El desconcierto se ha instalado desde el triunfo por penales ante Brasil en la Copa América. En aquella noche de junio de 2024 los celestes clasificaron por penales, pero que el rival haya sido Brasil le dio aún más brillo a ese hecho.
El tema es que futbolísticamente el equipo dirigido por Bielsa no pudo casi nunca en este año parecerse al de 2023. Ya son historia y de la buena los triunfos ante Chile y Bolivia en Montevideo, la derrota apretada en Quito con un penal en la hora que no fue cobrado y nos privó del empate, la igualdad en Barranquilla que pudo ser victoria, aunque hubo 20 minutos en la segunda mitad en que pasamos angustia, y sobre todo las enormes victorias ante Brasil y Argentina.
En esos partidos había intensidad, se marcaba arriba, de local se pasaba por arriba a los rivales inferiores y se jugó con inteligencia el segundo tiempo ante los brasileños. En 2023 se jugó de igual a igual en Quito y Barranquilla, sin especular con la altura ni con el calor, y se ganó de contragolpe en la Bombonera ante los campeones del mundo.
Las festejadas victorias ante nuestros históricos rivales le dieron a este equipo una espalda enorme. A su vez el rosarino impuso una forma de atacar, de marcar, de correr todo el partido que sedujo a propios y extraños, marcando la sensación de un regreso al protagonismo que todos soñamos en un equipo uruguayo.
Pero llegó 2024.
Primero fue la Copa América. La primera fase se sabía que sería un paseo de salud ante Bolivia, Panamá y Estados Unidos. Y lo fue. No fueron grandes partidos, pero el 5 a 0 ante los bolivianos deslumbró en las cifras. Todos sabíamos que era Bolivia en el llano, por lo que no habría partido, pero…
El 3 a 1 contra Panamá tampoco fue un gran partido, aunque la suma de 8 goles a 1 en dos partidos reforzó la idea de una posible candidatura para ser campeones.
Las primeras críticas a Bielsa llegaron luego del partido ante Estados Unidos. Si bien fue triunfo por 1 a 0, lo que determinó la eliminación del local, hay que entender que Uruguay ya estaba clasificado y su destino era el mismo saliendo primero o segundo. Un fixture armado por Conmebol para el lucimiento de la Argentina de Messi generaba que habría que jugar de cualquier manera contra Brasil y Colombia, sin que el orden pudiese ser demasiado influyente.
Los primeros reclamos para el gran DT fueron por haber jugado con todos los titulares innecesariamente sabiendo que la segunda parte del torneo en la mejor de las hipótesis nos depararía enfrentar en una semana a Brasil, Colombia y Argentina en la búsqueda de la copa 16.
Ya en las dos goleadas previas Bielsa se guardó cambios y los que hizo fueron después de los 80 minutos. Recordemos el calor sofocante que había en las distintas sedes. Los jugadores comenzaron a fundirse y era responsabilidad de la falta de cintura de Bielsa negándose a utilizar los cinco cambios, desgastándose para ganarle inútilmente a los yankis o no dando una fecha de descanso a nadie.
Contra Brasil fue un partido de hacha y tiza y cuando Uruguay quedó con 10 en los últimos 20 minutos el técnico bajó del Olimpo y sacó a los delanteros para resignarse a cuidar la ida a los penales que finalmente se ganó.
Contra los colombianos Uruguay no supo remontar un 0 a 1 injusto en el primer tiempo, a pesar de que los rivales jugaron con 10 durante una hora. Creo que merecimos empatar y una pelota en el palo de Suárez mostraría el camino.
Los incidentes en las tribunas opacaron el análisis real del partido.
El tercer puesto ante Canadá fue una mala actuación, que se gana por penales, que tuvo el gol de Suárez para el 2 a 2 que permitió la victoria por penales para ganar un tercer puesto con sabor a poco para una camiseta que ganó 15 copas y debía ver con tristeza cómo los argentinos llegaron a 16.
Las suspensiones de cinco futbolistas, varias lesiones de figuras importantes y segundas amarillas llevaron a un pálido empate de local ante un Paraguay que venía en el fondo de la tabla y otro 0 a 0 en Venezuela en partido que se pudo perder. Es cierto que faltaron entre 12 a 15 titulares, pero la gente se había ilusionado con que había un técnico que podía hacer milagros con solamente jugar a presionar, atacar por las bandas, jugar vertical y contragolpear con rapidez.
Nada de eso se vio en setiembre, pero lo peor estaba por venir. El partido en Lima fue muy flojo. Bielsa pudo poner ocho titulares, lo que con tantas ausencias debía ser suficiente para derrotar a Perú, que estaba último sin haber ganado un solo partido y al que le faltaban seis figuras indiscutibles.
El encuentro decepcionó, la línea de 3 la entendieron los entendidos, valga el juego de palabras, pero sacó a Varela del lateral para ponerlo de zaguero, a Ugarte lo trajo del 5 para la zaga y a Bueno lo puso a cubrir incluso como lateral izquierdo. Dejó afuera a Pellistri y De la Cruz que eran dos de sus preferidos para poner a Kike Olivera y Giorgian. También jugó Fonseca que no anduvo mal, pero debutaba. En lugar de 8 titulares jugaron 6 y casi todos fuera de puesto.
A Maxi Araujo lo trajo para atrás, a Nández lo llevó para adelante. El equipo quedó sin su terceto atacante que había creado el mismo Bielsa, y que gracias al TAS había recibido de regalo el regreso anticipado de Darwin.
Todo salió mal y fue derrota en la hora. Se volvió el entrenador a comer cuatro cambios aunque en los descuentos hizo entrar en derrota a Luciano.
El mes de octubre se cerró anoche en el Centenario con un pálido empate ante Ecuador. El primer tiempo no fue malo. El equipo jugó con línea de 4 de supuesto gran nivel con el regreso del capitán Josema y el lateral Mathias Olivera. Entró Giorgian nuevamente como titular y el primer tiempo para mí fue bueno. Valverde estaba inspirado, el contragolpe de Pellistri, Darwin y Maxi imprimía peligro. Un remate del futbolista de Real Madrid, un gol malogrado por Pellistri, una en el palo de Darwin y la sensación de que los celestes pudieron haberse ido con uno o dos goles de ventaja al descanso dieron algo de esperanza. De lo mejor de estos últimos 4 partidos.
Pero en el segundo tiempo el partido entró en un pozo. Ecuador tomó las riendas. Prácticamente no se creó ningún peligro y el 0 a 0 generó silbidos al final del encuentro. El ingreso de De la Cruz por Giorgian y las salidas por lesiones o cansancio de Ugarte y Mathias Olivera no modificaron mucho el panorama.
¿Por qué Uruguay 2023 no puede repetir casi nada en 2024?
El clima en el Complejo Celeste comenzó a picarse ya hace nueve meses en el Preolímpico. La convivencia en la Copa América generó mucho ruido con no menos de cuatro episodios de futbolistas que amagaron a irse en plena copa y se sumaban a renuncias sugestivas como la de Matías Vecino o los anuncios públicos de Muslera y Cavani cuando había chance de que fueran citados.
Los rumores crecían, el ambiente se conmovía con renuncias de colaboradores como el entrenador de arqueros Nicola o el sonado episodio de Canobbio.
La despedida de Suárez después del partido con Paraguay con Bielsa encerrado una hora en el vestuario, las declaraciones del DT hace unos días elogiando en forma desmedida al gran goleador y la salida pública de Lucho destrozando al rosarino condimentaron más el desconcierto del público que no quiso ir a ver a la selección anoche.
Poco más de 20 mil entradas vendidas con muchas regaladas en sorteos, desmienten las maravillas de rivales prestigiosos, sponsor internacionales y multitudes de hinchas con periodistas del mundo entero que vendrían a ver las genialidades del gran DT con los celestes.
No es para dramatizar porque si van 7 de 10, todo puede encaminarse.
Pero duele y siento que nos vendieron un buzón caro, innecesario e irrespetuoso. En el 2023 funcionó bárbaro, pero el castillo se fue derrumbando y habrá que recuperar la autoestima. El DT siente que ya no tiene autoridad, los futbolistas ya no se sienten poderosos y parecen no ser convencidos por el veterano conductor.
Veremos qué pasa. Nunca quise haber acertado tanto desacierto.
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