoluta que impida la convocatoria a la segunda vuelta. Pero, de todas maneras, en esa primera ronda eleccionaria quedarán determinadas las bancas que correspondan a cada partido político tanto en la Cámara de Senadores (con excepción del presidente del cuerpo) como en la de Diputados. Y debe tenerse presente que precisamente son los partidos políticos quienes accederán a dichas bancas desde que sus integrantes se deben presentar con un determinado lema (partido) que en las pasadas elecciones internas haya superado los 500 sufragios. Como esta nota no pretende ser, ni muchos menos, un análisis de derecho constitucional sino una publicación periodística accesible a cualquier lector, no parece pertinente efectuar un estudio jurídico sobre el tema, aclarando desde ya que la Corte Electoral se ha inclinado por la posición de que el legislador es dueño de su banca y no el partido por el cual resultó electo, posición no compartible desde el punto de vista del derecho y sobre todo y es lo que más interesa ahora, desde un enfoque político electoral.
La práctica perniciosa –que no es nueva– de resultar electo por un lema político y “en medio del río cambar de caballo” e irse a otras tiendas claramente desvirtúa el sistema democrático representativo que es el que los constituyentes consagraron a texto expreso en nuestra Constitución. Y lo desvirtúa desde el momento en que se deja de lado (por no decir que se traiciona) el mandato del votante, desde que este sufragó por determinados candidatos dentro de un determinado partido. Esto es así, se mire desde el ángulo desde el que se mire. Y ni que decir tiene que contribuye asimismo al creciente descreimiento del actual sistema democrático liberal, no solo en nuestro país sino en gran parte del mundo occidental. Es cierto que muchas veces el elector vota por el candidato y no por el partido, pero eso no se puede hacer puesto que no es posible votar a una persona sin un lema político detrás. Por ende, lo correcto sería hacer transparente este estado de cosas y mientras no se cambie si el elegido se apartare del lema que lo llevó a su cargo y decide irse a otras tiendas políticas lo correcto es no llevarse consigo “su” banca. Y no solo es lo correcto, a secas, sino que reafirmando el concepto debería decirse lo ética y electoralmente correcto.
A no quejarse luego cuando se habla del escaso sentimiento democrático de los pueblos. No es responsabilidad de ellos.
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