La sociedad, el trabajo y la familia rural serían insostenibles sin el aporte cotidiano de miles de mujeres que cumplen un rol protagónico en la ruralidad, asegurando la producción y sostenibilidad alimentaria del país.
El 18 de diciembre de 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) estableció el 15 de octubre de cada mes como el Día Internacional de las Mujeres Rurales, que se celebró por primera vez el 15 de octubre de 2008.
La resolución del organismo internacional recalca “la función y contribución decisivas de la mujer rural”, de todas, como promotora del “desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural”.
Históricamente la mujer ha cumplido un rol fundamental en todos los aspectos de la sociedad, y aunque muchas veces no se la visualiza completamente, su aporte es fundamental y cada vez más reconocido y valorado.
En el medio rural, especialmente en los establecimientos familiares que son la mayoría en Uruguay, sus aportes son cardinales para el mejor desempeño de la empresa y como eslabón de unión familiar que siempre termina siendo la piedra fundamental de cada emprendimiento profesional como del desarrollo humano.
La mujer rural es consciente de su importante rol, que es múltiple porque su naturaleza le permite desdoblarse en varias funciones y actividades que cumple simultáneamente con una impronta y sensibilidad especial que van desde la caricia a sus hijos hasta realizar cualquiera de las tareas rurales del establecimiento, ya sea llevando la contabilidad, subiéndose a una cosechadora, doblando la espalda para trabajar la tierra o esquilar una oveja.
A comienzos de octubre reabrió el Museo del Gaucho y la Moneda en el edificio central del Banco de la República (BROU). En la oportunidad la subsecretaria del Ministerio de Educación y Cultura, Ana Ribeiro, recordó que en la historia del país las mujeres ocupaban un “segundo lugar” porque así eran las características de la sociedad, mientras “los varones tenían una presencia más notoria”. Claramente eso lo representa muy bien el museo que traslada aquella época al presente, para que la conozcamos y entendamos, pero ya no es así y es cada vez menos.
Actualmente la mujer rural no se limita a lo familiar. Muchas de las instituciones sociales rurales están integradas, e incluso lideradas por mujeres, porque también saben formar equipos, elegir a los mejores para diferentes tareas, son excelentes desempeñándose y desenvolviéndose en las distintas situaciones que la vida le va poniendo por delante. Muchos son los años y muchas las décadas que avalan su incasable aporte a la formación y el desarrollo de nuestro país.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), indican que el mundo hay 1.600 millones de mujeres rurales; en Uruguay son unas 32.000 mujeres las que trabajan en producción agropecuaria.
Quienes descubren el trabajo de la mujer en el campo por primera vez no pueden dejar de asombrarse de todo lo que son capaces de hacer en un medio mucho más difícil y caprichoso que el de las ciudades. Lo que pasa es que con el tiempo comenzamos a acostumbrarnos y lo naturalizamos.
De ahí la importancia de celebrar el Día Internacional de las Mujeres Rurales. Fechas como ésta nos dan a todos la oportunidad de detenernos un instante a repasar y valorar todas estas cosas que de otra forma pasarían desapercibidas.
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