“A veces les digo a mis alumnos españoles que uno de los problemas que tienen los políticos es que a veces no conocen la historia. La historia es muy justa y es una jueza implacable, y si conocieran más de historia seguramente actuarían de otra manera”. Esta afirmación de Concepción Navarro abre una entrevista en la cual la académica repasó aspectos interesantes observados durante años de estudiar América Latina y su relación con la madre Patria.
Navarro es doctora en Historia y catedrática de historia de América en la Universidad Complutense de Madrid. Por años ha centrado muchas de sus investigaciones en América Latina, particularmente en Uruguay. Durante su visita a nuestro país, La Mañana tuvo la oportunidad de conversar con ella acerca de sus proyectos de inverstigación, actividades e impresiones sobre Uruguay y nuestra América Latina.
En esta primera entrega nos referiremos, en primer lugar, a la visión de la Dra. Navarro sobre el varguismo en Brasil (gobierno de Getulio Vargas). Luego hablaremos sobre su especialización de migraciones transatlánticas y sus investigaciones en Uruguay.
El varguismo
“Para poder hablar de historia de América, hay que partir de la base que la independencia de las colonias las llevaron a cabo las elites y que no fueron capaces de crear una sociedad más justa”, afirma Navarro. “Se establecieron constituciones que tenían como base la constitución de Estados Unidos y de Francia, ambas muy avanzadas, pero concebidas para un contexto social y económico diferente al de América Latina, lo que explicaría en parte por qué nuestros países no fueron capaces de desarrollar una verdadera justicia social”.
“Se produjo una bipolaridad social”, agrega Navarro. “Por un lado, sectores muy privilegiados formados en Estados Unidos, en Europa, y por otro lado grandes masas de población totalmente desprovistas”. Esta situación va a desembocar en las revoluciones sociales del siglo XX, que Navarro distingue de las del siglo XIX, que tenían un carácter exclusivamente político, con poco contenido social.
“Hay que partir de la base que en el siglo XIX europeo, las corrientes socialistas, anarquistas, marxistas y la Rerum Novarum -la sensibilidad social de la Iglesia católica-, se vienen a conjugar para confluir en el siglo XX”, señala, produciendo “una sociedad que por lo menos se cuestiona que hay cosas que no son justas”.
Con la Revolución Mexicana de 1910 comieza un movimiento social que afecta a toda América y en muchos casos hay sectores de la milicia que participan en las revoluciones sociales. ¿Por qué? Porque ya desde el siglo XIX los militares se venían formando en escuelas en toda clase de disciplinas. Dentro de las sociedades americanas, eran sectores muy bien formados. “De tal manera que también estudian por qué sus sociedades son injustas”, explica Navarro, quien ubica al batllismo como uno de las primeras corrientes en las que se empezaron a preocupar por el tema, seguida del varguismo en Brasil y el peronismo en Argentina. Navarro ubica también al movimiento de Velasco Alvarado en Perú como un caso más tardío de esta corriente.
Distingue al varguismo como el primero de estos movimientos que es sostenible desde el punto de vista económico. La preocupación de Getulio Vargas por la clase obrera y la producción se hacía eco de movimientos similares que surgían en todo el mundo como respuesta a la grave crisis en que se encontraba la economía mundial luego de la crisis del ´29. “Yo creo que Vargas es el que inicia el movimiento de los trabajadores que nos trae al presente de Lula. Esa sensibilidad de ambos hacia los sectores más desfavorecidos de la sociedad tiene un gran espacio todavía para realizarse”.
Migraciones transatlánticas
El interés de Concepción Navarro en los movimientos migratorios derivó de sus investigaciones sobre la abolición de la esclavitud, tema de su tesis doctoral. En el curso de sus estudios, pudo apreciar que hacia 1850 se produce en España un cambio con la aparición de Ramón de la Sagra. “Una figura importantísima, un gallego que cuando es diputado en las Cortes consigue hacer una propuesta de ley para considerar la situación de los emigrantes que iban a Cuba en condiciones verdaderamente terribles. En Cuba los trataban peor que a los esclavos”, afirma Navarro.
El trabajo de Ramón de la Sagra la inspiró y comenzó a escribir sobre el primer real decreto promovido por el diputado español, quien logró fuera aprobado en 1855. Esto marcó el momento en que el gobierno toma conciencia de que no podía permitir que los españoles fueran a América para ser tratados como esclavos. Esto abrió el camino a la gran ley de emigración española de 1907, la que llegó tardíamente respecto al resto de Europa. Las leyes migratorias argentina y uruguayas son bastante anteriores, reflejando el interés de los países receptores de migración de mostrase atractivos para poder atraer trabajadores.
La realidad de los emigrantes españoles del siglo XIX era que viajaban hacinados en barcos, donde los embarcaban engañados sobre las condiciones que los esperaban en América y sin alimentos. Ya las siguientes leyes son del 60, del 70. Las leyes del 80 son leyes que van a configurar las primeras organismos que se ocupan de la inmigración. A partir de 1880 ya existen listas de pasajeros, con lo cual existe información sobre nombres y destinos.
Lo más importante de la ley de 1855 es que pone sobre el tapete el problema, obligando al Estado a tomar conciencia durante el reinado de Isabel II.
Ramón de la Sagra era un personaje muy interesante. Vivió en Cuba, lo que le permite conocer muy bien su realidad. Allí se da cuenta que la esclavitud no es rentable. La esclavitud era una ignominia para un país civilizado como España. Pero los intereses de los plantadores españoles en Cuba eran muy grandes. España compraba los esclavos a Portugal, a Holanda, a Francia y a Inglaterra, ya que nunca tuvo factorías en América. “Nunca”, reafirma Navarro.
La resistencia a pasar una ley que protegiera a los emigrantes era evitar el descrédito que la salida de población hubiera implicado frente a otras potencias europeas. “El tema era tabú, no se hablaba hasta que de la Sagra pone el tema en el tapete”, dice Navarro. Años despúes, el Real Decreto de 1895 empieza ya a preocuparse por los derechos de los emigrantes y las condiciones en las que viajan América. “Para que no los exploten, claro”, culmina la catedrática de la Complutense de Madrid.
TE PUEDE INTERESAR