Al participar de los 75 años de ACA y la presentación del libro conmemorativo, el Dr. Sanguinetti realzó el rol de los gremios y los logros como resultado de la actitud humana.
El expresidente Julio María Sanguinetti dijo que las gremiales son muy importantes y que en el caso de la Asociación de Cultivadores de Arroz, estamos ante una “gremial señera en la vida del país”.
En su discurso al celebrar los 75 años de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA), recordó dos instancias de dificultad que debió enfrentar, la primera como ministro de Industria y Comercio, y la segunda como presidente de la República.
Con una mirada reflexiva e histórica a la vez, Sanguinetti dijo que “las primeras constituciones”, como la estadounidense, se pensaron en función de “los ciudadanos y las instituciones, en el voto y en el representante, pero no se pensó que podría haber organizaciones en el medio, entre el ciudadano y el Estado”.
Pensadores de la democracia moderna, como Jefferson o Hamilton “no imaginaron los partidos políticos” que son “las instituciones intermedias que iba a haber en la organización de la sociedad. Y ahí están los partidos políticos, las gremiales y las corporaciones, cada uno jugando su rol”, señaló.
La agremiación es una “fantástica actividad” que implica “un enorme esfuerzo de trabajo, de capacitad, de sentimiento, de familia, de esperanza; pero también de ciencia” porque es una actividad que exporta el 95% de su producción, y eso es “porque ha logrado el nivel máximo de la calidad”.
“Todos esos son resultados de una larga de historia” que Sanguinetti pone como hito relevante la fundación de la Facultad de Agronomía y la fundación de la Facultad de Veterinaria.
Respecto a la Facultad de Agronomía, comentó que el primer técnico fue el alemán Alejandro Backhaus, “y luego el famoso (Alberto) Boerger que pasó a ser el emblema de la investigación científica aplicada al agro, algo extraordinario que luego permitió los desarrollos científicos que hoy disfrutamos a través del INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria), que es el resultado de ese largo esfuerzo” que incluye al Estado y a los productores.
Todo eso se logra y se hace “con gente, con la calidad humana” sin la cual “no hay ciencia, no hay trabajo, ni libertad ni nada”, remarcó.
Ricardo Ferres y la crisis de 1969
Sanguinetti contó que en 1969, siendo él ministro de Industria y Comercio, se produce una gran crisis en la producción arrocera por los cambios en los mercados internacionales, con el resultado de que “nos quedamos con una cosecha”.
Frente a esa situación llamo a Ricardo Ferres, empresario, hombre de familia y promotor de la industria arrocera, a quien conocía desde hace tiempo, y le planteo que había que hacer algo y él tenía imaginación comercial para hacerlo. “A los 15 días Ferrés me llama y me dice que está en Holanda, y que podría salvar el tema del arroz si el Estado uruguayo compraba dos aviones. Le pregunto al comandante de la Fuerza Aérea cómo le vendría un par de aviones y ahí armamos el negocio y se salvó la cosecha”.
La anécdota muestra “la figura del comerciante al servicio de la cadena de una actividad económica que a veces la llaman ‘capitalista’ con sentido peyorativo”, pero es “la economía de mercado que ha estado en la base de todos los desarrollos democráticos de los últimos dos siglos”.
Recordó también el momento en que Ricardo Ferrés fue secuestrado (en 1971 por la guerrilla del momento) cuando el país pasaba por una “época de división, de violencia”, en un hecho “que no solo era injusto en todas las dimensiones de la vida”, sino también “porque si había un cristiano ese era Ricardo Ferres, en su sencillez, en su modestia, honestidad, en su capacidad de dar y de brindar”.
“Hoy debemos recordarlo (a Ferres), no por el mal momento ni para rescatar sentimientos de rencor, sino por el valor de la paz que es el trabajo y la libertad”, reflexionó.
“El Estado que permite el desarrollo”
Años después, pero como presidente y en su primer gobierno (1985-1990), Sanguinetti tuvo que hacer frente a una nueva crisis del arroz.
“Con Ricardo Zerbino que era ministro de Economía y Roberto Vázquez Platero que era el de Ganadería hubo que armar un sistema para salvar al arroz, y fue como debe ser el rol del Estado, que no es el proteccionismo que ampara al ineficiente, sino el Estado para salvar la coyuntura y permitir el desarrollo de una industria valiosa y con capacidad”.
La medida de aquel momento fue “transitoria y es una de las tantas cosas que podemos celebrar” con “un Estado que está cuando debe estar para generar ciencia y acompañar la voluntad individual, el cariño al trabajo, el amor a la familia, la esperanza de la vida” del que “un día siembra y un día cosecha”, concluyó.
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