El expresidente argentino Carlos Menem decía que después de invitar a quien durante el almuerzo se hubiera dedicado a hablar solo de principios morales y de honestidad era conveniente ponerse a contar los cubiertos.
La fina ironía del caudillo de La Rioja tiene su equivalente en el viejo dicho español que reza “Dime de qué presumes y te diré de qué fallas”. Porque arrancar una campaña publicitaria diciendo que se habrá de gobernar con honestidad es como adelantarse o procurar de antemano exponer una garantía de probidad innecesaria: la honestidad no es una lanza sino una coraza.
Naturalmente que si, como es el caso, proviene de un partido o mejor dicho de una multiforme coalición de partidos como es el Frente Amplio, tiene su justificación.
No existe en la historia nacional un ejemplo igual de corrupción que el ocurrido durante el gobierno frenteamplista, cuando registró el triple procesamiento penal del vicepresidente de la República Raúl Sendic, del ministro de Economía y Finanzas Fernando Lorenzo y del presidente del BROU Fernando Calloia. Hoy se repite el entuerto con el caso del exsenador Charles Carrera, que abusando de su condición de muy alto funcionario del Ministerio del Interior se hacía atender con su señora gratuitamente en el Hospital Policial y extendía ese indebido beneficio a la esposa del exministro Eduardo Bonomi, la diputada Susana Pereira, que tampoco tenía legitimidad para recibirlo.
Todo ello, en el marco de la atención recibida por la víctima de un desgraciado episodio, que recibió un balazo que lo dejó cuadripléjico, sobre el que nunca se supo ni se averiguó después quién lo disparó.
La ayuda humanitaria prestada al herido de gravedad no puede ser discutida por nadie y es lo que dicen los frenteamplistas para defender al senador Dr. Charles Carrera; pero nada dicen del abuso de atenderse gratuitamente en un servicio que paga todo el personal policial con de 4% de sus salarios.
Si el hecho, que es grave, repercute negativamente en el apoyo electoral del Frente Amplio es discutible, pues a su gente parece no importarle que la corrupción de sus dirigentes, plenamente probada, los invalide a la hora del sufragio. O sea, les alcanza con la promesa de probidad que anuncia su candidato como emblema de campaña.
Tampoco parece importarles a los frenteamplistas, a estar a las encuestas, los anuncios que economistas, que incluyen a expertos de sus propias filas, han formulado por la eventual derogación de la ley que aprobó la reforma del sistema de seguridad social.
Como furgón de cola del Partido Comunista que influye y el Pit- Cnt que da la cara, se han encolumnado las mayorías del frenteamplismo para apoyar el plebiscito derogatorio que impondrá una grave desestabilización de la economía nacional y una andanada de juicios contra el Estado. Ese sindicalismo nacional, que se mira en el kirchnerismo corrupto y ladrón, aspirando a una gravitación similar a la que han logrado en la Argentina, piensa constituirse aquí en un verdadero factor de poder, para cogobernar. Es decir que, en forma subrepticia, los comunistas entran a participar en la toma de decisiones al más alto nivel por la vía de los sindicatos.
De esa forma y ensayando una estudiada estrategia, su accionar se propone desbordar las dirigencias políticas del Frente Amplio, aunque en el momento actual los bolches no sean mayoría. Para su accionar no importa que sean muy negativas las consecuencias inmediatas del proyecto derogatorio, porque su lucha es a mediano y largo plazo. Por el momento alcanza con desestabilizar la economía, frustrar los planes de contención de la inflación y el equilibrio de las cuentas públicas para mantener una economía sana. Sus objetivos son otros, mayores y más distantes.
Mientras tanto, su acumulación de poder exige mantener los sindicatos fuera de todo control para que no se conozcan sus recursos, sus manejos financieros ni la aplicación de sus medios materiales, por lo que nunca se publican sus estados de cuenta ni sus presupuestos, ni las sumas que recaudan ni los sueldos que se pagan a sus dirigentes que no trabajan por estar full time en labores que son estrictamente sindicales.
Como la apropiación de los fondos de las AFAP, que el propio Mieres como líder del Partido Independiente ha calificado de afano, o sea robo, ya que no se indemniza, va a generar miles de juicios contra el Estado, este proyecto tiene también los efectos de una verdadera desestabilización social con la consiguiente lucha y enfrentamiento de las víctimas del despojo contra el Estado y sus propósitos, que va a distorsionar las ya sobredimensionadas exigencias frente a un Poder Judicial sin los recursos técnicos ni materiales para asumirlas.
Desestabilización económica y conflicto social con el consiguiente descontento como caldo de cultivo es lo que generan los comunistas para engrosar sus filas. Será pues la primer gran batalla de este siglo que significaría la gran victoria a obtener por el Partido Comunista.
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